Las primarias son secundarias
Algunos dirigentes políticos de la oposición y analistas plantean la necesidad y conveniencia de realizar unas primarias para elegir el candidato único que se enfrentará a Chávez, una vez el líder del MVR salga disparado por los votos de los millones de venezolanos que acudirán a las urnas (en realidad es a las máquinas) el próximo 15 de agosto, Dios mediante.
En condiciones normales, es decir, en un ambiente donde la democracia funcione de acuerdo con las reglas que la rigen, esto es, donde existe un Gobierno que tolera la disidencia, las instituciones funcionan de forma autónoma, prevalece el Estado de Derecho y las relaciones entre la oposición y el Presidente fluyen de manera normal, sería lógico esperar que la oposición se organizase para convocar unas elecciones primarias en las que se seleccione al contendor del adversario que propone el oficialismo. Podríamos ir a un más allá: los ciudadanos se han ganado el derecho a escoger ese abanderado, pues ha sido la ciudadanía la que ha derrotado el proyecto autoritario y hegemónico del caudillo de Sabaneta. Sin los firmazos, reafirmazos y reparaciones, paros cívicos, gigantescas marchas y concentraciones, cacerolazos y la infinita variedad de formas de protesta ideadas por la gente, no se vería el referendo revocatorio en el horizonte, la Mesa de Negociación y Acuerdos habría naufragado y no existiría la posibilidad de sacar a Chávez por la vía electoral. Los hombres y mujeres que han sudado la gota gorda en la larga travesía por el desierto, poseen todos los títulos para aspirar a nombrar su representante en la contienda electoral posterior al RR. De ello no hay duda.
Sin embargo, en una semidictadura, al decir de Mario Vargas Llosa, como la que impera en Venezuela, las cosas para la oposición y para los ciudadanos resultan mucho más complicadas. Los triunfos que se han logrado han representado conquistas homéricas. Se han tenido que vencer presiones de todo tipo por parte del Gobierno y sus agentes: chantajes, amenazas hamponiles, trampas y vejámenes. Los acuerdos en la Mesa de Negociación se obtuvieron después del paro petrolero. Sin ese ariete, probablemente Chávez habría terminado burlándose de César Gaviria y de Jimmy Carter. Si no se hubiesen derrotado las posiciones extremistas que despuntaron en la Coordinadora y fuera de ella, a lo mejor estaríamos en guarimbas permanentes, o el ala guerrerista del MVR habría concretado el autogolpe. Estamos a las puertas del RR porque la sensatez, la mesura y el realismo político de la dirigencia se han impuesto contra viento y marea. Pero, nada ha sido un regalo de los dioses. La guerra de Troya habría que considerarla una escaramuza si se le compara con la heroica batalla que ha tenido que dar la colectividad para llegar a donde estamos.
Ahora a esa oposición y a esos ciudadanos se les pide que hagan unas primarias. Luego de los agrios debates y enormes tensiones que se generaron por si íbamos o no a los reparos, si nos aferrábamos como a una tabla de salvación de la decisión de la Sala Electoral del TSJ, que validó las “firmas planas”, y si postulábamos candidatos a las elecciones regionales, hay un grupo de dirigentes que propone enzarzarnos en un nueva y tormentosa confrontación: las primarias. El argumento que se apunta no convence: los ciudadanos no tolerarán una decisión cupular burocrática, al estilo tradicional, que excluya a los ciudadanos de un tema tan trascendental. Consideran que la gente no es capaz de comprender la complejidad del momento y el valor de lo que se está poniendo a prueba.
La presión de la Coordinadota desde ahora hasta el 15 de agosto tendrá que ser de millones de atmósferas para impedir que cristalicen todas las trampas concebidas por el trío del CNE, y que Chávez, con el reparto alegre del dinero público y las centenas de miles de chinos, sirios y bengalíes que ha cedulado, pueda ganar el revocatorio. Hasta esa mágica fecha, la oposición no podrá fijar su mirada en ningún otro objetivo. Tendrá que concentrarse en organizar los comandos por el SÍ. Articular las redes que permitan movilizar la mayor cantidad posible de venezolanos para que acudan a votar. Deberá pensar en los dispositivos que preserven la seguridad de los votantes. En fin, habrá que ocuparse de lograr que la jornada sea un éxito incuestionable. El 15 de agosto, cerca de las 12 de la noche, el CNE deberá estar anunciando que el pueblo reunió los votos suficientes para eyectar a Chávez, gracias al coraje e indoblegable tenacidad de la sociedad y sus dirigentes. Quedarán 30 días para concurrir a un nuevo proceso electoral en el que se elegirá a un “nuevo Presidente”, tal como reza el artículo 233 de la Constitución.
Como vivimos en un país invertido, es probable que la Sala Constitucional le permita a Chávez participar en ese evento, a pesar de que haya sido revocado. El comandate está en campaña desde hace años, y seguirá estándolo hasta que salga derrotado de nuevo. Pero, para ello, se necesita una Coordinadora unida y firmemente cohesionada. Las primarias, además de que seguramente no habrá tiempo para realizarlas, tienden a canibalizar a los grupos que participan en ellas. Ahora de nuevo se requiere que la CD tenga la misma madurez que mostró cuando encaró los reparos. Hay nombres de dirigentes veteranos y respetables como Pompeyo Márquez, Alejandro Armas, Américo Martín y Manuel Cova, o figuras emergentes como Gerver Torres, en torno de los cuales podría construirse el consenso para anteponer a Chávez un líder que unifique al país, evitando los peligros de unas primarias inconvenientes. El país entendería y compartiría este método de selección.