Opinión Nacional

La pregunta es cuándo

Las presiones nacionales e internacionales de que está siendo objeto Hugo Chávez le impedirán torpedear la realización del referendo revocatorio. ¿Cómo rechazarlo de plano después de haber viajado en su lujoso avión por buena parte del mundo, diciendo que la alternativa de la oposición para salir de él se reducía a esperar la mágica fecha del 19 de agosto de 2002, cuando podría recoger las firmas que permitirían convocar la consulta? ¿Cómo ignorar los acuerdos firmados en la Mesa de Negociación el pasado 29 de mayo, luego de que el pacto fue celebrado con entusiasmo por la OEA, el Grupo de Amigos, el Centro Carter y la Unión Europea? ¿Cómo descalificar el RR si con este instrumento busca darle un manto de legitimidad al golpe de Estado del 4-F? Todos recordamos cuando decía que la única alternativa que les quedó a los militares conjurados fue la violencia, pues la Constitución del 61 no contemplaba ninguna fórmula democrática que permitiese anticipar la salida de un Presidente y un Gobierno que habían caído en el descrédito total. Por lo tanto, el RR va. La pregunta clave es ¿cuándo?
Una cosa es que se realice antes del 19 de agosto de 2004, y otra muy distinta es que se lleve a afecto después. En el primer caso la oposición democrática ganaría con una sólida mayoría. Tantos son los desbarajustes y desmanes cometidos por Chávez en el plano interno e internacional, que la inmensa mayoría del pueblo lo castigaría de forma inclemente con su voto. La sanción recaería sobre él y su nefasta administración. Saldríamos de Chávez, Rangel, Diosdado y todo ese maléfico combo que asaltó el Estado y el Gobierno después de 1999. En cambio si la consulta se realiza más allá del 19 de agosto, se corre el gravísimo riesgo de perder el RR. La motivación popular decaería. El quórum para revocar su mandato está conformado por esos 3.770.000 votos de quienes confiaron en él en las elecciones del 30 de julio de 2000. Sería muy difícil, casi imposible, movilizar cuatro millones de almas para sufragar en unos comicios que sólo garantizarían eyectar a Chávez de Miraflores, pero dejarían intacta la pandilla que lo rodea, pues, como se sabe, cuando la falta absoluta del Presidente de la República ocurre después de transcurridos los primeros cuatro años de gobierno, el mando lo asume por el resto del período constitucional quien esté ejerciendo la Vicepresidencia (Art. 233 de la Constitución). Ante la imposibilidad de designar a Fidel como su sustituto, podría quedar en la Presidencia cualquier otro de sus favoritos. El que cuenta con menos posibilidades, paradójicamente, es Rangel, pues le profesan un odio inveterado tirios y troyanos.

Hugo Chávez es consciente de que ésta es la fórmula que más lo favorece: se somete a la decisión del Consejo Nacional Electoral de forma obediente, pero concurre al proceso en el momento en que cabe esperar una contunde victoria. Triunfaría así en el terreno trazado por sus adversarios: el RR. ¿Habrase visto mayor tragedia para quienes lo adversan, perder en el campo donde se lucía imbatible? Los desplazamientos tácticos de Chávez se dan en el marco de una estrategia que consiste en bordear siempre el límite de la legalidad, de modo que no pueda ser acusado de dictador, déspota o tirano por sus colegas de América Latina y el resto del mundo que se interesan por lo que ocurre en estas tierras. Su relación con el RR es parecida a la que mantiene desde hace tiempo con los medios de comunicación privados y con la propiedad privada en general: los amenaza e intimida, pero no los aplasta porque sabe que pasado cierto límite, el abuso se revertiría y actuaría en su contra. Con el RR ocurre algo parecido. En la feria de todos los domingos o en los circos que monta ocasionalmente vocifera contra el RR. Dice que no habrá tal consulta. Que las firmas y el Reafirmazo fueron un fraude tramado por los golpistas (vocablo cuyo uso, hasta el 11-A, evitaba). Sin embargo, sabe que las firmas están blindadas y que el CNE, si quiere ganarse la confianza doméstica e internacional, está obligado a aceptarlas en una cantidad suficiente que permita convocar el RR.

Lo que está haciendo y hará hasta el momento en que se efectúe el RR es tratar de diferirlo hasta después del 19 de agosto. Todos los retrasos en los que ha incurrido el CNE, y que han sido denunciados con precisión por Delsa Solórzano, consultora jurídica de la Coordinadora Democrática, forman parte de esa maniobra. Se aprovecha de la mayoría circunstancial del oficialismo en el cuerpo electoral, para incumplir el calendario establecido en la resolución que regula los procesos revocatorios de mandatos de cargo de elección popular. De este modo Chávez, hasta ahora, se ha ganado dos meses haciendo trampas. En la misma dirección se inscribe su insistencia en las elecciones regionales para el próximo mes de julio, y el lanzamiento que ha hecho de candidaturas para gobernadores y alcaldes. Estos eventos regionales distraerán la atención del país, especialmente la de sus adversarios, y reducirán el perfil del RR, consulta que podría pasar a segundo plano. Además, existe la posibilidad de que, con la excusa de “reducir costos”, el CNE plantee la conveniencia de realizar en una misma jornada ambas consultas, con lo cual se estará en presencia de unas “megaelecciones” parecidas a las de 2000. En este escenario sería muy factible que surgiesen problemas logísticos parecidos a los que impidieron que los comicios de aquel año se realizaran en la fecha inicialmente prevista, el 28 de mayo. La ausencia de Eduardo Semtei en el CNE no impide que la mayoría oficialista en ese organismo encuentre un buen motivo para ganar dos meses adicionales, tal como ya ocurrió en 2000. El antídoto contra esta maniobra es la unidad y claridad de la oposición. ¿Existe?

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