Un sueño realista
En la Venezuela de estos días soñar con un futuro próspero y estable pareciera cosa de tontos y desocupados. El país está atravesado por conflictos económicos, sociales y políticos tan hondos, que buena parte de los venezolanos están convencidos de que los rasgos predominantes de nuestra vida se encuentran asociados a la frustración, la desesperanza y la depresión. Los sucesos del sábado pasado con motivo del acto convocado por AD en Catia, mostraron de nuevo el feo rostro de la violencia y la intolerancia.
Los sondeos de opinión que realizan empresas como Consultores 21 y Datanálisis muestran que la mayoría de los encuestados sienten que viven peor ahora que en el pasado reciente, y, más dramático aún, se imaginan que vivirán peor en los tiempos por venir. Motivos para que domine la desesperanza sobran. El Banco Central de Venezuela, tan ponderado en sus juicios, reconoce una caída de 29% del PIB durante el primer trimestre de 2003. Ese brutal descenso se superpone a una disminución de 8% del PIB a lo largo de 2002. Estos porcentajes, traducidos a términos más cotidianos, significan caída de la inversión, aumento del desempleo, erosión del poder adquisitivo de la población, elevación de la pobreza y la informalidad. Sólo naciones sometidas a guerras prolongadas ven retroceder de forma inmisericorde su capacidad productiva. Para completar el cuadro, al componente socioeconómico hay que agregar el ambiente de conflictividad política e la inseguridad personal predominante.
Bueno, pues en medio de esta atmósfera poco esperanzadora, ha venido avanzando una iniciativa que en sus orígenes estuvo vinculada al libro de Gerver Torres, Un sueño para Venezuela, pero que progresivamente se ha transformado en un proyecto global de transformación del país. Este texto desde su publicación en 2000 entusiasma a miles de personas que ven en él un documento a la vez profundo y sencillo, que se pasea por los principales problemas nacionales planteando soluciones realistas que convocan a la concertación, el esfuerzo colectivo y la unidad nacional. Inspirados por las ideas de Un sueño, sus promotores han vendido más de 60.000 ejemplares del libro, verdadero record en un país donde no se lee mucho; además, han realizado centenares de encuentros con personas interesadas en conocer el diagnóstico de la situación nacional y aportar ideas para la solución de los conflictos. Las relaciones de esta empresa con otras instituciones nacionales hizo posible que la Facultad de Ciencias Económicas y Sociales de la Universidad de Carabobo creara un grupo de estudiantes dedicado a la investigación de los problemas nacionales y al diseño de las soluciones que permitirían resolverlos. El esfuerzo por transmitir los contenidos del trabajo se complementa con agendas, cuadernos y hasta un autobús que, con un grupo de facilitadores y personal entrenado, recorre el territorio nacional con la idea de llevar la idea del sueño a todos los pueblos y ciudades. Un grupo de jóvenes ha asumido esta empresa con una eficiencia y una mística difíciles de conseguir en los tiempos que corren. De ellos destacan Roberto Casanova, Alonso Domínguez y Anabel Pérez.
Inspirado por este espíritu de unidad el pasado miércoles 21 de mayo en la sala Trasnocho, se anunció una campaña de promoción del Sueño a través de la televisión y la radio. Las Cámaras de ambos medios radioeléctricos y la Cámara que agrupa a las agencias de publicidad, a partir de ahora apoyarán el esfuerzo que venía haciendo el Banco Venezolano de Crédito, principal financista de Un sueño. La campaña de medios, que incluye una canción emotiva y pegajosa, logra superar el edulcoramiento que con frecuencia acompaña la promoción de ideales y programas de transformación. Es una propuesta sobria en la que está presente el valor del esfuerzo, la constancia y el enamoramiento, como energía que logra desterrar los fantasmas de la derrota y la desidia. Se colocan como ejemplos de tesón figuras que representan verdaderos íconos de la historia nacional. Arturo Uslar Pietri, Yolanda Moreno, Andrés Galárraga, Mateo Manaure, Oscar de León, los jóvenes del Proyecto Cumbre, quienes escalaron el Everest, son sin duda símbolos del éxito, pero no de ése que se hereda o que llega por los caminos fáciles del engaño y la corrupción, sino del que se obtiene producto de la decisión inquebrantable de conseguir una meta y realizar un sueño que se tenía desde joven o, incluso, desde niño.
La campaña de lanzamiento masiva de Un sueño será una nota refrescante en un país asediado por la descomposición y el enfrentamiento. Junto con el resto de los componentes que forman la iniciativa, esa campaña publicitaria podrá mostrarle al país que sí existen salidas a la crisis, sólo que esas soluciones no se logran estimulando la confrontación, sino creando las condiciones para que haya inversión, se forme la fuerza de trabajo que nos haga más competitivos, se fortalezcan las instituciones que le dan estabilidad y confianza a la nación, se distribuya equitativamente la riqueza nacional y aumentan las oportunidades para que todos los venezolanos puedan alcanzar una vida digna y confortable.
Como decía Gerver Torres en su exposición, Un sueño para Venezuela se asemeja a la gente que eleva un papagayo, pues tiene la mirada colocada en el cielo y los pies puestos sobre la tierra.