Gobierno y oposición en el año decisivo
La oposición está dividida básicamente por dos diferentes lecturas de la realidad. La radical pone el acento en el proyecto totalitario de Chávez, elaborado en sus tiempos de conspirador y anunciado en los decretos del 4F, redactados por Kléber Ramirez, la “eminencia gris” marxista-leninista del golpe. Los objetivos básicos son destruir el sector privado nacional y terminar de controlar las Fuerzas Armadas. Por tanto, el gobierno nunca se va a contar electoralmente. Según esta lectura, el único desenlace posible pasa por la insurrección cívico militar y/o la resistencia armada. La lectura moderada, en cambio, pone el énfasis sobre los límites que la realidad nacional e internacional le impone al proyecto de Chávez. Lula y Gutierrez, en cambio de integrarse en el “eje del bien” con Castro y Chávez, prefirieron acordarse con Bush y el Fondo Monetario Internacional. Ya no existe un equivalente del bloque soviético, que permitió la supervivencia y la consolidación de la Cuba castrista y el surgimiento del sandinismo en Nicaragua. A diferencia del caso cubano y nicaragüense, las Fuerzas Armadas siguen siendo mayoritariamente profesionales e institucionalistas. También a diferencia de la Cuba batistiana y la Nicaragua somocista, la sociedad venezolana viene de una experiencia democrática de más de 40 años, que ha creado estructuras y actitudes que dificultan la implantación de un régimen totalitario. La relevante inversión de capital político y económico norteamericano en la lucha contra el narcoterrorismo marxistoide en Colombia y la vulnerabilidad de una economía monoexportadora de petróleo son otros límites sustanciales al proyecto totalitario. En el marco de esta lectura, considero que el escenario menos riesgoso para Chávez y por tanto más probable, es el siguiente. Chávez trabajará para ahondar las divisiones de la oposición, tratará de desmovilizarla, fomentando el escepticismo y la desesperanza. Seguirá reforzando la matriz de opinión que ve en el paro la causa principal de la crisis económica y que le ha hecho recuperar unos puntos en las encuestas. Hará todo lo posible para postergar y evitar el referéndum revocatorio, sin embargo finalmente lo aceptará, llamando a la abstención. En el caso de perderlo, habrá unas elecciones presidenciales (una variante de este escenario es evitar el revocatorio a través de su renuncia, provocando así las elecciones presidenciales) que, dada la división de la oposición y el actual 37% de apoyo, tendrá buenas posibilidades de ganar. Además, si las perdiese, el nuevo gobierno tendrá un mandato presidencial de escasos tres años, todos ellos electorales (Gobernadores, Asamblea y elecciones generales), una situación socioeconómica pavorosa y una mayoría chavista de oposición en la Asamblea, todo lo cual le daría posibilidades no despreciables en las elecciones del 2006.
La oposición puede y debe reunificarse alrededor de lo que podríamos llamar la “secuencia”. Preparémonos para enfrentar unidos el escenario electoral y si
Chávez no aceptase contarse, nos uniremos todos en la “resistencia”, que tendrá apoyo internacional.