De historia sangrada y otras obsesiones
Múltiples son las controversias suscitadas por la
«Pasión de Cristo» y tambien, la camada de los
beneficiarios ante el éxito de mercadeo empujado por
la polémica. Aparte del Caifás de dólares extras que
le tocó a su realizador; antropólogos,arqueólogos,
lingüistas, anticuarios abrieron una inesperada agenda
de consultas y taquilla propia ; pero los que se
coronaron, fueron los minoritarios grupos de santones
fundamentalistas cristianos y judíos que igualito a
los pescueceros políticos venezolanos en punto del
olvido, con caras de Blanca Nieves desempolvaron
Biblias , crucifijos,ensuciaron sus barbas y batolas
trapenses para sentirse vivos inútiles- frase de
Pompeyo célebre general romano-, en procura de adeptos
al ritmo de sus nuevas necedades y revelaciones
apocalípticas.
El pretendido antisemitismo, sí da un poco más para la
risa; como si eso de insuflar el odio a los judíos
requiere remontarse a la recreación que hace la
película a una historia ocurrida hace más de dos mil
años. Parece olvidarse, que en las noticieros de todo
el mundo a diario, Sharon junto al minoritario
extremismo militarista judío se ha encargado
eficazmente de ello, reviviendo una injusta
generalización de rechazo al creativo y milenario
pueblo de Abraham.
Ahora bien, que la película de Mel se pasa en la
desmesura de su realismo al acentuar con objetiva
morbosidad el derroche de sangre, flagelación, y
suplicio – respectivamente conducida en camiones
cisternas,containers de azotes y una hilera de gruesas
de penetrantes clavos- con el único afán de detallar
el pasón que sufrió Jesús aquella fatídica tarde de
«marcha» a su crucificación, es otra vaina. Ahí el
pasón- hay que decirlo-, le da a uno.
La película se ha prestado también para enajenar la
imaginación, que se balancea desde lo sagrado hacia
contextos más terrenales y profanos. Se rumoró, por
ejemplo, que en el set se registraron algunos
milagros. O que el Espíritu Santo guió la mano del
director.
A mi me ocurrió, que un»portugués»muy parejero que
lejos estaba yo de creer que le metiera a la crítica
cinematográfica, lo primero que me preguntó en estos
dias al verme en la calle, fue:- meira
¡..rabipelao..!¿ nou hays visssto tudavía la
feilmación du el Mel Gibsun sobre el cristu ?
Salido de base, dado mi sempiterno desinterés por el
cine y más aún por las cosas religiosas,le contesté
que no tenía idea de lo que me hablaba; lo de Gibson
me sonó familiar al mundo de las grandes ligas y al
nombre de un famoso lanzador. Ese desdén produjo en el
amigo (i)-luso una visible irritación; me reclamó
francamente indignado acusándome de apátrida, nini,
insensible y traidor. Con vehemencia sostenía que la
película era un reflejo de nuestro drama,
indispensable en el catálogo opositor. El portu
Manuel- mezcla caracteriológica del sastre Clemens con
el matón Gouveia-, había nacionalizado sin matices el
tema de la película a nuestra peculiar situación
represiva. Casi daba por seguro, que el grupo de
amigos y la OEA ,al verla, terminaría por condenar a
Chávez aplicándole sin más dilaciones la Carta
Democrática .
Le asignó una singular simbología a cada personaje.
Según recuerdo, el revocatorio lo asoció a la crucifixión de Cristo, no sin antes advertirme que ese derecho ciudadano resucitaría tal cual Jesús en la
cruz; Fidel tomaba el rol del emperador Tiberio; el TSJ al Sanedrín y, como el severo y corrupto Caifás, colocó a Ivándido Rincón. El papel de Pilatos lo atribuyó sin el mayor esfuerzo al buenazo del Carter. La GN, la DISIP, lógicamente en los guardias y
torturadores del Nazareno.
No supe más de Manuel ni de su extrañas obsesiones.
Pero de algo empecé a estar seguro; que la revolución
bolivariana es un proceso de cambios, es un proceso de
cambios.
¡¡Peerrooo!!