Opinión Nacional

Reflexiones sobre la saturación

Se dice que un líquido está saturado cuando el mismo contiene la máxima cantidad posible del cuerpo disuelto. La saturación conduce a desperdicio, a pérdida.

Son muchas las personas que, a las tazas de café le ponen demasiadas cucharadas de azúcar porque les gusta la bebida sumamente dulce. Vemos cómo al beberlas, en el fondo de la taza se amontona una capa de azúcar que se pierde.

Esa saturación en los líquidos es un fenómeno físico, pero la saturación también se produce en lo social. Así vemos, por ejemplo, cómo hay mensajes que se repiten constantemente en todos los medios, frente a todos los públicos. Pero hay un momento en el que esos mensajes dejan de producir el efecto deseado e, incluso, llegan a producir efectos adversos. Hay mensajes que son engañosos que son mentirosos y hay quienes piensan, como Goebbels, que si se repiten mil veces se convierten en verdades. Pero hay que recordar la cita de Abraham Lincoln: “Se puede engañar a algunos todo el tiempo y a todos algún tiempo, pero no se puede engañar a todos todo el tiempo”.

Es indudable que, en la campaña de Nicolás, la saturación tiene notable presencia. En su mensajes —que podríamos atribuirles la condición de líquidos— hay un cuerpo disuelto que ya llegó a la máxima cantidad posible que toleran los mensajes: el mito del comandante Chávez. Valerse de la memoria de Chávez en los actos de la campaña electoral puede que, al principio, surta efectos positivos en los electores chavistas pero, llega en el momento en que ese afán en identificarse con el ex presidente ya no se tolere.

La saturación no es herramienta exclusiva de Nicolás, también es del gobierno y de los partidarios del socialismo del siglo XXI que nos bombardean de mensajes, de adulaciones que la gente ya no soporta. Hemos visto cómo, en el partido de fútbol entre Venezuela y Colombia, se pidió —al igual que se hizo en Buenos Aires, en el partido de la Vino Tinto contra Argentina— un minuto de silencio en memoria del comandante fallecido y se vio cómo el público no respetó el silencio sino que llegó incluso a abuchear. Quiero aclarar que no estoy en contra de que, en eventos deportivos se pida un minuto de silencio en honor de una persona fallecida que bien lo merezca, pero pedirlo siempre para la misma persona, produce intolerancia porque hay saturación.

Del lado de la oposición, hay que sugerirle a Capriles que se cuide de la saturación. Hay mensajes muy buenos que, si se reproducen demasiado, pueden dejar de tener efecto. Hay que saber determinar el nivel máximo de tolerancia y, alcanzado éste, pasar a otro mensaje.

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