Las armas no tienen moderación
“A las señoras que están dando
la cara por el país”
(%=Image(2077863,»L»)%)Decía Séneca en su Hercules Furens que “las armas no tienen moderación; no es fácil aplacar ni contener la cólera de una espada, una vez desenvainada”. Esa sentencia, quizá, nos permita entender las últimas 120 horas de horror vivenciadas por venezolanos de todos los estratos sociales en Caracas, Valencia, Maracay, Puerto La Cruz, Maracaibo y otras ciudades del país. Esta suerte de acting-out con tanques de guerra, armas largas, bombas lacrimógenas usados para atacar a edificios y peatones, así como detenciones masivas, no pueden ser explicadas sino como un episodio de miedo, el último ladrido de un proyecto político que se sabe reducido a olvido, por no decir trago amargo. O Tal vez, leyendo a Carlos Fuentes, estos señores han sido tocados por la luz del poder, que “es tan poderosa que revela lo que realmente éramos desde siempre y ocultábamos en las sombras de la impotencia”.
Dispárale a ella
El pasado domingo 29 de febrero conversé con un ingeniero apostado en el distribuidor Santa Fe. Allí, él y otras 50 personas levantaron una barricada con piezas de acero, ramas, cajas y fuego para cerrar el paso en la Autopista del Este. Ante la pregunta de por qué esas medidas tan extremas, el hombre, triste pero a la vez decidido a no moverse de allí, me respondió que “el problema se descentraliza porque el gobierno nos deja sin opciones al robarnos las firmas para el Referendo Revocatorio, tenemos que tomar medidas desesperadas al no tener ley a la cual aferrarnos”.
Esta combustión espontánea de los venezolanos, a quienes no les importa perder sus trabajos o no llevar a sus hijos al colegio, delata angustia ante el hecho casi palpable de perder la democracia. Lo más terrible, es que a esos luchadores cotidianos, en su mayoría mujeres, es a quienes el Estado les ha estado disparando y agrediendo con balas, y antes con inflación, corrupción e inseguridad. Hoy lo viví en Chaguaramos, cuando un grupo de seis jóvenes encendió una fogata para bloquear la avenida principal y llegaron siete patrullas (DISIP, PTJ y Policía de Caracas) quienes, sin mediar palabra, dispararon perdigones y gases tóxicos tanto a los jóvenes como a los edificios cercanos, pues la gente los “caceroleaba” y les gritaba “¡miedosos!” Así está Venezuela, encendida y activa.
Ojos bien abiertos
Aunque entre las armas las leyes enmudecen, tenemos que ser consistentes en que esta estrategia de golpear y desaparecer adoptada por la sociedad civil, donde cada esquina es propicia para una barrera o una reunión de cacerolas, busca restaurar el orden constitucional, es decir, recuperar el Referendo Revocatorio mediante el reconocimiento de las firmas y la implementación de la elección en un tiempo prudente. Esta acotación es necesaria, ya que son muchos los que tratarán de capitalizar esa fuerza inmedible de personas, jóvenes y ancianos, que dan su vida para proteger su rúbrica. Así, aquellos que griten “¡vamos por el golpe!” deben ser apartados como temibles serpientes cuyo veneno no sabemos si es oficialista (autogolpe soñado) o derechista (trasnochados del 11 de abril de 2002). Con esa precaución y a sabiendas que somos parte del espíritu de la época ((%=Link(«http://www.filosofia.org/enc/fer/espiepoc.htm»,»zeitgeist»)%)) y no rebaño de un partido político, seamos para este gobierno como el Hidebehind ideado por Jorge Luis Borges, animal que “siempre está detrás de algo. Por más vueltas que diera un hombre, siempre lo tenía detrás y por eso nadie lo ha visto, aunque ha matado y devorado a muchos leñadores” .
(*): Fotografía tomada el 29/2/2004 en Prados del Este, Caracas