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Gobierno pendenciero

Es patético ver a Maduro lanzando rayos y centellas contra enemigos imaginarios, quienes desde sus trincheras deben contemplarlo con compasiva y risueña comprensión.

Maduro debería darse cuenta de que él no es Chávez, que carece por completo de su carisma y de su talante campechano; pero sobre todo, de que la opulenta petrochequera ahora carece de fondos para adquirir y mantener lealtades. Venezuela perdió por completo su liderazgo en el ámbito latinoamericano y caribeño.

El estado de excepción y su aparatosa y jaquetona implementación carece de fundamento serio. El incidente en que resultaron heridos jóvenes oficiales y soldados venezolanos, de cierta gravedad sin duda, es uno más de los que tienen lugar en la frontera colombo-venezolana en la que pululan contrabandistas, narcotraficantes, guerrilleros, paramilitares, ahora incrementados por la escasez aguda de alimentos en Venezuela.

Eso no justifica el aparatoso despliegue militar del lado venezolano ni el lenguaje pendenciero que Maduro viene utilizando; y mucho menos, el tratamiento destemplado y agresivo a millares de colombianos que han hecho de Venezuela su segunda patria.

La sobre reacción del gobierno ante el lamentable incidente fronterizo, nada excepcional, no persigue suspender las elecciones. Aunque siempre desestima la reacción internacional adversa, sin embargo se da cuenta de que tal suspensión generaría alarma universal.

Lo que busca el gobierno, a nuestro parecer, es incrementar el miedo a nivel máximo para que los electores no acudan a los centros de votación el 6 de Diciembre. Está determinado a ganar con fraude, el cual sería más visible con una presencia masiva de los electores en los centros de votación. Lo más probable, en consecuencia, es que el estado de excepción vaya extendiéndose a otras regiones, empezando por el Zulia, también fronterizo con Colombia. En todo caso, es un procedimiento abusivo que amerita la condena y repudio beligerante, tal como lo hizo la MUD en su comunicado.

Con el desabastecimiento creciente y el consiguiente incremento incontrolable de precios, es delito de lesa patria el contrabando de extracción, que por cierto no es culpa de Colombia, es culpa de los contrabandistas.

Hay dos categorías de contrabandistas: los bachaqueros propiamente dicho, que en fila india como los bachacos, cruzan a pie la frontera con su bulto al hombro por los caminos verdes o trochas; y los que realizan el contrabando de extracción en gandolas, ante la mirada complaciente y cómplice de los guardias fronterizos que ni siquiera les exigen identificación.

La revolución continúa impertérrita produciendo multimillonarios a granel.

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