SÍ a la paz
La negociación es un proceso de decisión interdependiente, en el cual los resultados para cada parte dependen no sólo de su propia acción sino de lo que haga, deje de hacer o se piense que vaya a hacer el “otro”. Como nos dice la politóloga Eva Josko de Guerón: “la negociación es una modalidad de decisión basada en el control recíproco”. En el ámbito político interno podríamos afirmar, parafraseando a Juan Pablo II, que la negociación es el otro nombre de la democracia. La negociación es uno de los instrumentos fundamentales para enfrentar con éxito el desafío de la modernización socioeconómica y organizacional y para solucionar, sin matarnos, los inevitables conflictos de intereses. El rol de los gobernantes, en un moderno Estado democrático, es más de coordinadores y mediadores entre intereses divergentes que el de decisores y reguladores unilaterales. En la contienda política democrática, no hay enemigos que destruir sino adversarios que superar y que mañana podrían convertirse en socios para el logro de objetivos comunes. La democracia requiere de una cultura del entendimiento, de la comunicación, del diálogo y del compromiso, que sirve de base a la necesaria negociación entre los grupos socioeconómicos y políticos. Desgraciadamente, parece que el Presidente Chavez ha sido formado culturalmente en el tradicional autoritarismo hispano-arabe-indígena, que ha dado a la negociación una connotación despectiva y que tiende a confundirla con la componenda y el chantaje. En efecto, el “proceso bolivariano”, en su relación con la oposición, ha privilegiado la confrontación, el sectarismo, la agresión y la exclusión, creando las condiciones para el odio, la división, la violencia y la desconfianza. Cualquiera sea el resultado del referéndum, si no hay negociación efectiva entre las partes, no habrá paz, y sin paz no hay desarrollo. Sin embargo, sólo la victoria del Sí garantiza una verdadera negociación. En efecto, aun perdiendo el referéndum el chavismo mantendría una posición de poder muy relevante, dado su control sobre las instituciones del Estado. La necesaria negociación sería relativamente simétrica. En cambio, una victoria chavista dejaría a la oposición democrática en una posición muy debilitada, en el gobierno se fortalecería el sector más autoritario, contrario a toda concesión relevante a la oposición. Una mayor exclusión de la oposición y la confiscación total de las instituciones por parte del chavismo, fortalecerían los sectores radicales de la oposición. Si quieres la paz, vota SÍ.