Contrabando en la frontera no cesa pese a las restricciones
Aunque el Gobierno venezolano ha justificado el cierre de una parte de la frontera con Colombia por el contrabando que existe en la franja limítrofe entre ambos países, desde que se dictó la orden en la medianoche del miércoles 19 de agosto, el tráfico ilegal de mercancías no ha desaparecido.
La gasolina es uno de los principales objetivos de los contrabandistas. En Cúcuta, capital del departamento de Norte de Santander en Colombia, un galón de gasolina (3,78 litros) vale 5.600 pesos (unos 1,76 dólares), por debajo de los 8.200 pesos (unos 2,58 dólares) que cuesta en el resto del país. En el caso del combustible de contrabando, que es comerciada por los “pimpineros”, el valor se reduce a casi la mitad.
Desde la medida que ordenó el cierre de la frontera, los comerciantes se han visto obligados a adquirir la gasolina a quienes la comprar en las estaciones de servicio de forma regular. “Hay una cadena en la que gana el que abastece temprano y luego el que la revende, todo se vuelve negocio”, explicó a EFE, Julio César, un motociclista.
Jorge Emiro, un cucuteño que asegura que hace nueve años se dedica a vender gasolina de contrabando porque no tenía otro medio de subsistencia, lamenta la situación, explica que “el cierre de la frontera nos tomó de improviso y estamos en una situación tremenda; yo tengo tres hijos que mantener y apenas gano para comer”.
En Paraguachón todo sigue igual
En La Raya, como se denomina el cruce fronterizo por La Guajira, el paso fronterizo está limitado desde hace un año, cuando se ordenó que la actividad comercial no podía extenderse más a allá de las 6:00 de la tarde. No obstante, el contrabando, no se ha detenido con esta medida.
Camiones cargados de alimentos siguen cruzando de Venezuela a Colombia, ante la indiferencia de autoridades de ambas naciones.
En una información que reseña el diario El Heraldo, el viernes los comerciantes de la zona aseguraron que el movimiento de carga no cesa.
Según una trabajador que no quiso identificarse, en las noches pasan entre tres y cuatro caravanas con refrescos, cervezas, víveres, artículos de aseo y toda clase de mercancía. “Los camiones salen por una trocha aquí cerquita y circulan por toda la vía entre Paraguachón y Maicao, como si nada”, indicó.
Fredy González, mototaxista venezolano que transporta pasajeros hasta esta población en el vecino país, afirma que “aquí todo está normal, las trochas están llenas de motos, camiones y camionetas, así como las vías, las autoridades no molestan, dejan trabajar”.
Colombia y Venezuela comparten una frontera de 2.219 kilómetros con tres puestos migratorios terrestres en Paraguachón (La Guajira), Cúcuta (Norte de Santander) y Arauca (Arauca), y uno fluvial en Puerto Carreño (Vichada), y el resto son cruces ilegales, muchos de ellos en zonas selváticas.
