Venezuela: Desamores y esperanzas
Hemos señalado en otras oportunidades que el país registrar una crisis de diverso índole y con numerosas manifestaciones económicas, sociales, políticas, culturales y demás. Asimismo creemos responsablemente que dicha crisis no tiene comparación o parangón con situaciones de coyuntura anteriormente vividas y observadas. La magnitud de esta crisis es proporcional y exponencialmente superior al cualquier otro período en toda nuestra historia republicana.
Sin embargo, el momento actual de contracción económica, de desarraigo, indiferencia y de perdida de expectativas, como país y colectivo, nos debe llevar a pesar de todo a pensar en positivo, a recuperar en primer la calma y la cordura, seguido de un necesario ejercicio de sanidad mental y social que nos permite en medio del caos y de la angustia y stress colectivo, avizorar posibilidades de cambio y de reorganización del país, estando conciente que los venezolanos hemos dado todas las batallas en aras de un cambio radical y sin embargo, padecemos los embates de un gobierno ineficiente, corrompido y con claros signos de tiranía, impopularidad e intolerancia.
Uno de los malestares mayores estriba en la ausencia de una verdadera autonomía de los poderes públicos, asimismo acompañado de la violación fragante del Estado de Derecho, no es posible que nuestro país se haya convertido en una especie de jungla o estado de naturaleza donde el Estado y los diversos representantes del gobierno menoscaben y violenten nuestros sagrados derechos de forma reiterada.
Se cuenta y no se cree internacionalmente el grado de postración institución que registran nuestras instituciones y poderes públicos, con consecuencias graves en el tejido institucional y en el mantenimiento del Estado de Derecho y naturalmente de un mínimo de convivencia ciudadana. Ciertamente, en Venezuela reina una situación de shock y paroxismo institucional, situación esta que se evidencia en que un numero sumamente representativo y mayoritario de la población hemos pedido de forma contundente y recurriendo a los diversos caminos y alternativas que la constitución nos señala, y sin embargo no ha habido forma o manera de lograr un cambio dentro del entramado institucional – constitucional.
Todas las iniciativas ciudadanas y los diversos recursos interpuestos han sido boicoteados: Cuestión está última que jamás hemos observado ni siquiera en países vecinos que registraron sus crisis hace poco como Ecuador, Perú y Argentina y en los que a pesar de la precariedad económica y los conflictos presentes en el funcionamiento del sistema político (serios problemas de gobernabilidad) las instituciones y los diversos poderes tenían presencia, autonomía y protagonismo, cuestión esta que repercutió positivamente en salidas de tipo constitucional – institucional y electoral.
Frente al panorama de agotamiento y bloque del oficialismo no nos queda más que seguir luchando , agotando todos los canales democráticos contemplados en la Constitución y demás leyes de la República, aunque la Constitución de poco nos ha servido, pues ha sido continuamente violada por parte del ejecutivo.
Recuperar al país constara no se sabe cuánto en inversión, en tiempo y demás. Lo importante es coincidir en un programa mínimo de país, de economía y de sociedad que verdaderamente permita generar una transformación, que a nuestra manera de ver las cosas puede conseguirse en primer lugar por vía del referéndum consultivo seguido de la convocatoria a una Asamblea Nacional Constituyente. Estamos convencidos de que el país no puede seguir navegando en la intemperie constitucional, en las aguas turbias del desamor y del odio. Vendrán tiempos muy duros pero también cargados de esperanzas. De nosotros dependerá interpretar el momento y las circunstancias y traducirlas en programas, directrices y acciones concretas encaminadas todas en la recuperación integral del país.
(*) Politólogo – Magíster en Ciencia Política