El fracaso de la mesa y sus obsesos
Los acuerdos surgidos de la mesa(MNA)) y que tanta
polémica además de insatisfacción ha desatado en los
opositores, muestra que la compresión política de sus
propios fracasos, no es mínima sino por completo
inexistente.
Los recientes resultados de esa instancia, y no parece
complicado comprenderlo, no son otra cosa que el
registro de un momento político que terminó por
favorecer al gobierno ante las reiteradas tácticas
fallidas de la oposición por sacar a Chávez de la
presidencia.
Muchos olvidan ahora, que la MNA fue totalmente
ignorada, subestimada y hasta acusada por muchos
sectores decisivos de la oposición de tratar de
servirle de flotador al régimen.
Los factores integrados en la Coodinadora Democrática
estaban tan ocupados en derrumbar al gobierno,
aprovechando la intensa y formidable protesta en las
calles, que no sólo se dieron primero el tupé de
tratar de imponerle la agenda a la mesa con la famosa
enmienda constitucional cuyo fin era llamar
inmediatamente a elecciones presidenciales, sino que
lo combinaron muy pronto antes de que cantara un
gallo, todavía fresca la formación de aquella, con el
llamado a un paro de características insurreccionales
que a descampado pidió la abdicación de Chávez.
Pero el anillo de incompetencias se consuma, al hundir
en el absoluto ostracismo la estrategia previa
depositada en el referéndum Consultivo que tenía
fijada la fecha de su realización.
El no reconstruir ésta dinámica y juzgar los menguados
resultados finales de los acuerdos como si la mesa
hubiera estado detenida en el tiempo, plana y sin
vinculo alguno con el vértigo de los sucesos, ya no
solo es irresponsable, los ciudadanos que de ese modo
actúan, así como los que directa o indirectamente
influyeron en la políticas de la oposición, se hacen
muy poco favor a si mismos por el engaño e hipocresía
en la que viven pero además, le siguen causando un
daño poderoso a la tarea impostergable de elaborar un
riguroso y coherente plan que no haga aguas y enfile
hacia una estrategia única, sin desvíos en dirección
de hierro a desbarrancar a los delincuentes que hoy
usurpan el poder.
Aunque en cierto modo es verdad la disculpa, de que
era difícil para los coordinadores de la oposición
resistir y no sucumbir a la calentura que como el
aliento de un huracán zarandeaba a todo el país,
impulsando las acciones que convergían en solicitar a
Chávez que se fuera, sobre todo después de la masiva
adhesión al paro de los «petroleros», también es
verdad, que ese espacio que separa a los líderes
comunes y corrientes de los liderazgo históricos,
aquellos que no se complacen en una lectura
transitoria de los acontecimientos ni se dejan
embaucar por ellos, sino que son capaces de persuadir
proporcionando metas claras y marchar con convicción
hacia ellas, no surgió por desgracia en el devenir del
tormentoso proceso que hemos estado viviendo los
venezolanos.
Es necesario como ejercicio ineludible de aprendizaje,
para todos los que desean influir en los eventos del
país, donde de alguna manera son protagonistas o
aspiran a serlo, asimilar las derrotas no encubrirlas
ni encabronarlas con argumentos podridos donde todas
las culpas por no haberse logrado los objetivos recaen
sobre los otros, el «malvado» adversario o la mala fe
e impericia de aliados, pero jamás sobre si mismos
envolviendo su propia actuación en una burka de
indulgencias y fútiles justificaciones.
Los precarios acuerdos de la mesa, repetimos, son el
balance final de una derrota parcial de la oposición,
pero derrota al fin.
No obstante todo esto, mucho se le arrancó al gobierno
firmando las fiambres de sus conclusiones. Al
desaparecer la conflictividad activa de la gigantesca
movilización de la calle producto de las frustraciones
de las metas desmesuradas que no se consiguieron, la
oposición, medida desde esta perspectiva, poco pero
algo gana con lo suscrito.
Es suficiente esta razón, para que se den con una
piedra en los dientes, los que tan sólo ayer eran los
más conspicuos agitadores de infinidad de innovaciones
tumba- gobierno y de ningunear a la mesa para
convertirse en los inocentes obsesos irritados de hoy.