Opinión Nacional

Venezuela en su laberinto

In Memoriam Simón Alberto Consalvi

El fallecimiento del presidente Chávez no hay dudas que marca un parte aguas en nuestra historia republicana. Muchas cosas se pueden señalar en torno a la figura paradigmática y controversial del presidente Chávez. Gano casi todas las elecciones pero lamentablemente fue vencido por la enfermedad, y por supuesto si bien pudo haber estado cargado de buenas intenciones y para muchos llego a ser un héroe, e incluso un Dios, no es menos cierto que no supo rodearse de equipos, técnicos, evaluar medidas, tomas de decisiones y materializar logros reales. Un análisis serio, profundo y crítico requiere el país, el llamado proceso y sobre todo lo que tiene que ver con los logros reales después de catorce años y de haber manejado la mayor riqueza en nuestra historia contemporánea. Nuestra lectura repito no puede ser dadivosa o llena de indulgencias porque Chávez y la revolución fue electa para cambiar y transformar los horrores y problemas que en los 90 el país exhibía y hoy se han multiplicado y radicalizado.

Nos corresponde primero analizar el liderazgo de Chávez. Su personalidad, perfil, rasgos, liderazgo y actuaciones lo ubican y colocan como una figura paradigmática y controversial con una concepción dual o binaria de la política, del mundo y demás. Chávez gravito entre una concepción polarizada entre amigos y enemigos, seguidores y detractores, patriotas o traidores, fraternal e irreverente, impulsivo y racional, amor y odio, con una profunda ascendencia popular, con una singular conexión sentimental con el pueblo asumiendo rasgos cuasi religiosos ganando diecisiete elecciones en casi década y media y que su éxito radicó en el trípode o triada carisma, petróleo y propaganda. Cómo entender que un líder tan cuestionado por los precarios logros, paradójicamente en la década con el mayor ingreso petrolero y de divisas en la historia del país, además de una gestión empañada por la ineficiencia y al corrupción y sin embargo tenga una popularidad indiscutible al extremo de haber sido reelecto el 7 de octubre de 2012 en plena enfermedad.

Segundo, no podemos desdoblar en este análisis la Economía, y hablar de la economía venezolana que es una caja de pandora donde encontramos de todo, salta abiertamente la suerte que ha tenido la revolución, el proceso y el propio ex presidente Chávez que tiene que ver con el precio promedio de la cesta petrolera, sólo por ingreso petrolero en la última década se percibió más de 900 mil millones de dólares y este aspecto es muy particular y determinante para explicar cómo el petróleo le permitió no sólo al presidente proyectase en el país con una actividad o labor asistencialista a través de la docena y media de misiones creadas en el país, misiones que si bien no solventan los graves problemas de los venezolanos si al menos han servido para atenuar o mitigar problemas, ese mismo ingreso petrolero descomunal le permitió al presidente proyectarse en toda América Latina, el Caribe y algunos países orientales en los que la revolución bolivariana llegó para ayudar, donar, subsidiar, comprar bonos de deudas, construir hospitales, crear empresas, establecer y firmar fondos y convenios de ayuda humanitaria, intercambio, venta y donación de petróleo. Lo cierto del caso es que la revolución no supo hacer un manejo adecuado, prudente, racional y técnico de la renta petrolera y además de gastar, dilapidar recursos, no se hicieron inversiones y encima el país se endeudó teniendo en pleno siglo XXI una economía deprimida, contraída, plagada de distorsiones, controles de precios, controles cambiarios, inflación, desempleo, improductividad, aumento desmedido del gasto público, devaluaciones, déficit fiscal, escasez de alimentos, dependencia como nunca antes de las importaciones entre otros.

En tercer lugar, el país, para nadie es un secreto las fallas y los problemas que el país y la sociedad venezolana mostraban en los años noventa, distorsiones de índole económico y social que han podido corregirse pero no sólo a Carlos Andrés Pérez le correspondió romper con la historia y la imagen de esa Venezuela del ta barato dame dos, CAP entendió que su segundo mandato tenía una responsabilidad en hacer grandes reformas y que su gobierno no se parecería en nada a su primer periodo, las reformas que contaron con toda una arquitectura, técnicos, expertos y modelaje, no es menos cierto que no tuvo apoyo de los partidos y clase política comenzando por Acción Democrática que unido a un papel nefasto de los “intelectuales” o “notables” y una falta de comunicación con el pueblo que desconocía las medidas, etapas, logros y metas pautadas termino produciendo no sólo un caracazo, dos intentonas golpistas (4F y 23N 1992), sino la destitución posterior del Presidente CAP (20-05-93) y de allí en adelante un san Benito y vía crucis que produce las carencias, las fallas y las emociones para albergar un cambio primero con Rafael Caldera en 1993 y posteriormente y de manera acentuada al elegir a Hugo Chávez Frías aquel domingo 6 de febrero de 1998.

En cuarto lugar, la sociedad venezolana, el presidente Chávez mal que bien, heredó un país y una sociedad con problemas claro está, pero una sociedad profundamente estable, segura, unida, con una infraestructura financiera, empresarial, agrícola y pecuaria, con una PDVSA sólida, unas empresas básicas (CVG) como SIDOR – VENALUM- ALCASA y otras en producción, una sociedad con rasgos modernos de buena educación, salud, con una red de autopistas, troncales, carreteras y vías de comunicación, una moneda sólida y por supuesto problemas que resolver vinculados a distorsiones, corrupción y demás por las cuales fue electo Chávez. Hoy el país y la sociedad venezolana lucen deteriorados, empobrecidos, somos una sociedad dividida, anarquizada, violenta, insegura en lo personal, en lo colectivo, en lo jurídico con variados problemas, algunos del pasado hoy radicalizados, y otros nacidos y multiplicados que incluso al día de hoy y posterior a la partida física del ex presidente Chávez, representan una bomba de tiempo y deben de corregirse con medidas, con disciplina, con decisiones oportunas.

La revolución no sólo tiene logros precarios, luego de catorce años tiene enormes deudas y un país atravesado por una fuerte crisis con una multiplicidad de aristas, además el proceso asume su peor momento como consecuencia de la muerte del Chávez como líder único, indiscutible e insustituible. La revolución se construyó con la presencia “única” de Chávez. La revolución está hipotecada y herida por sus errores y quienes intentar sustituir lo insustituible. El país requiere prudencia, sensatez, es necesario detener la intolerancia, los odios, los venezolanos debemos ser más racionales y menos emotivos, los venezolanos todos sin excepción requerimos de un gran acuerdo nacional, no sólo para saldar diferencias que no nos conducen a ninguna parte, sino por sobre establecer alianzas entre sectores públicos y privados, productivos, sindicatos, gremios, universidades, partidos políticos, dirigencia, iglesia, medios de comunicación y sociedad civil organizada para establecer metas y objetivos comunes de lo contrario seguiremos transitando un camino aciago, espinoso y lleno de incertidumbres.

Los venezolanos nos corresponde acudir a una cita con la historia patria aquella que tiene que ver con nuestro futuro inmediato, con mantener la institucionalidad, con profundizar realmente la democracia, con mejorar la calidad de vida y recuperar al país en todos su aspectos de una revolución que deja hecho trizas la economía, la seguridad, el tejido institucional y la calidad de vida de los venezolanos. Sepamos aprovechar esta segunda oportunidad en menos de seis meses y usemos con coraje y firmeza el voto como arma y herramienta para cambiar. El 14 de abril de 2013 tenemos la posibilidad de cambiar y revertir el caos actual. Con fervor, convicción y legitimidad votare por Henrique Capriles Radonski La Venezuela actual fracturada, maltrecha, escindida y afectada claro está por la partida del presidente Chávez, reclama una nueva etapa en la que las cosas se hagan de forma distinta, y en la que la política no sea sinónimo y extensión de desarraigo, incertidumbre, ineficiencia y desconcierto. Tenemos todo por hacer, la coyuntura de hoy es estelar y por tanto no debemos desaprovecharla. Venezuela y los venezolanos merecemos salir del laberinto actual y plantearnos un horizonte diferente, de paz, certezas y progreso. Hay un camino

(*) Profesor de la Universidad de Los Andes

 

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