Declaración de Teodoro Petkoff
Declaración de Teodoro Petkoff
4 de agosto de 2006
Cuando lancé mi candidatura advertí –tal como lo he venido repitiendo a lo largo de estos tres meses-, que ella estaría condicionada siempre a la posibilidad de retirarla en caso de que no produjera el indispensable eco que la hiciera viable. Sobre esta base suscribí con Manuel Rosales y Julio Borges el compromiso de lograr este objetivo antes del 31 de julio. En virtud de que esto no ha ocurrido, ha llegado la hora de honrar mi compromiso. Vencido este plazo el 31 de julio y vencida también la prórroga que nos dimos hasta el 3 de agosto, sin que tal cometido haya sido alcanzado, creo ahora que la mejor contribución que puedo dar al logro de una candidatura unitaria es retirar la mía.
Cuando lancé mi candidatura, lo hice como un acto de responsabilidad y amor hacia el país, puesto que consideraba y considero que la reelección de Chávez constituiría una verdadera catástrofe para los venezolanos. Sin embargo, la misma responsabilidad me hacía y me hace ver claro lo que el mero sentido común pone en evidencia: es obvio que si la oposición concurre dividida a las elecciones de diciembre, no sólo tiene asegurada la derrota sino que redoblaría la voluntad abstencionista hoy existente, así como las tendencias a la resignación y la pasividad. Por lo tanto, cualquier otra consideración político-electoral tiene que estar subordinada a la creación de una candidatura unitaria. Este objetivo -perturbado ya por la aceptación de los otros dos candidatos a participar en unas elecciones primarias convocadas inconsultamente antes de que hubiéramos agotado la búsqueda consensual-, no ha sido alcanzado. Creo que la declinación de mi candidatura facilita la consecución de la meta unitaria.
Pero, con la misma responsabilidad y preocupación por el destino de mi país, quiero dejar bien claro que la decisión de retirar mi candidatura no significa, ni que avalo el abstencionismo, ni que me sustraigo del combate político. Todo lo contrario: mi actividad, con un programa concreto y con una severa denuncia de la peligrosa deriva del gobierno hacia el control total de la vida social, me impulsa a continuar la lucha, que por ningún respecto voy a abandonar, manteniendo mi indeclinable rechazo al gobierno de Chávez. Ustedes saben bien que no soy un luchador ocasional ni coyuntural sino un combatiente de todos los días, un fajador, y lo continuaré siendo hasta el final de mi vida.
Hasta con mayor ánimo y vigor ahora, cuando avizoro para el país la siniestra perspectiva de que pasemos de un régimen democrático, ciertamente imperfecto, a otro, que cada día acentúa más sus rasgos totalitarios. En Fuerte Tiuna, en noviembre de 2004, Hugo Chávez definió una línea política que apunta hacia el control total de la vida social por el Gobierno y el Estado. No se trata de meras manifestaciones de autoritarismo, autocratismo y militarismo, rasgos que definen al gobierno casi desde su origen, sino de la anacrónica y patológica expansión del estatismo, de la profundización de la estatización de la vida social en todos sus ámbitos, con una clara perspectiva de someter a la égida del Estado y su Gobierno todas las esferas de la vida social. Existe hoy la manifiesta voluntad del gobierno de Chávez de controlar nuestros actos y hasta nuestro pensamiento. Los signos son elocuentes: el inicio de la estatización del deporte, con el sometimiento del Comité Olímpico al control gubernamental; el avance hacia la conformación de una «cultura oficial»; la abierta decisión de someter al control del Estado, mediante una ley, a las ONG’s, en particular las dedicadas a la defensa de los derechos humanos; la amenaza concreta de convertir la educación en instrumento de ideologización de los estudiantes, inculcándoles los supuestos «valores de la revolución»; las cada vez más concretas amenazas a la autonomía universitaria; la disposición anunciada de «revisar» (que en clave chavista significa, sin duda, «cancelar») las concesiones a algunas plantas de televisión; la creciente partidización de la FAN y la creación de cuerpos paramilitares de clara raigambre fascista; el desarrollo de una política internacional imprudente y peligrosa para los intereses del país; los continuos atropellos a todas las formas de propiedad privada y, por si fuera poco, la aprobación de leyes y sentencias del TSJ cada vez más opresivas y restrictivas de los derechos ciudadanos.
La cristalización definitiva de este régimen se traducirá en la profundización de los males que afectan a todos los sectores del país, como la inseguridad, el desempleo y la pobreza. Y la razón es muy sencilla: un régimen de control total impide aquellos acuerdos y concertaciones entre el gobierno y la sociedad que son indispensables para encontrar la solución a esos males que, como hemos visto, el gobierno con su sola acción no ha podido enfrentar satisfactoriamente después de casi ocho años. Se trata de tendencias en desarrollo, que todavía podemos detener, pero a condición de que tomemos conciencia de la gravedad de la situación y actuemos en consecuencia.
Por estas razones, reafirmo mi convicción en una estrategia democrática, que recurra a las elecciones para consolidar las libertades públicas y los derechos ciudadanos. Siempre hemos estado conscientes de los obstáculos y trampas con que el gobierno ha sembrado este camino, del insólito ventajismo oficialista y de sus abusos incontables, así como también del perverso rol que, con sus errores, han jugado algunos poderes fácticos. Esta conciencia ha alimentado mi propio esfuerzo y el de todos cuantos me han acompañado en este proceso electoral, para lograr la salida unitaria que le ahorre al país traumas aún más graves de los que hemos vivido. A aquellos compañeros, mi eterno agradecimiento y la expectativa de que continuaremos juntos en la lucha.
Ahora, en este preciso momento de mi retiro de la contienda electoral, reitero mi convicción de que proseguiremos en la brega. La batalla por la democracia y contra el totalitarismo, así como la defensa real de los derechos de los pobres y marginados, continuará siendo el norte de nuestro empeño. Retiramos nuestra candidatura ratificando los principios y valores que nos condujeron a proponerla.
El esfuerzo que hemos hecho no ha sido en vano. Ha servido para robustecer nuestra toma de conciencia de la necesidad en que nos encontramos de redoblar nuestro empeño en cerrar el paso a la catástrofe que amenaza con quebrantar la paz de la nación y el derecho de nuestros ciudadanos a vivir sin miedo.