Tres años después de ingresar a Mercosur, Venezuela todavía no ha cumplido con buena parte de sus obligaciones y compromisos de adhesión.
La aparente falta de preocupación por adecuarse a las normas comunes refuerza la visión de que Caracas siempre apostó más al bloque suramericano como plataforma política que como área de libre circulación de bienes, servicios y personas.
El Tratado de Adhesión de Venezuela, que enfrentó resistencia y tuvo a Brasil como fiador, definió a agosto de 2016 como plazo final para la incorporación de todas las normas. Pero personas involucradas con los trámites dicen que es improbable la adecuación plena para esa fecha
En el área aduanera, falta incorporar el acuerdo que es la piedra angular del comercio en Mercosur, conocido como ACE-18.
Mientras siguen las negociaciones, muchas de las transacciones entre Venezuela y los demás países miembros se hacen sobre la base de un acuerdo que, curiosamente, todavía considera a Venezuela como parte de la CAN (Comunidad Andina), bloque del cual Caracas se separó en el 2006.
Venezuela tampoco se adhirió al protocolo sobre libre comercio de servicios o participa en las conversaciones sobre una futura área de libre comercio entre Mercosur y la Unión Europea (UE).
El gobierno chavista dice que defiende la “integración de los pueblos de Mercosur”, pero hasta hoy se resiste a adoptar dos normas centrales en la libre circulación de personas. La primera es el Acuerdo sobre Residencia, que permite que los ciudadanos vivan en cualquier país miembro sin mayores burocracias.
La segunda es un acuerdo según el cual el trabajo formal en países miembros se contabiliza como tiempo de contribución para la seguridad social y la jubilación en el país de origen.
“Para los ciudadanos, la libre circulación de personas y trabajadores es mucho más importante que las normas comerciales”, dice uno de los funcionarios encargados del proceso de adhesión.
Adaptación
El Alto Representante del Mercosur, el ex diputado brasilero Doctor Rosinha, admite atrasos, pero dice haber recibido garantías de que Caracas se empeñará en acelerar su adhesión plena. “Es un proceso nuevo. Venezuela es el primer país no fundador que se integra”, afirma.
El chavismo también alega que la adaptación lleva tiempo. “El Mercosur no es la UE. Tenemos nuestro propio ritmo”, dice el diputado oficialista Saúl Ortega, vicepresidente de la Comisión de Relaciones Exteriores de la Asamblea Nacional y presidente del Parlamento de Mercosur.
Críticos, sin embargo, dicen que la integración en los moldes liberales del Mercosur nunca fue prioridad de Venezuela. Para el entonces presidente Hugo Chávez (1999-2013), unirse al bloque era una manera de legitimarse en el plano internacional y de fortalecer la onda izquierdista desencadenada en América Latina con su ascensión.
“Venezuela cree en las alianzas políticas. El elemento económico es secundario”, dice el analista Kenneth Ramírez.
Iniciado en el 2005, el proceso de adhesión tropezó con la resistencia de los Parlamentos, principalmente el de Paraguay. Venezuela sólo formalizó su ingreso en el 2012, en un momento en el que Paraguay había sido suspendido por la destitución del entonces presidente Fernando Lugo, vista por los gobiernos de izquierda como un golpe.
En el año siguiente, Paraguay, reincorporado, endosó la adhesión venezolana, pero la ideologización de Caracas entrabó las discusiones sobre normas y reglas comunes.
“Son tan políticos que no logran centrarse en aspectos técnicos”, dice un consultor que entrenó a funcionarios venezolanos en cuestiones de integración.
Crisis interna
El atraso también es visto como reflejo de la profunda crisis política y económica de Venezuela. “Chávez navegó en un mar de tranquilidad comparado con la situación [del sucesor] Nicolás Maduro. El plano interno siempre afecta al externo”, dice Rosinha.
Los empresarios también cuestionan los beneficios del ingreso al bloque. “La Comunidad Andina era nuestro mercado natural”, dice Ramón Goyo, presidente de la Asociación de Exportadores Venezolanos. Él recuerda que las exportaciones no petroleras de Venezuela al Mercosur son sólo una fracción del volumen que se le vendía a la CAN.
El gobierno no es el único culpable de la lenta integración, dice el economista Víctor Álvarez. “No basta con esperar que el gobierno desempeñe su parte si la producción no alcanza los niveles de calidad y demanda de los competidores en Mercosur.”
Traducción de Carlos Armando Figueredo