Diálogo y transición
La salida del Presidente es posible. El régimen se acabó y lo que parece quedar de esta nueva fase de la crisis es cómo procesar su salida. Este objetivo, aunque no es inevitable, parece acercarse, pero su forma específica no está del todo clara, lo cual ha inducido a confusiones, tanto en el campo de la oposición como en el del régimen. Viene un nuevo momento decisivo. Chávez puede huir de nuevo. Pero, si Chávez gana esta mano, vendrá la opción electoral más adelante.
La inviabilidad del gobierno es lo que plantea la remoción presidencial. La gente que ha sido afecta al régimen es presa de inmenso desconcierto porque no saben cuál es la mejor actitud. Algunos radicalizan sus posiciones para quedar colocados como herederos del chavismo con miras a participar en la transición; otros huyen con las alforjas llenas para preparar un fantasioso regreso, tesis que pretende justificar la rapiña sobre los dineros públicos; y, sin duda, unos cuantos desean salir del campo gravitacional del régimen pero las amenazas de éste los contienen. Lo cierto es que el gobierno se desintegra con la crisis.
En el campo de la oposición también existen incertidumbres. Algunos creen que el golpe es inevitable y, complacidos o no con esa salida, estiman que es poco lo que pueden hacer. También concurren los que previendo la inminencia de los desenlaces, trabajan por una salida institucional; mientras están los que aguardan por la hora de la huelga general; hasta los más pacientes que sostienen que sólo una salida electoral como el referéndum revocatorio o el adelanto de las elecciones, producto de un acuerdo político o de la enmienda constitucional, podría solventar la crisis.
No hay duda de que lo que une al gobierno y a la oposición es la conciencia de la catástrofe. Esta sensación lleva a confusiones sobre varios temas. Uno de ellos es el del diálogo. ¿Valdrá la pena dialogar en estas circunstancias en las cuales pareciera que todo se ha consumado? Este asunto es especialmente relevante porque aun en el trecho más agudo de la crisis el diálogo es una herramienta útil, sea para llegar a entendimientos con el propósito de procesar este postrero capítulo, sea para buscar caminos en los cuales la eventual salida de Chávez tenga carácter pacífico, sea para explorar lo que sea explorable (posiblemente poco) que le ahorre aunque sea un disparo y una lágrima a la sociedad. Lo que no puede ocurrir es que el diálogo sea la mascarada desvergonzada que el gobierno intentó, para cubrir los asesinatos del 11 de abril con la hoja de parra de una falsa interlocución. La oposición está obligada a conversar con la OEA, el PNUD y el Centro Carter, alrededor de temas sensibles, concretos y precisos. A conversar realmente y no como mera formalidad. Si se logra, por ejemplo, que el gobierno admita la investigación independiente de los crímenes del 11 de abril, la sustitución de sus mandaderos en el Poder Ciudadano, el desarme de los Círculos del Terror, la apertura de la investigación de las responsabilidades del Presidente y su entorno íntimo en los delitos que cursan ante el TSJ, la constitución de un Consejo Nacional Electoral decente, la crisis tomaría un curso de resolución pacífica. Si se logra, perfecto; si no se logra, se evidenciará una vez más la farsa miserable de estos procuradores del terror. Dialogar y negociar han sido demandas de la oposición a las cuales ahora no puede –ni debe- renunciar.
Obtener logros en estos temas conduce a desmontar el carácter autoritario del régimen mientras dure, así sea poco, y no es contradictorio con buscar la salida de Chávez como uno de los elementos que está en los temas de la oposición. La idea central es no abandonar ningún escenario en el cual se pueda lograr algo. La oposición puede negociar para vencer.
Otro de los ejes que debería gobernar la agenda es lo relativo a la eventual venidera transición. He propuesto la idea de una Junta de Transición. Esta estaría constituida por un grupo de ciudadanos designados por la CTV, la Coordinadora Democrática, los oficiales de la FAN y los demás factores de esta lucha, tal vez incluyendo el chavismo democrático, con el propósito de definir las acciones concretas de un eventual gobierno de transición. No son candidatos a presidentes, a juntas de gobierno o a gabinetes cuando salga Chávez, sino que sería un equipo de diseño de un plausible proceso que conduzca a elecciones generales en un tiempo razonable.
Pienso en una Junta de Transición que pueda proponer cosas como las siguientes, algunas de las cuales han circulado en diversos ambientes:
1. Plan urgente de creación de empleo, a ser desarrollado en el curso de seis meses, que pueda permitir la creación de 100 mil empleos;
2. Determinar zonas pobres de las distintas ciudades que van a recibir el apoyo inmediato del gobierno, para crear referencias concretas en la lucha contra la pobreza;
3. Conversión del rescate de Vargas en un plan nacional;
4. Convocatoria a una Asamblea Nacional Constituyente para formular una Constitución democrática y proceder a la reestructuración de los poderes públicos;
5. Programa de impulso a la descentralización, con especial énfasis en los estados y municipios más golpeados por el régimen;
6. Reestructuración democrática inmediata de la Disip y la Dim;
7. Comisión que procese la venta del lujoso avión que compró Chávez;
8. Enjuiciamiento de los autores materiales e intelectuales de los asesinatos del 11 de abril;
9. Compensación inmediata a los familiares de la víctimas del 11 de abril;
10. Reincorporación a la FAN y desagravio a los oficiales perseguidos por el régimen;
11. Derogación de las leyes inconstitucionales o violatorias de los principios democráticos promulgadas al amparo de la Ley Habilitante;
12. Reconocimiento nacional al papel de los medios y a los periodistas acosados por el régimen actual;
13. Plan urgente para convocar a los venezolanos valiosos que se han destacado en el exterior para un regreso programado al país;
14. Juicio a los que se han apropiado de los recursos públicos;
15. Disolución de los grupos armados creados por el régimen y recuperación del arsenal del cual disponen;
16. Derogación del incremento del IVA y del Impuesto al Débito Bancario;
17. Reestructuración inmediata de PDVSA, del Banco Central y de la Fuerza Armada Nacional;
18. Apoyo a los partidos políticos, en condiciones de igualdad, para su fortalecimiento perentorio, así como a las organizaciones de la sociedad civil;
19. Garantía de respeto a la Asamblea Nacional, al Tribunal Supremo de Justicia, a los gobernadores, alcaldes y demás representantes del Poder Público.
20. Plan de corto plazo de estímulo a la inversión privada con garantías jurídicas, tributarias e institucionales.
Medidas como las anteriores, de diferente jerarquía y dificultad, tienen que animar una transición democrática. La discusión sobre lo que vendrá puede ayudar a una evolución pacífica de la crisis actual.