Opinión Nacional

Chávez y el referéndum

A pesar de las amenazas, intimidaciones, chantajes, promesas, sobornos, trampas y la violencia de las bandas chavistas (que recuerdan las «squadracce» fascistas de Mussolini y los batallones de la dignidad de Manuel Noriega), la oposición venezolana logró que casi 800.000 valientes fueran, una vez más, a ratificar sus firmas y obtener alrededor de 2.600.000 válidas (140.000 firmas más de las necesarias) para convocar el referéndum revocatorio del mandato presidencial.

Los resultados se conocieron oficiosamente la misma noche del lunes 31 de mayo, sin embargo la mayoría chavista del Consejo Nacional Electoral esperó hasta el jueves 3 de junio para anunciar resultados “preliminares” y admitir que la tendencia era clara a favor de la oposición. Durante esos tres días, los talibanes del chavismo trataron que Chávez desconociera los resultados, alegando un supuesto fraude de la oposición a través de cédulas de identidad “clonadas” y la aparición de supuestos “muertos” en los listados. Sin embargo, Chávez, al reconocer la victoria de la oposición, tomó la decisión más inteligente para sus intereses.

En efecto, desconocer los resultados, con la presencia en Caracas del ex Presidente Carter y del Secretario General de la OEA, Cesar Gaviria, presidiendo una misión conjunta de observadores electorales y con la Asamblea General de la OEA a punto de reunirse en Quito, hubiese significado aceptar unos costos políticos muy elevados. En cambio, con la aceptación de los resultados, la aparente fachada democrática del gobierno permanece vigente y de todos modos se mantienen abiertas todas las opciones. Efectivamente, Chávez puede seguir jugando en diferentes tableros y tomar la decisión definitiva en el momento que él juzgue más oportuno. Puede hacer retrasar el proceso en el CNE para que el referéndum sea después del 19 de agosto. En ese caso, aun perdiendo el referéndum, el chavismo mantendría la presidencia a través del Vicepresidente.

Al mismo tiempo, con el petróleo a más de 40 dólares el barril, Chávez podrá seguir repartiendo ilegal e irresponsablemente el dinero público, para comprar conciencias y votos. También podrán seguir los chantajes y las intimidaciones y finalmente, a través del control sobre el CNE y el Tribunal Supremo de Justicia, se mantendría la posibilidad de hacer fraude antes, durante y después del acto electoral. Chávez tiene un par de meses para tomar una decisión histórica. Cerrar el juego democrático y abrir las puertas a la violencia fratricida, como hizo en Nicaragua el Daniel Ortega de 1979 o negociar, para reinstaurar la paz y la democracia, como el Daniel Ortega de 1990.

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