Obama y Xi bajan apuestan por alianza pragmática
Los presidentes de EEUU y China anunciaron un acuerdo para rebajar la tensión sobre sus actividades en el ciberespacio y apostaron por consolidar su alianza desde una perspectiva pragmática, cooperando en asuntos de interés mutuo pese a sus marcadas diferencias en varias áreas.
El mandatario estadounidense, Barack Obama, y el homólogo chino, Xi Jinping, se comprometieron a seguir potenciando su relación a pesar de las fricciones causadas por la percepción estadounidense de que China se ha implicado en el robo de sus secretos comerciales y mantiene una política abusiva de expansión en el Pacífico.
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Los dos acordaron que ninguno de sus Gobiernos se implicará ni apoyará en el robo cibernético de propiedad intelectual, «incluidos secretos comerciales u otra información de negocios confidencial, con la intención de proporcionar ventajas competitivas a compañías o sectores comerciales», informó la Casa Blanca en un comunicado.
«Esto es un avance. La cuestión ahora es si las palabras van seguidas de acciones, y lo estaremos observando muy detenidamente», afirmó Obama en una conferencia de prensa junto a Xi.
No habrá sanciones
No obstante, el presidente estadounidense se reservó la posibilidad de imponer sanciones a «individuos y entidades» chinas cuando tenga «pruebas de que están yendo contra compañías o personas en Estados Unidos».
Según Obama, Xi le comunicó durante la reunión que «no puede garantizar el comportamiento de cada uno» de los 1.300 millones de ciudadanos chinos, mientras que el mandatario estadounidense le garantizó que su política de sanciones es la misma a nivel mundial y no específica para China.
EE.UU. sospecha desde hace meses que China está detrás del robo de millones de archivos con información de funcionarios estadounidenses, y según el FBI, los ciberataques chinos dirigidos al espionaje comercial han aumentado un 53 % en el último año.
Las dos potencias más contaminantes del mundo también dieron un impulso a sus compromisos contra el cambio climático, especialmente China, que anunció que en 2017 pondrá en marcha un sistema nacional de comercio de derechos de emisión de CO2.
Ese sistema se conoce en inglés como «cap and trade» y consiste en la fijación de un límite para las emisiones de carbono y el permiso para que las compañías del país que no lleguen a ese límite puedan vender créditos a otros que se pasen del máximo.
Nuevo fondo
China también anunció que creará un nuevo fondo con una dotación de 3.100 millones de dólares (20.000 millones de yuanes) para ayudar a países pobres a combatir el cambio climático.
«Cuando las dos mayores economías, consumidores de energía y emisores de carbono se unen así, no hay razón para que otros países, desarrollados o en desarrollo, no hagan lo mismo, así que este es otro gran paso hacia el acuerdo global que el mundo debe alcanzar en dos meses», en la conferencia de la ONU en París, dijo Obama.
Menos fructífera fue la conversación de los dos líderes respecto a la actividad china en el Mar de China Meridional, donde Pekín está escalando sus operaciones y construcciones en islas en disputa, como las Nansha/Spratly, reclamadas por Filipinas.
«Le expresé al presidente Xi nuestra significativa preocupación sobre la reclamación de tierras, construcción y militarización de áreas disputadas, que hacen que sea más difícil para los países en la región resolver los desacuerdos pacíficamente», indicó Obama.
En defensa
Por su parte, Xi afirmó que «las islas en el mar de China Meridional son territorio de China desde tiempos muy antiguos», y su país tiene «el derecho de defender» su propia «soberanía territorial» y sus «derechos e intereses legales y legítimos».
Obama tampoco eludió su preocupación sobre los derechos humanos en China, al considerar «problemático» que ese país llegue a «impedir que los periodistas, los abogados, las organizaciones y los grupos de la sociedad civil actúen en libertad, o cerrar iglesias y denegar un trato igualitario a las minorías religiosas».
Xi subrayó al respecto que «los países tienen diferentes procesos y realidades históricas», y estos deben «respetarse».
Ese tipo de diferencias han llevado a algunos de los aspirantes republicanos a la Casa Blanca en 2016 a criticar el manejo de la relación por parte de Obama y a abogar por una línea más dura o, directamente, por el cese del diálogo con China.
Obama ha apostado en cambio por avanzar en las áreas de interés común de la relación, y su entorno insiste en que el diálogo conChina ha sido clave para alcanzar un acuerdo nuclear con Irán, presionar a Corea del Norte o impulsar las negociaciones globales sobre cambio climático, entre otros temas.
Los dos gigantes económicos, que intercambian casi 600.000 millones de dólares en comercio al año, se comprometieron hoy a «potenciar el trabajo hacia un tratado de inversión bilateral con altos estándares, que podría ayudar a equiparar el terreno para las empresas estadounidenses», en palabras de Obama.