Desechos místicos
(%=Image(4410084,»L»)%) ¿Se acuerdan de mí? Paco, el perro atorrante que se queja y se queja sin meta ni logro alguno. Anhelaría hacer algunos comentarios sobre las pasadas navidades, las de 2001, que ni Arthur C. Clarke hubiese logrado ficcionar en su odisea espacial.
Primero los cohetes. Será que la República Bolivariana ha emprendido una carrera misilística acorde a los tiempos mesmos. Ya basta con eso de que Estados Unidos, Rusia, China, Francia y Alemania enviasen cohetes, satélites y sputniks a cualquier lugar de La Mancha. ¡Si podemos! ¡Coño! Y perdonen el vocablo nada canino, que yace bajo forma de letra impresa en El Diccionario de la Real Academia. Cuántos cohetes se lanzaron el 24, el 25, el 26, el 31, etc. Parece que algún país bananero hubiese cambiado petróleo bruto venezolano por pólvora caliche. Noches de horror incendiario fueron éstas para los tímpanos de mis coterráneos, ya previamente alterados por no haber cobrado su aguinaldo “Canis Camburae”. Entiendo que el ejecutivo repartió cohetones y tumbagobiernos a diestra y siniestra, con el objeto de alabar al magnificente Jefe Primario. La clase media pudiente también despelucó sus ahorros adquirendo esos engendros voladores, hijos de Mandinga.
Leía cómodamente apostado sobre un sofá Chesterfield el texto “La insoportable levedad del ser”, publicado en una edición rústica pero dignificada por un buen pedazo de papel contact. De pronto ¡Cataproushpackpumton! algo así podría ser la comparación onomatopéyica del barullo acontecido. Explotó el primer fuego artificial del año viejo y tuvo un harto efecto laxante como para chorrearme el pijama fino. Contemplaba una película de Stanley Kubrick con Lolita Nabokov mi compañera chihuaha cuando, solté el libraco y ví que la luna nos observaba con cierto dejo selenita. Es que esa bola de leche blanca debe estar harta de ver las barbaridades que a diario acontecen sobre un planeta acuático, muy mal llamado “Tierra”. Atiborrado de residuos nucleares, plancton y merluzas ¿Se dice así? Pensé que esa primera explosión fue un atentado terrorista contra El Paseo las Mercedes o el CCCT. Naiboa con babandí. Aquello fue el inicio de un largo y tortuoso andar por las calles caraqueñas, provisto de orejeras y atenuados mis sentidos con una sobredosis de Lexotanil y Proxenil en grageas.
¿No y que estábamos pelando? ¿No y que estaba prohibido vender o adquirir fuegos artificiales? ¡Guauuu! ¡Cuánta y severa autoridad moral! Diciembre del 2001 será recordado por los estruendosos petardos y las alarmas de los carros, aullando obsesivamente. Destaca una oronda insensibilidad hacia nuestra audición perruna, que vejetes y todo escuchamos el triple que cualquier humano.
Por eso llegaron hasta nuestra Cofradía del Hueso Roto incesantes rumores de golpe, de autogolpe, de jab, de gancho y de golpes bajos.
Hago un previo. ¡Que guarandinga fue esa de enterrar fango o tierra de la zona donde habitó Guaicaipuro en el Panteón Nacional! Si siguen así irán a saturar tan prestigioso y marmóreo recinto con las cenizas futuras y pretéritas de César Girón, Tacoa, Cherry Navarro y Petróleo Crudo. ¿Por qué Guaicaipuro si Guaicamacuto era más propicio para quedar bien con los refugiados de Vargas? Tamanaco lo prostituyeron al adjudicarle a cierto hotel su nombre bravío. Falta incorporar a la lista panteónica a Bienmesabe, Machurucuto, Tentenpié, Bacilateló, Guaguancó y al negro Isidoro, entre tantos. Nosotros, los canes soberanos exigimos un puestico en el Panteón Nacional, eso sí, sin el curiosísimo ceremonial Cherokee bilingüe.
Los cementerios son un lujo oligarca, las funerarias ni hablar. A los perros muertos nos echan cal para acicalar nuestros rictus estéticos. Así estuvo un compañero tieso a la altura de La Castellana, en plena Cota Mil, como una escultura de Miguel von Dangel. Disfrutó la intemperie, hasta que algún amante de los animales se dignó a recogerlo. Artistas noveles pensaron en “apropiárselo” para ser expuesto en el próximo salón de arte “Perrelli”.
¿Acaso no hay justicia en la Tierra de Gracia de Don Isaac Pardo? Despilfarran millones de bolívares echándole pólvora pirotécnica a los zamuros (textualmente), y nadie se ocupa por obsequiarnos una cajita de perrarina, de vitamina C, o de sobrados navideños, porque hallacas, perniles, panes de jamón y demás viandas las vi yo mismo, aromáticas y tentadoras, saliendo desde panaderías y aristocráticas cocinas criollas, hacia oligarcas estómagos vernáculos. Para qué hablan tanto de justicia social si han olvidado al gremio de los perros callejeros, curtidos por la intemperie.
La televisión, otro bodrio. Dónde quedaron Lassie y Rin Tin Tin. Ahora los noticieros parecen partes de guerra. Que si muerto “El Memín”, fornido y reincidente azote de barrio en los Turuaguitos, que si un banco de iglesia robado en Machurucuto. Tres intentos de violación al tigre del Pinar, mucho Pandemonium. Errores tipográficos en la Gaceta Oficial. Para eso existe la fe de las ratas, para enmendar sin rechistar lo incorregible, sin gruñidos, ni ladridos. Bajo amenaza de cadena presidencial perpetua. Un bozal de arepa podrían obsequiarnos el primer mandatario, Adina o Navarro, pero nanai. Si yo fuera director de algún canal televisivo ipsofacto lo quiebro, elimino las embotantes propagandas, los enlatados no caninos o aburridos (que me perdonen los burros). Acabo con los programas de concurso, novelas y productos del talento esotérico nacional. Me lanzaría una de beisból corrido, de documentales con focas, rinocerontes y jabalíes fornicando impúdicamente, robando cámara en documentales de Discovery Channel. Quizás, por esa razón pornográfica quieren aniquilar a Vale TV. Única emisora que reivindica los valores mamíferos y próximos al conocimiento natural. Nos quieren embrutecidos, esa es mi conclusión de perro corrido.
Mejor me quedo hecho el pendejo, ladrando y ladrando, no sea que vayan a confundirme con un subversivo antichavista. Yo voté por el PDV (Perros de Venezuela), punto y seguido. A mi edad lo que provoca es alojarse cerca de algún rastaurante a la moda que suelte basura elegante. Uno se distrae viendo escoltas, radiopatrullas y ministros prediciendo el resultado del Caribes-Lara entre copas de vino galo. Que ellos chupen lo suyo, pero que no olviden a los perros fieles que protegen sus casas electrificadas, que juegan con sus hijos abrillantados o consuelan despechos y “Corazones partíos” a lo Alejandro Sanz. Venezuela parece un cangrejo, que paso tras paso se aproxima a la colonia, al descubrimiento ¿Encuentro de dos mundos?, a la prehistoria y finalmete al génesis mítico-revolucionario. Ese que nos dará caña de azúcar por golosinas y arroz chino por caraotas negras.
En nombre de todos los perros del mundo, deseo que este año dos mil dos, después del nacimiento de tan notable revolucionario llamado Cristo redentor, se cumplan nuestros deseos más recónditos y surja la novísima Ley Habilitante y protectora del perro y afines. Mejor un ministerio para estimular nuevas fuentes de trabajo, uno que brinde asistencia veterinaria gratuita y eficaz a toda hora del día. En lo animal sufro de gota obstinada, asumida con toda clase y educación carreñiana.
En Canilandia aún quedan sobrados, incluso para nuestros aliados más estratégicos: Togo, Cancún, Tarzilandia, Don Perro, Bambilandia, Disney World y tantos otros países solidarios con la revolución vigente y el discurso, perdón, con la amorosa transformación en curso.
Que el Dios de los gatos egipcios nos agarre muy bien confesados, Amén.