Charlie Kaufman traslada su originalidad a Venecia
Charlie Kaufman ha trasladado la originalidad de sus películas a su nueva cinta «Anomalisa», una compleja historia de amor y soledad rodada en «stop-motion» con marionetas y con una gran atención al detalle que fue recibida este 8 de septiembre con grandes aplausos en la Mostra de Venecia.
Un filme que participa en la competición por el León de Oro de la Mostra y que es el primero animado de Kaufman, y su segundo dirigido tras «Synecdoche, New York» en 2008. En esta ocasión cuenta con la ayuda de Duke Johnson, y el material está basado en una historia concebida para el teatro y solo para ser leída.
Allí surge el reto de convertir esa pieza teatral en una película muy visual. «Fue un proyecto de 2005, con los actores en el escenario, leyendo el texto» y acompañados solo con música, sin decorados, explicó Kaufman en rueda de prensa.
Los mismos actores que interpretaron la obra en Los Ángeles -Dabid Thewlis, Jennifer Jason Leigh y Tom Noonan- prestan sus voces a los personajes de la película, que se centra en un fin de semana en la vida de Michael Stone, un conocido escritor de libros de motivación. En una visita a Cininnati, Michael conoce a Lisa, una chica en cuya voz cree encontrar algo único que la diferencia del resto de personas, que comparten la misma cara y voz.
«No me gusta hablar sobre lo que son mis películas para mí, porque eso invalidaría las experiencias de otros y todas las visiones son válidas», afirmó Kaufman.
Charlie Kaufman es un cineasta conocido por sus extrañas historias, que representan más un estudio sobre la vida de sus personajes que una secuencia rápida de hechos. Entre sus títulos más destacados se encuentran «Cómo ser John Malkovich», «Adaptación» y «Eterno resplandor de una mente sin recuerdos», el cual lo hizo ganador del premio de la Academia.
En el caso de Anomalisa, la soledad y el amor son los temas más evidentes, con la desesperación, el deseo, los complejos y los sueños como acompañantes de una historia que navega por un mundo surrealista en el que los personajes son una especie de robots con caras encuadradas entre líneas.
«No queríamos ocultar lo que eran(las marionetas), sino lograr un equilibrio entre los personajes que tenían que representar y el artificio de los muñecos» declaró Duke Johnson.
Todo «existe en una dimensión real», señaló Johnson, para quien hay una enorme diferencia entre esta técnica y la animación por ordenador. «No importa lo bien que esté hecha la animación por ordenador, el cerebro siempre puede ver cuándo es algo que existe en realidad o no».
«El guion era maravilloso y las palabras tan sobrias, que tan solo tenías que leerlas, casi no tenías que actuar», afirmó Jason Leigh, para quien el nivel de intimidad conseguido al grabar ciertas escenas fue incluso mayor que el de una película con personas.
Esa situación, en la que desaparece de las mentes el hecho de estar viendo animación es justo lo que Kaufman y Johnson quieren lograr de los espectadores.