Opinión Nacional

El lado chavista de George W. Bush

Se materializó el «peor escenario» de los que fueron visualizados por los analistas políticos estadounidenses durante la campaña electoral que enfrentó al demócrata Al Gore con el republicano George W. Bush.

Ellos predijeron que la absoluta ignorancia de Bush en política exterior podría causar serios problemas a un país como Estados Unidos, que está físicamente presente en todo el globo terráqueo y cuya economía, cuando estornuda, al resto del mundo le da pulmonía.

El lado chavista de Bush (la ignorancia) es el causante de los problemas que está enfrentado Estados Unidos en numeros frentes en forma simultánea.

Franceses, alemanes, rusos, chinos, árabes, persas y coreanos, le están dando una lección de modestia a los estadounidenses, quienes metieron la pata profundamente, al unilateralmente identificar a un grupo de países, como «el eje del mal»; negándose a reconocer como hace Hugo Chávez, que las definiciones de «mal» y «bien» son diferentes para todo el mundo.

Posteriormente resbalaron y ahora no sólo tienen metida la pata en el barro, sino que están empantanados hasta el cuello, desde que -otra vez unilateralmente- decidieron movilizar un enorme ejército para aplastar a uno de los países de su auto-definido «eje del mal» (Iraq), no en balde, Corea del Norte -otro de los incluídos en el eje-, se está preparando para lanzar unos cuantos misiles nucleares contra Estados Unidos, porque «no hay duda» para los coreanos, que una vez aplastado Iraq, ellos son los próximos en la lista.

Esas metidas de pata, han estado siendo reforzadas, por las acciones de Bush y de quienes lo acompañan en el gobierno, al supeditar la política exterior, a la política doméstica; porque, el costo político interno pagado por el partido republicano y su actual líder, por no haberle mostrado a los estadounidenses los cadáveres de Osama Bin Laden y del Mulá Omar, después que acabaron con el régimen Talibán; quieren taparla con el cadáver de Sadam Hussein.

Esas metidas de pata de George W. Bush, se están haciendo tan peligrosas para el mundo, como las metidas de pata de Hugo Chávez se están haciendo peligrosas para Venezuela.

De la misma manera en que Chávez se rehúsa totalmente a rectificar sus errores provocando con ello la destrucción de la economía venezolana y la pauperización de los venezolanos que ya eran económicamente pobres; la negativa de Bush de
reconocer sus errores en política internacional, podría conducir al mundo a una debacle nuclear y a un colapso económico parecido a la depresión de la década de 1930.

Bush y su gobierno, deberían hacer la siguiente declaración:

«Hemos analizado profundamente las posiciones de nuestros aliados europeos y de la OTAN; así como los puntos de vista de China, y de otras naciones, hallando en todas ellas legítimas preocupaciones que no han sido debidamente atendidas, y por ello, hemos decidido, posponer toda acción relacionada con Iraq, hasta que logremos un consenso con nuestros socios internacionales que de respuestas satisfactorias a todas las preocupaciones existentes».

Porque, la muy negativa reacción que ha recibido la desesperación estadounidense por bombardear a Iraq lo más pronto posible, no es otra cosa que la natural respuesta del orgullo herido de la comunidad internacional, resentido por la arrogancia del gobierno de Bush, de decirles lo que deben y no deben hacer.

Quizás, la manera de convencer a Bush, de hacer esa declaración -y honrarla posteriormente-, es hacerle ver, que si insiste tozudamente en pasarle por encima al Consejo de Seguridad de la ONU e ignorar las quejas del mundo islámico, de Europa, de China y del Papa, el mundo lo dejará sólo, y las muy variadas y enormes tortas que indudablemente producirá una guerra contra Iraq, tendrá que pagarlas su gobierno, el que solitariamente tendrá que explicárselas a los estadounidenses, quienes leerán a diario las críticas del resto del mundo.

En pocas palabras: W. Bush, como su padre, no será reelecto, porque en eso se empeñará la ofendida comunidad internacional, y ello podría provocar internamente en los Estados Unidos, varias décadas futuras de gobiernos del partido demócrata.

También, Bush debería darse cuenta, que si refrena su soberbia y trata de igual a igual a los países -grandes y pequeños- de Europa y de Asia, las tortas que -sin dudarlo-e se producirán durante la claramente inevitable guerra contra Iraq, serán encubiertas y minimizadas por la abrumadora solidaridad que recibiría del resto de la comunidad internacional.

Para ello, sabiamente, debería suministrarle una fuerte dosis de calmantes a su nada diplomático y claramente ofensivo, Secretario de Defensa. ¿Porqué más bien no lo pone de patitas en la calle?

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