La boina roja
Debo ser reiterativo, pero es que los escenarios políticos de hoy nos
obligan a definir la posición ideológica del Proceso. Reforma o revolución
es lo que se debate actualmente. La reforma es la continuidad de la
democracia representativa y la vigencia de las cúpulas que, en nombre del
pueblo, usufructúan el poder. Revolución es la búsqueda del bien común
sustentado en la transferencia de la toma de decisiones a las comunidades
organizadas y en la conversión del gobierno como instrumento del pueblo,
(véase el folleto No. 3 “Reforma o Revolución”, de la Serie Folletos del
Proceso, recientemente publicado por el suscrito, el cual está a la
disposición de la militancia revolucionaria).
Es imperante esta definición para subir un nuevo peldaño en la larga
escalera del Proceso revolucionario. Estadio que exige a quienes ejercen
liderazgo y conducen al colectivo, congruencia entre teoría y praxis
revolucionarias. La decisión del CNE, es una prueba más de la consistencia
ideológica de la revolución. Los oponentes al Proceso actuarán con mayor
nivel de contundencia, lo que obligará a quienes se mimetizan como
bolivarianos a dar el paso que les corresponde: o son del Proceso y lo
defienden hasta el final, o se van a sumar las filas de la oposición.
Pase lo que pase con las amenazas de EE.UU., o las posturas antidemocráticas
de los adversarios, los revolucionarios tenemos que seguir adelante hasta
alcanzar la meta. Los obstáculos y demás conspiraciones que se vislumbran,
no impedirán que continuemos con la lucha imperecedera. Es importante tener
bien claro que ninguna propaganda alarmista, ni siquiera la escalada de
acciones contra Venezuela (terrorismo, paramilitarismo, sabotajes, CIA),
nada de eso debilitará las convicciones ideológicas de los revolucionarios.
Por el contrario, quien no posea esas convicciones en su espíritu, ni las
lleva en su alma, no será capaz de soportar la lucha. Claudica ante el
primer amago de resistencia.
La meta de la oposición reaccionaria es liquidar al Proceso Revolucionario.
No es solo salir del Presidente Chávez, sino de todo lo que signifique
Bolívar, revolución, ideología, chavismo y demás categorías de la nueva era
popular. Por esa razón y por las convicciones que sostenemos los luchadores
de este Proceso, tenemos que hacer un paréntesis en cuanto a los objetivos
particulares para asumir los colectivos.
La definición ideológica nos conduce con holgura a la unidad. Acto
revolucionario que de manera colectiva nos llevará a estar en vigilancia
permanente, dispuestos al intercambio racional de propuestas democráticas;
pero por sobre todas las cosas, prestos a no dejarnos usurpar la
consolidación del poder popular. Más trabajo aún nos toca ahora, porque
tenemos que agregar a la actividad unitaria y de custodia del proceso, la
profundización del mismo. Tarea que se fundamenta en tres direcciones: (i)
organización, (ii) difusión ideológica y (iii) toma del poder.
La organización apunta hacia la Plataforma Unitaria como ente unificador de
los factores, con base en tres objetivos comunes: defensa de la revolución,
formación política y preparación de los planes de contingencia. Por otro
lado, la difusión ideológica más que una necesidad es un deber
desarrollarla. Para unos, porque tienen que aprender y asimilar el sistema
de creencias que les permita aclarar la concepción del mundo y la posición
frente a los cambios políticos. Para otros, por su compromiso ineludible de
enseñar lo que ya saben. Esto induce a crear el Centro de Estudios e
Investigación, como unidad de producción intelectual para la difusión
ideológica, la formación política y la investigación teórica.
La tercera dirección de esta tarea es acudir a las elecciones
constitucionales de agosto, con el convencimiento de buscar el triunfo no
para “mandar”, sino para convertir el gobierno en instrumento del pueblo.
Contribuir con la consolidación del poder constituyente, por medio de la
participación directa del colectivo en sus decisiones.
Así veo la tarea de acción inmediata. El escenario que comienza a formarse,
ante la coyuntura producida por el revocatorio, no permite vacilaciones.
Ahora es más evidente que el Proceso Revolucionario es una cosa seria. Es de
claridad ideológica. Ya no podemos colocarnos la boina roja como disfraz.
Ese símbolo se llevará, de ahora en adelante, para proceder con conciencia
revolucionaria y no de manera reformista.