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Oda a Brasil

Brasil, el país del futuro, hace una década parecía que finalmente había llegado hasta el futuro. O al menos el futuro había comenzado. Y esto fue en los años del gobierno del presidente Luiz Inácio Lula da Silva. El Brasil y Lula eran vitoreados en todo el mundo. Con Brasil apareció el llamado BRICS, los nuevos poderes mundiales emergentes.

Lula ganó para Brasil las sedes de la Copa del Mundo de 2014 y de los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro-2016. En octubre de 2010 en Copenhague, siendo yo entonces Presidente de Timor Oriental, fui invitado a hablar en un acto solemne de la reunión del Comité Olímpico Internacional. En mi alocución, estuve discreto y neutro, pero terminado el discurso y mi estatus privilegiado de “Invitado Especial”, me lancé en un lobby a favor de Río.

A un delegado africano le dije lo siguiente, muy categóricamente, sin rodeos:

“Hermano, yo soy el presidente de Timor Oriental, un pequeño país de Asia. Nunca podremos organizar los Juegos Olímpicos. Nunca un país pobre, del llamado Tercer Mundo podría albergar los Juegos. Estos siempre se han realizado en los países grandes y ricos del Norte. Pero hoy en día existe un país del Sur que tiene dinero, tecnología, know-how, mucha creatividad. Ese país es Brasil. ¡Hermano, le pido que vote por Río-2016!”.

Ese delegado nunca habría oído a nadie hablarle tan directamente a su corazón y orgullo en tanto que africano. Hablé con todos los pequeños Estados del Golfo. Rio fue escogido como sede de los Juegos de 2016. Lula lloró. Poco después, me escribió para agradecer todo mi apoyo activo para Río.

Brasil fue el país del futuro- pasado endeudado. Pero gracias a las reformas introducidas por Fernando Henrique Cardoso e Itamar Franco y continuadas por Lula honraron las deudas y el Brasil se convirtió en un país acreedor. Era finalmente el país del presente y del futuro.

La crisis de las hipotecas de alto riesgo en los EE.UU. e Inglaterra, que estallaron en el último trimestre de 2008, inevitablemente se extendieron a Asia, África y América Latina.

Brasil, India, China, Japón, Australia y otros países industrializados y menos desarrollados, siguen sufriendo los graves efectos de la crisis, que tan sólo en EE.UU. parece estar acabando con una baja tasa de desempleo, de alrededor del 5% y un crecimiento de más de 3%.

Brasil celebra hoy 193 años. Casi dos siglos de independencia. Pero incluso este pueblo de gente normalmente feliz, dejó de tener optimismo y fe.

La crisis que provocó la recesión en Brasil es común a todos los países del mundo. La economía brasileña necesita de los mercados americanos, europeos y chinos para su crecimiento. Obviamente, la crisis mundial afecta negativamente a todos, o casi todos, sin excepción.

Sin embargo, Brasil sigue siendo una de las 10 principales economías del mundo. A los precios actuales, en 2014 el PIB alcanzó R $ 1,271 billones, es decir U$ 567 mil millones. Y contrariamente a lo que ocurría en el pasado cuando Brasil era un país muy endeudado, en la actualidad cuenta con una reserva de alrededor de U$ 300 mil millones.

Brasil es el único país del Tercer Mundo que cuenta con tecnología equivalente a cualquier país europeo avanzado. Es el país del Tercer Mundo que produce aviones comerciales notorio éxito en un mercado hasta ahora dominado por las grandes compañías aeronáuticas.

Los aviones Embraer surcan los cielos de Europa, Asia y África. Ya he viajado muchas veces en estos aviones, que cuentan con una gran calidad y óptima seguridad.

Las industrias siderúrgica, automovilística, metalúrgica, la agricultura, la ganadería, la producción de alimentos, farmacéuticos, médica, etc., se sitúan a la par de las mejores industrias europeas.

Brasil fabrica y envía satélites al espacio y es el único país del Tercer Mundo que cuenta con un portaaviones y modernos submarinos.

Los problemas y los retos siguen siendo grandes para este país de más de 200 millones de habitantes y que es más grande que todos los demás países de América del Sur juntos. La economía de São Paulo es mayor que la economía de Argentina.

A los brasileños desanimados y desalentados que han perdido la esperanza, les enviamos desde Timor Oriental un mensaje de fe y coraje, ya que mejores años vendrán para los más de 200 millones de habitantes a vuestro país multicultural, tolerante, flexible, creativo e innovador.

La economía mundial va a mejorar. Los primeros signos positivos ya surgen en EE.UU. y en el Reino Unido. La inestabilidad en el mercado financiero de China es fugaz y será superado.

*José Ramos-Horta Premio Nobel de la Paz 1996. Ex presidente, ex primer ministro y ex canciller de Timor Oriental.

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