El mensaje de la oposición
Es obvio que Chavez está jugando en dos tableros al mismo tiempo. Por un lado, está moviendo sus peones, particularmente en el CNE, para evitar el referéndum revocatorio tratando de invalidar firmas a través de la ilegítima anulación de actas y retrasando el proceso al máximo. Por otro lado, está utilizando, abusiva e ilegalmente, todos los medios y ventajas que tiene un gobierno rico en un país que se empobrece aceleradamente, para recuperar espacios perdidos en la opinión pública con el objetivo de prepararse para una contienda electoral.
Las “misiones” de Chavez son un producto más de esa cultura populista del “operativo”, característica deletérea típica de países subdesarrollados con instituciones estatales ineficientes, sin embargo son altamente populares en un país donde la pobreza afecta a casi el 70 % de la población y la pobreza extrema se estima ya alrededor del 35%.
La oposición, además de defender sus firmas en el CNE, debe reorientar los mensajes que transmite. Los temas relacionados con las recurrentes y graves violaciones del Estado de derecho y la democracia preocupan mayormente a los sectores medios-altos de la población y a la comunidad internacional. Entre los grupos empobrecidos y mayoritarios en cambio, los problemas que ocupan la casi totalidad de su tiempo se relacionan con la supervivencia, “primum vivere, deinde philosophare”. Al respecto, recordemos el imaginario encuentro entre Babieca, el brioso corcel del Cid y el enjuto Rocinante. Babieca, notando la extrema seriedad de Rocinante le dice: “¿Metafísico estáis?” “Es que no he comido”, le responde el caballo del Quijote.
Los medios de comunicación y los grupos organizados de la sociedad civil reflejan demasiado los intereses de los grupos medios-altos y muy poco los temas que preocupan a los pobres. Los partidos políticos con mayor experiencia lo entienden, COPEI por ejemplo ha presentado un serio y bien pensado plan para enfrentar, en los primeros 180 días del próximo gobierno, los problemas urgentes y prioritarios de la población de menores recursos. Los medios, actuando con una preocupante miopía política, no le han dado el espacio que se merece. No basta la sesuda crítica del desastre chavista, hay que transmitir esperanza en un futuro mejor. Esperanzas realistas y no ilusiones imaginarias, que son características del populismo “ilusionista”, histórico culpable del fracaso socioeconómico de gran parte de América Latina.