El liderazgo político y el nuevo CNE
El nuevo Consejo Nacional Electoral (CNE) que pronto debe elegir la Asamblea Nacional tiene ante sí numerosos y complejos retos: organizar el referendo revocatorio para el Presidente de la República, así como los referidos a revocar el mandato de los gobernadores, alcaldes y diputados que sean cuestionados. Si, como algunos han especulado o sugerido (entre ellos José Vicente Rangel), hubiese un plurirevocatorio; es decir, que en vez de realizar únicamente el revocatorio presidencial un día y los otros referendos en fechas distintas, se convocasen todos los que haya que hacer el mismo día, la tarea sería todavía más compleja. Lo mismo ocurriría si se aprobase una enmienda constitucional que permitiese adelantar los comicios para elegir al nuevo Presidente de la República y a los otros representantes de los poderes públicos (una megaelección). Este escenario, aunque posible, es menos probable. El Presidente, el Vicepresidente y la oposición, en sus dos vertientes fundamentales, la Coordinadora Democrática y el Bloque Democrático, insisten cada vez más en que el referendo revocatorio es la única salida constitucional para resolver la crisis política. El Presidente Chávez ante su homólogo Alvaro Uribe se comprometió, una vez más, con esta opción El tema, además, es materia central de la Mesa de Negociación y Acuerdos. El punto número 12 del protocolo que eventualmente suscribirán el Gobierno y la oposición, se refiere a esa materia.
Si el CNE tuviese que dedicarse exclusivamente a organizar el referendo revocatorio para el Presidente de la República, ello ya implicaría un desafío de proporciones ciclópeas. En un país presidencialista someter a la exploración popular la figura del primer mandatario, sin duda que genera dificultades enormes, pues pone en tensión máxima a los partidos y fuerzas que están en su favor y en su contra. Esta presión aumenta si, como es el caso de la Venezuela de los últimos años, la atmósfera política recargada de voltios, con momentos en los que se han producido cortocircuitos. En este ambiente una labor ineludible del CNE consiste en crear el clima de seguridad, confianza y transparencia que permita que todo el proceso de consulta, desde la fase de validación de las firmas que sustentan la convocatoria del acto electoral por parte del Cuerpo, hasta el escrutinio de los votos y el anuncio de los resultados, sea admitido como válido por los distintos sectores participantes en la contienda. Si esa confianza en el organismo electoral no existe o es débil, el proceso comicial carecerá de legitimidad. Las sospechas de fraude o de trucos no se desaparecerán. La tranquilidad que se busca con el referendo no podrá alcanzarse.
La seriedad del CNE y la confianza que el país le tenga a sus autoridades –Rectores- dependerá de la forma como ellos se relacionen con las distintas fuerzas políticas. A la democracia venezolana no le conviene que el Gobierno o la oposición coloquen en el Poder Electoral personas que les sean incondicionales a unos o a otros. La labor del liderazgo político es hacer proselitismo, buscar votos y ganar la adhesión del electorado. La obligación de quienes formen parte del Poder Electoral es respetar la voluntad popular expresada en las urnas electorales y reglamentada en los instrumentos legales con los que cuenta la República, fundamentalmente la Constitución, la Ley del Poder Electoral y la Ley del Sufragio y Participación Política. Colocar en el organismo cúpula del Poder Electoral a personas con mentalidad de siervos o de ordenanzas, puede resultar favorable para una coyuntura determinada y por un tiempo muy breve, pero en el mediano y, más aún, en el largo plazo, ese tipo de maniobras atenta contra la posibilidad de legitimar y estabilizar las instituciones del orden democrático. De algo tiene que servir la experiencia del pasado reciente cuando los grandes partidos colocaban en esos cargos a señores que les reportaban a las direcciones nacionales de esas organizaciones, pero cuyo compromiso con el fortalecimiento institucional del poder que representaban era muy precario. Ese nexo tan frágil y esa presencia abusiva de los partidos, terminó minando la respetabilidad en el antiguo Consejo Supremo Electoral.
Ahora el país se encuentra ante la posibilidad de recuperar y fortalecer una institución fundamental de la democracia y de los poderes públicos. El Comité de Postulaciones Electorales cumplió con la labor que la Ley del Poder Electoral le asigna. Ahora corresponde a la Asamblea Nacional elegir a quienes integrarán el Poder Electoral durante los próximos años, partiendo del principio según el cual la tarea de los funcionarios de esa rama del poder público es servir de intermediarios entre los electores y los candidatos postulados. De acuerdo con este principio, la tarea de los Rectores del CNE no puede consistir en lograr a través de la manipulación o el escamoteo, aquello que los líderes políticos no son capaces de obtener mediante su acción de masas y de calle. Siguiendo el espíritu de la Ley, la misión de los funcionarios del CNE está dictada por el respeto al voto de los ciudadanos, fuente de legitimidad de los poderes públicos en una democracia y línea de demarcación indeleble entre este sistema y la tiranía.