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¡Imita al griego, chico!

Nicky, ya que les has dado bastantes euros a Pablo Iglesias y Juan Carlos Monedero —unos avivados españoles que se chulearon al régimen, otros más—, pídeles que te pongan en contacto con Alexis Tsipras para que te explique cómo es que se renuncia a un cargo cuando alguien se da cuenta de que este le queda inmenso. La campaña electoral de este populista griego no se diferenció mucho de las que llevaron a cabo el muerto viviente y tú: villas y castillos, el cielo en la tierra, cheques los quinces y los últimos sin tener que trabajar, a comer y beber sin pagar la cuenta. Y a los helenos les tocó despertarse a esa ruda realidad que describe un refrán gringo: «there ain’t no such thing as a free lunch» (no hay tal cosa como un almuerzo gratis); que ya no iban a poder seguir viviendo como noruegos pero con presupuestos deficitarios; que la Merkel les estaba tocando la puerta con la factura en la mano. Pero Tsipras tuvo la decencia de reconocer que le iba a ser imposible cumplir y presentó su resignación a los pocos meses. Cosa que no han hecho ustedes aunque ya van para diecisiete años quedando mal. Eso no se hace. ¡Renuncia, vale! Es lo que debieras hacer. Y llevarte contigo al sartal de ineptos y de ladrones que tanto mal le han causado a Venezuela.

Pero no, tu irresponsabilidad te lleva a querer seguir en la manguangua. Sin importarte si los medios son legales, o éticos. Mantienes presos en mazmorras a personas decentes, inocentes, solo por expresar ideas contrarias a las que ustedes sustentan. Y vuelvo a hacer la pregunta de hace varios meses y más de una ocasión: si el socialismo es tan bueno, ¿por qué han que imponerlo a los porrazos? ¿Será que no es tan bueno, o que no es socialismo? Millones de venezolanos creemos que es lo segundo; que ustedes se arropan con ese mote solo para embozar una primitiva ansia de poder que los subyuga.

En tu más reciente maniobra distractora, sacaste de la manga una excusa tonta para justificar una medida excepcional: lo de los militares heridos en la frontera, que no debió pasar de una mera acción policial localizada, lo has convertido en un casus belli de órdago: con denostaciones en contra de los colombianos (tus paisanos) y, lo que es peor, con un estado de excepción. Como siempre, exageras. Se te fue la mano. Pero con una intención oculta: lo que buscas es, además de mantener a los venezolanos alelados, viendo hacia un enemigo inexistente, es tratar de impedir la paliza electoral que se te viene encima. Se te olvida que a finales del 92, después de la insensata asonada de noviembre que ustedes, junto a militares felones, llevaron a cabo, Venezuela entera fue a las urnas en paz. Y eso que la Constitución del 61 no era tan enfática como la vigente en lo que a derechos y garantías tenemos actualmente, ni existía la Ley Orgánica sobre Estados de Excepción y sus expresas disposiciones a ese respecto.

Pero aun así, ordenas tropelías. Porque déjame que te diga que eso que ordenaste de buscar “casa por casa” a los presuntos perpetradores del delito —cosa que están haciendo actualmente las “tropas de ocupación” en la frontera— va contra el Art. 47, que garantiza la inviolabilidad “del hogar doméstico y todo recinto privado de persona”. Porque no ha salido el decreto en la Gaceta Oficial. Pero, aun así, lo hacen. Claro que ya tenían el entrenamiento al llevar a cabo las famosas OLP, donde las tropas y los policías entran a sangre y fuego en las humildes casas de las barriadas. Y, contrariando otro artículo, el 44, numeral 1 se llevan detenidos a decenas de personas sin que haya orden judicial y sin ser sorprendidas in fraganti. Y con lo fácil que te es pedirle a los obsecuentes jueces del terror que te las extiendan a discreción.

Cerrar la frontera, declarar el estado de excepción e insultar a los colombianos es como dispararle a un tucusito con una escopeta calibre 12: una exageración. Por las noticias hemos visto las filmaciones que les hacen a los venezolanos que se quedaron fuera del “sagrado suelo de la patria”, como le gustaba decir al Cabito II; sin poder ingresar al país a seguir haciendo sus vidas en paz. Eso de dejar en territorio extranjero, desasistidos y hasta pasando hambre a nuestros paisanos (no tuyos) no es nada nuevo para ti. Vienen a mi memoria los estudiantes que están varados en el exterior, sin una puya, debiéndole a cada santo una vela y viviendo de la caridad cristiana de algunas personas. No te duelen. Pero al manganzón del hijo tuyo y a la “primera combatiente”, cuando van al exterior sí los mandas forrados de dólares. Y sin pasar por Cadivi.

Hazte un favor. Y háznoslo a nosotros. Pídele a alguno de los sicofantes que pululan alrededor de ti que haga una llamada a Grecia y que te comunique con Tsipras, pa’ que te explique cómo es la vaina. Y cuando lo sepas, renuncia. Pero más pronto que tarde, plis…

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