El Editorial

Las colas de la ignominia

En ningún país de América Latina hay hoy un fenómeno similar al que ocurre en Venezuela en el que multitudes de personas hacen interminables colas con la esperanza de que, al cabo de varias horas de espera podrán comprar algo, bien sea arroz, café, azúcar, harina pan, papel toilette, pañales, baterías para automóviles o cualquier otro producto escaso.

Esta situación anómala se ha convertido en rutinaria y se ve, por ahora, a la gente tranquila con la ilusión que al final de la larga espera pueda regresar a casa satisfecho por haber conseguido algo que sirva, ya sea para su consumo, o para revenderlo con una ganancia tal que compense sus horas de cola y le redondee sus precarios ingresos.

Ahora, es lógico formularse la pregunta hasta cuándo puede durar esta ignominiosa situación en las que centenares de miles -para no decir millones- de venezolanos, pierden preciosas horas de su vida esperando que la suerte les brinde el o los productos que justifiquen su inmovilidad.

No se puede pensar que la mayoría de los venezolanos se han convertido en unos autómatas cuyo fin es ahora estar en largas colas bajo un inclemente sol y no sientan dentro de sí deseo de una vida distinta en la que puedan emplear su tiempo en hacer otra cosa que esperar a las puertas de un supermercado u otro negocio.

Lo mas probable es que muchos estén consciente de que no hace mucho no hacían colas y vivían mejor y que empiece a germinar en ellos una molestia progresiva e incluso sentimientos de rabia y un deseo de cambio. Eso debe ser la verdad detrás de las últimas encuestas que muestran que más de un 80% de los venezolanos quieren un cambio. Por eso, si esto se confirma, el 6D el régimen puede despertar con una sorpresa colosal y que el país logre iniciar el camino para reencontrarse en paz y armonía y eliminar para siempre las causas que generaron esas ignominiosas colas.

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3 comentarios

  1. Oí decir que eso es lo que el gobierno quiere, tener a todo el mundo paralizado en largas colas y por supuesto,
    no pensar ni tener tiempo par protestar.

  2. El 6D,no cambiará el rumbo del castrochavismo bolivariano.Y no lo hará pq quienes tienen la pelota o mejor decir quienes mantienen el despelote total del país,tienen muchas cuentas por pagar a la justicia,y jamás se sentarán en el banquillo de los acusados.No olvidar q el CNE no es un órgano independiente,y q de la misma manera q ha inhabilitado a tantos opositores,q eran una carta segura en la AN,decidirá a favor de sus patrones(Castro,Maduro y Cabello) por encima de la voluntad popular.La oposición sigue escuchando cantos de sirena y no aprendió nada de las pasadas elecciones presidenciales,cuando le fué arrebatado el triunfo a Capriles,q por la razón q sea,no tuvo los pantalones de pelear.En Venezuela no gobierna la democracia,y creer q por la vía electoral se va a dar el cambio,es una gran bufonada trágica.

  3. Ni cerrando las fronteras se ha podido evitar el problema de la escasez y por ende de las colas ; todo lo contrario, han arreciado. Y ello, porque en lo interno ha disminuido la capacidad productiva de las empresas por falta de insumos, contracción del mercado y una inseguridad jurídica que deja en manos del Estado un poder discrecional que modifica las reglas del juego de un momento para otro. Y en lo externo, ausencia de divisas que impide la importación fluída de bienes y servicios de forma sincronizada y eficiente. Todo un caos.

    Ahora bien, las colas sí se han convertido en un fenómeno sociológico interesante, puesto que en ellas convergen los estratos medios y bajos de la población, se mezclan las ´´mulas´´ de los bachaqueros con personas que en su momento tuvieron unos niveles de ingresos aceptables y que cuando se reconocen entre sí, se sienten como que avergonzadas por tener que admitir que están ahí porque no pueden permanentemente acceder al mercado negro. Todavía quedan residuos de unos prejuicios sociales que retroalimentan el resentimiento y el odio contra el gobierno y que se encargan de estimular a través de comentarios mordaces y actitudes agresivas que algunas veces, han terminado en puñetazos. Una situación muy estresante sin lugar a dudas.

    Este bajón en la calidad de vida genera un profundo resentimiento solo disimulado por la presencia de la fuerza pública pero que tan solo espera una oportunidad para manifestarse violentamente. El fenómeno contiene dentro de sí la latencia para implosionar y desbordarse, y las condiciones están dadas. Así, tanto los linchamientos, saqueos y demás incidentes cotidianos, están vinculados entre sí y expresan el sentir de la sociedad frente a un estado de excepción que ha resultado inédito en el estilo y forma de vida del venezolano. Claro, hay una salida, y es el poder desahogar tanta energía negativa a través del próximo proceso electoral donde la participación será impresionante y donde se presume que será el punto de partida para generar un CAMBIO que todos deseamos y queremos.

    A estas alturas ya poco importa si los candidatos opositores son buenos o malos. De lo que se trata es de sobrevivir desplazando todo lo que tenga aroma de oficialismo y si ya estamos enfrentando tamaño karma, cualquier paquete de ajustes macroeconómicos nos parecerá la gloria comparado por lo que estamos pasando. La gente lo que quiere de entrada es ver los anaqueles llenos y no hacer una cola por lo que les resta de vida. Y es que ya se han acumulado demasiadas frustraciones y humillaciones como para dejarlas pasar por alto. Esto conllevará un proceso de sanación muy largo, un largo camino para poder llegar de nuevo a ser un país medianamente normal y con una forma de organización diferente a lo que conocimos. Si lo logramos, el tiempo nos dirá si tomamos o no la dirección correcta, pero en todo caso, es mejor rectificar en libertad y democracia que bajo esta dictadura inclemente que nos acogota y asfixia. ¡ VAMOS JUNTOS A ECHARLE PICHÓN !.

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