La batalla de Santa Inés
¿Cómo no alegrarme por los que tuvieron razón en abogar por los Reparos y conquistaron así, tras más de un año de regateos por el Referéndum, que por fin éste fuera admitido por el CNE chavista, bajo la presión sostenida de millones de opositores, la Coordinadora Democrática y de los observadores internacionales?
La batalla de Santa Inés sin embargo, al decir del locario, apenas comienza. No ando en plan de aguafiestas pero es bueno discernir que lo dado por finalizado y victorioso apenas comienza y está lleno de peligros.
Sobre los propósitos de la pandilla castrista al poder, recordemos que el régimen es dominado por una casta de malandros con dos conductas complementarias: la hipócrita del discurso democrático y la fascista de su accionar cotidiano.
Nunca olvidemos las imágenes de Jorge Rodríguez, Rector del CNE, admitiendo la convocatoria al Referéndum, pero tampoco lo hagamos con las del vandalismo de los de fascinerosos pagados desde Miraflores, que accionaron contra El Nacional, Así Es La Noticia, Bloque De Armas, Radio Caracas Televisión, y contra la Alcaldía Mayor, donde Alfredo Peña y los reporteros presentes se agachaban para evitar ser impactados por las balas que entraban por las ventanas.
Pero sobre todo debemos imaginar, cual pantalla partida, de un lado a Chávez posando de demócrata sublime, partidario vehemente y cotidiano del revocatorio, vestido con máxima elegancia, sobándole la cabeza a la estatua de Zamora, expectorando su enésimo chorizo discursivo, tratando de hacerse apoyar por las imágenes de Bolívar, Sucre y hasta por el corazón de Jesús, usado sacrílegamente para la ocasión, y del otro lado, en la misma pantalla, la salvaje y criminal agresión fascista contra el diputado Rafael Marín a quien intentaron asesinar los enviados de Chávez al fracturarle el cráneo con un pedazo de viga doble T, luego de destruirle el vehículo.
¿Cual es la verdadera naturaleza del régimen, la de Chávez posando de demócrata, o la de Chávez que mandó a asesinar horas antes a Rafael Marín?.El que dude pregúntele a Rafael Marín y a su familia.
Se supone entonces que vamos al Referéndum Revocatorio.
El presidente lo admite y agrega, en su lenguaje de estratega de pacotilla, que seguirá abusando de los recursos infinitos del Estado, malbaratando miles de millones de dólares, para poder seguir jugando a mantenerse, contra viento y marea, en el usufructo del poder espurio.
La clave de toda su farsa, de aceptar jugar con las reglas democráticas, radica en su mayoría de acólitos en el CNE, para los que pide una y otra vez un explícito reconocimiento anticipado a sus decisiones.
La mayoría oficialista en el CNE, acorralados por las cifras finales, ahora se presentan como si fuesen árbitros confiables cuando en realidad hicieron lo imposible por frustrar, con centenares de triquiñuelas, una victoria opositora para imponer el Revocatorio.
Una oposición manoseada por las dilaciones, el escepticismo, la ruina económica, el retroceso social, la emigración de segmentos profesionales, la derrota de los que ya nada esperan, etc., puede llegar debilitada al famoso Revocatorio. Ésa es la apuesta de Chávez y ahora es cuando tratará de disminuir la moral opositora abusando de ella con chantajes, con adulteraciones masivas del registro electoral, con reglamentos infames repletos de condiciones para menoscabar la participación en el proceso. ¿Quién impondrá esas condiciones? Pues el CNE y la mayoría chavista de un Tribunal Supremo, al que le sumarán muy pronto 10 compinches inmorales escogidos entre los más rastreros adulantes de los bajos fondos judiciales.
Pobre de aquel que crea que ya vencimos a Chávez por imponerle una fecha de revocatorio. Si la conducta de nuestra dirección permanece atada al electoralismo y a la cohabitación con el régimen, ese revocatorio puede convertirse en nuestra soga de ahorcados para dejar este locario en el poder por lo menos por dos años más. ¿Quién aguanta a estos chafarotes leguleyos del chavismo imponiendo toda clase de ventajismos para el gobierno y restricciones para la oposición en un Referéndum de un día, donde deben llevarse a votar y firmar cuatro millones de venezolanos?
Somos 12.500.000 votantes. Necesitamos solo un tercio de ellos en las urnas diciendo que Chávez se vaya. Sobrarían millones para lograr ese objetivo si el Referéndum se hiciera en condiciones democráticas y sin el demencial arsenal de recursos de hostigamiento y limitaciones con la que el chavismo espera hacernos fracasar esa jornada.
El Revocatorio se gana o se pierde en las condiciones que se acepten, o que impongamos en la calle para garantizar su transparencia y eficacia.
Si dejamos que el atronao planifique, y escenifique en Agosto, su “batalla de Santa Inés”, escogiendo el terreno y las condiciones con los que pretenderá derrotarnos, no dudemos que puede atornillarse en el poder relegitimándose en la frustración del revocatorio. Quienes anden pendientes de sus candidaturas para Alcaldías y Gobernaciones, y sobre todo el centenar de precandidatos presidenciales, deben saber que si Chávez nos gana el referendum, además de terminar de hundir el país, los barre a todos del escenario electoral y más les vale hacer de la batalla del revocatorio una precondición de sus propias posibilidades.
La historia, no escrita aún, dice que en la cúpula militar se resolvió lo andaba en la cabeza de las fracciones chavistas. García Carneiro jalaba para desconocer las firmas,mientras que Baduel parloteaba algo ininteligible llegó la opinión de la mayoría de los oficiales de guarniciones claves con la orden de cumplir lo pautado en la constitución. Sencillamente oyeron lo que querían nueve de cada diez venezolanos.
En las Fuerzas Armadas se discute abiertamente sobre cuanto puede estirarse la flexibilidad del marco legal antes de romperse. Porque nadie estará mas interesado que ellos en que esto no se vaya al demonio.
O los militares permiten y auspician que nos contemos, o terminaran por matarse entre ellos si desconocieran la constitución. Porque aquí no habrá guerra civil pero lo seguro es que los militares terminaran fracturados y echándose plomo si se le ocurre el disparate de tolerar que su cúpula nos imponga una dictadura castrista.