Elogio de la suplantación…
Tiempos de ignominia, tiempos de indigencia espiritual… Somos gobernados por matamoros de barrio, esos del lenguaje de germanía, de la zamarrería ingénita, del gesto violento, del talante destructivo, de la ausencia de luces… Para colmo y vergüenza, títeres de un guiñol movidos a su antojo por los decrépitos Castro, los de la dictadura más feroz de América. Las mentiras se suceden sin pudor, sin decir nada, meras vaciedades, ideas toscas dando vueltas una y otra vez como perro que quiere alcanzar su rabo, sin poder inventar nada creíble que justifique la ausencia del Único… , secuestrado por sus hospederos con anuencia de sus amantísimos hijos.
Cuales ventrílocuos, los maliciosos suplantadores, con descaro, entreguismo y crueldad nunca vistos lo hacen hablar a través de un traqueostomo, erguirse de la cama, escribir cuartillas y rematar estampando sin titubeo, una firma electrónica en rojo –como las finanzas del país-, con la mano lacerada por las vías intravenosas y rechazada aún en los bancos. La chapucería, falta de integridad y perversión de sus descendientes muestra su cara más sombría. Sonrientes celebraron cuando media población venezolana era vejada por Raúl, el decadente.
Es insincero e inmoral, que médicos simpatizantes del slogan, ¨patria, socialismo o muerte¨, que los hay muchos, muy serios, competentes y enterados, no alcen su voz ante la destrucción inmisericorde de la medicina nacional, de los precarios estudios de medicina comunitaria y la muerte del Vargas y Magallanes de Catia por mencionar sólo dos hospitales docentes y se ofrezcan a constatar la salud de su presidente. Repulsiva su sumisión, indiferencia y adhesión a una política de salud cubana, desatinada, fracasada y desacreditada profesional y moralmente.