¿Le conviene a Chávez diferir el RR?
Hugo Chávez movió sus piezas en el CNE para lograr que el referendo revocatorio se realice el 15 de agosto próximo, apenas cuatro días antes de que se cumpla la mitad del período constitucional. Oscar Battaglini se tomó tan a pecho la orden de sabotear la cita, que hasta se opuso a que el RR fuese convocado. La maniobra parece clara: cualquier obstáculo en el desarrollo del proceso referendario, trasladaría la materialización de la consulta para más allá del 19 de agosto; con lo cual en el caso, casi seguro, de que Chávez salga revocado, se encargaría por el resto del período presidencial quien esté ejerciendo para ese momento la Vicepresidencia de la República. ¿Le conviene esta treta al chavismo? Creo que no.
Después de la derrota oficialista en los reparos, la sucesión presidencial se la disputan en una guerra sin cuartel José Vicente Rangel, Diosdado Cabello y Alí Rodríguez. Cada uno de ellos hace lo imposible por complacer al jefe. Rangel, ya sin la careta que le ocultó durante décadas su rostro de déspota con vocación servil, actúa para demostrar que con él, tanto Chávez como el chavismo pervivirán en esa larga noche que se iniciaría a partir del momento que el CNE anuncié los resultados de la consulta electoral. Diosdado, golpeado por su conexiones con el Comando Ayacucho, trata de ganarse los favores del ala más radical del MVR. Alí Rodríguez elude la alcabala del Banco Central de Venezuela, y le transfiere directamente los recursos de PDVSA al Gobierno, para que Chávez gaste a manos llenas en estos días de bonanza petrolera. El torneo por ver quién repta y medra más rápidamente no conoce tregua. Pero, ¿podrá alguno de esos señores garantizar la supervivencia de un gobierno chavista sin Chávez por un lapso de dos años y medio? La probabilidad de que alguno de ellos pueda conducir el Gobierno por un período tan largo es lejana. Los tres son figuras odiadas fuera del chavismo, mientras que adentro carecen del arraigo que el momento exige.
Rangel representa el epítome de la abyección y la traición a los valores democráticos. De haber aparentado ser un hombre demócrata y ponderado, que durante cuarenta años proyectó la imagen de defensor de los derechos humanos, hoy es la síntesis del renegado. Es el Vladimiro Montesinos del régimen. Un trafuga que pisotea todos los valores que supuestamente proclamaba. Su tránsito por el Ministerio de la Defensa mostró que no es santo de devoción de los militares. Diosdado Cabello simboliza el extremismo intolerante. Su base de apoyo político y social es el talibanismo en su expresión más elevada. Sus posibilidades de trascender el círculo de los más fanáticos y conectarse con el resto del país son muy limitadas. El suyo sería un gobierno aislado. Finalmente, Alí Rodríguez perdió la aureola de persona ecuánime que lo acompañó cuando fue ministro de Minas e Hidrocarburos y, luego, Secretario General de la OPEP. Ese halo quedó pulverizado luego de haber emprendido con saña desconocida la destrucción de PDVSA. No es fácil que el país le perdone al “Comandante Fausto” haber sido el brazo ejecutor del odio de Chávez contra los antiguos trabajadores de la empresa petrolera y contra sus familiares, sometidos a todos los escarnios imaginables.
¿Más allá de Rangel, Diosdado y Rodríguez quiénes están? Chávez podría explorar con Baduel, su salvador. Pero, este general ha demostrado una vocación independentista que al caudillo de Barinas no le satisface. Podría tener sus propios planes. Otros que se ven en el panorama son Francisco Ameliach y William Lara. Al primero, la Asamblea Nacional le ha quedado gigantesca, pensemos cómo le quedara Miraflores. El segundo carece del liderazgo que se exige. En conclusión: Chávez no cuenta con un sucesor con las condiciones requeridas para garantizar que el régimen sobreviva desde el día del RR hasta la fecha de la transmisión de mando el 10 de enero de 2007. Un gobierno chavista sin Chávez al frente del la Presidencia de la República, no es factible. Se desmoronaría. Implotaría por la fuerza de la crisis económica y social, la inestabilidad política y la falta de apoyo institucional, sobre todo de las Fuerzas Armadas, que no estarían comprometidas a defender un gobierno ilegítimo, que no ha sido elegido ni siquiera por la Asamblea Nacional. Pero sobre todo se vendría abajo por las movilizaciones populares. La ciudadanía, protagonista de varios firmazos y reafirmazos, y del RR, bajo ninguna circunstancia aceptaría que un Presidente designado por el actual mandatario, se mude a Miraflores por un período de más de dos años.
La fractura del Gobierno provocaría la estampida desordenada del oficialismo. Por lo tanto, lo que más le conviene a Chávez en la fase que va desde ahora hasta la celebración del RR es ordenar el repliegue de sus fuerzas, siguiendo los mecanismo previstos en la Constitución. Le interesa que el RR se realice antes de la mitad del período, y que a los 30 días se efectúen las elecciones para elegir “el nuevo Presidente”, tal como dice el artículo 233 (sería un verdadero exabrupto que el TSJ autorice a Chávez a presentarse a los comicios a los que da origen la revocatoria de su mandato). El chavismo es una fuerza social y política que reúne a una franja importante de venezolanos que puede tener representación entre los funcionarios del Poder Ejecutivo electos mediante el voto popular (gobernadores y alcaldes) y en los organismos colegiados del Poder Legislativo. Esta presencia la pueden lograr si dejan de presionar, chantajear y delinquir. Si respetan una regla de oro de la democracia: el derecho del pueblo a elegir gobiernos alternativos.