Estar de acuerdo con Teodoro y Eduardo no es estar en contra de la oposición
(%=Image(1631641,»L»)%)Estar de acuerdo con (%=Link(«http://talcualdigital.com/»,»Teodoro»)%) y (%=Link(«http://www.copei.net/»,»Eduardo»)%) no es estar en contra de la oposición. Hemos visto como, para desgracia del pueblo venezolano, el debate político se ha enrarecido de tal manera que sólo pareciera quedar lugar para las formas más extremas de intolerancia.
En alguna medida, la actitud del presidente Chávez y la de sus colaboradores más cercanos han configurado un tipo de discurso político en el cual sólo los afectos al denominado proceso están en posesión de la verdad. Incluso, un prominente dirigente de esa revolución “pacífica”, Guillermo García Ponce, declaró, sin pudor, ante las cámaras de televisión que lo importante en democracia no era la cantidad sino la calidad, es decir, que tener la mayoría no tiene importancia si ésta no es la expresión manifiesta de la verdad.
Ante este género de pensamiento, reiterado en múltiples ocasiones por el propio Chávez y caricaturizado recientemente por la grotesca manifestación de poder expresada por el “ general” Acosta Carles en los allanamientos a Coca Cola y Polar. Me pregunto ¿cómo evitar que del lado de la oposición la reacción no sea del mismo tenor? Se requiere un grado tal de civilización que a veces, en el fragor de la lucha, es difícil de mantener.
Es evidente que si el gobierno persiste en cerrar las vías democráticas de consulta popular, ya sea mediante la intimidación de grupos armados, o con la manipulación de decisiones judiciales dictadas desde el poder ejecutivo,no puede esperar que la reacción de la mayoría abusada sea una versión tropicalizada de franciscanismo.
Los ánimos están caldeados. Las noticias sobre nuevos fallecidos en manifestaciones públicas empiezan a ser tomados con normalidad por la gente, hecho este gravísimo, porque esa es justamente la reacción de las personas que se acostumbran a considerar la guerra como algo normal. Ya eso viene ocurriendo, desde hace algunos años, con los partes judiciales de los asesinatos que ocurren en el país cada fin de semana. La indiferencia es un caldo de cultivo ideal para la violencia.
Por eso, considero que es necesario buscar vías que vuelvan a sensibilizar a todos los venezolanos con la tragedia humana que estamos padeciendo. No se trata de saber quién es el poseedor de la verdad, ni tampoco de determinar quiénes son los buenos y quiénes los malos. Se trata de buscar una salida a la crisis que sea civilizada, democrática y sobre todo humana. Lo que han hecho Eduardo Fernández y Teodoro Petkoff, al aceptar conversar con el Presidente de la República, no es ni un crimen, ni una traición, ni tampoco un error. Es más bien una prueba de madurez, que es lo que deben tener los líderes políticos. Ser gallito de pelea tiene su momento y oportunidad, pero este género de personaje no construye país, como lo ha demostrado, ad nauseam, el propio Chávez. Que el Presidente de la República convoque a personajes de la oposición debe ser observado con interés, aun cuando sus intenciones no sean claras. Hombres de la experiencia política como Eduardo, Teodoro y Claudio, difícilmente a estas alturas de sus vidas van a caer en un jueguito en el que antepongan sus ambiciones personales a la solución de la crisis del país. Más bien debería ser visto por la oposición como un primer signo de debilidad de Chávez, quien de una manera, aunque aviesa, llega a admitir que puede haber una salida electoral diferente al tramposo referéndum revocatorio.
Las actitudes intolerantes expresadas públicamente por algunos auto proclamados dirigentes de la oposición en contra de ese encuentro y la pretendida descalificación por el hecho de que esa conversación haya sido privada, es decir, sin anunciarla con bombos y platillos como tanto les gusta a algunos que necesitan centimetraje en la prensa para seguir existiendo, es lo menos que puede decirse una manifestación más del diletantismo político de esos personajes. Hasta en las peores guerras los enemigos conversan, y por lo general lo hacen de manera discreta para ver en que condiciones se puede llegar a un armisticio o incluso a la paz. Es obvio que ni Teodoro, ni Claudio, ni Eduardo, ni nadie, puede comprometer a la oposición en una solución contraria a las aspiraciones del colectivo, que no es otra que la de resolver la crisis a través del voto.
Ahora bien, la solución electoral tiene diversos rostros, más allá de referéndum consultivo que de ninguna manera puede ser secuestrado,ya que éste es la expresión de la voluntad de más de 2 millones de venezolanos. La salida a la crisis puede provenir ya sea de una enmienda constitucional o de la convocatoria a una Asamblea Constituyente. En ambos casos se puede, dentro del marco de la Constitución, proceder a una relegitimación de los poderes públicos y por lo tanto darle un cauce civilizado a la crisis que está destruyendo a la nación venezolana.
Esperamos y aspiramos que la sensatez prevalezca y que no busquemos que la violencia sea la partera de las soluciones que el país requiere para salir adelante. Por eso creemos, con convicción, que la única salida, en las condiciones actuales de enfrentamiento, está en una propuesta electoral que presente la (%=Link(«http://www.oas.org/OASpage/eng/Venezuela2002_Negocia.htm»,»mesa de negociación y acuerdos»)%)
, avalada por el grupo de Amigos de Venezuela, y que comprometa tanto al gobierno como a la oposición a aceptar las consecuencias de la misma. Pero no sólo este acuerdo debe significar la aceptación de una convocatoria a elecciones generales, sino que se debe asegurar la absoluta transparencia del proceso electoral, así como también un pacto de gobernabilidad que comprometa de igual manera a vencedores y vencidos.
No podrá Venezuela resolver su crisis si se pretende mantener una visión del mundo excluyente. La tarea de reconstruir al país nos corresponde a todos, sin distingo de ideologías o de tendencias políticas. Al final de este necesario proceso electoral estaremos en una situación parecida en la que se encontraban la mayoría de las naciones europeas después de la Segunda Guerra Mundial, en el sentido en que las diversas fuerzas políticas tuvieron que unirse para reconstruir a esas naciones. Un buen ejemplo a seguir puede ser pensar en lo que hicieron el general Charles De Gaulle y el Canciller (%=Link(«http://www1.kas.de/stiftung/spanisch/intro.html»,»Konrad Adenauer»)%) para reconstruir a sus respectivos países y acabar con la eterna enemistad entre Francia y Alemania que tantas muertas y destrucciones causó en el tiempo.
Ojalá que en Venezuela prevalezca gente con visión de futuro y que puedan pasar por encima de los odios, los prejuicios y los miedos, y con coraje y firmeza nos conduzcan hacia una Venezuela mejor, en la que la tolerancia sea el signo predominante del gran futuro al que todos aspiramos para nuestros hijos y nietos. Venezuela debe ser más que una posibilidad, Venezuela debe ser la gran nación que ha unido, en el tiempo, a tantas personas provenientes de razas, creencias y orígenes diferentes. Venezuela es un país de inequívoca voluntad democrática y todo aquel que pretenda convertirla en algo diferente, sufrirá, tarde o temprano, un rechazo contundente de la mayoría de este bravo pueblo amante, por encima de todo,de la libertad.