Dinero mato diferencias
Parafraseando una de nuestras frases populares: “Dinero mata diferencias”. ¿Qué importa las diferencias que puedan tener Estados Unidos y España sobre la venta de aviones y patrulleras a Venezuela, si ésta última va a pagar una cantidad significativa para la industria española? Aquí, como en otras oportunidades, el dinero es prioridad para los intereses de quienes deben firmar el contrato. Pero ¿por qué ir tan lejos? Hace algunos meses las relaciones entre Colombia y Venezuela no eran las más tranquilas, pero la construcción del gaseoducto entre estos países ha permitido crear un espacio de encuentro. También podemos seguir vendiéndole petróleo más económico a sectores de la población norteamericana afectados por los huracanes -oportunidad que deben aprovechar-, mientras que otros países, incluyendo Venezuela, requieren de fondos para sobrevivir a la miseria que le rodea. No podemos olvidar el proyecto del gasoducto Argentina-Venezuela.
En realidad estas negociaciones no se pueden considerar como un inconveniente, siempre y cuando las condiciones establecidas de negocio sean las más adecuadas para los países involucrados. El desarrollo del país pudiera estar en función de estas inversiones, pero cuando la base que ha sustentado estos acuerdos responder a criterios apasionados, como el del gobierno actual, las dudas son más razonables. ¿Quiénes se estarán beneficiando de estas estrategias políticas y económicas en la que se utiliza el dinero de los venezolanos? Alguien puede afirmar, “los negocios son los negocios”, mientras genere dinero todo está bien. Pero, una de las diferencias entre una empresa privada y una pública, es que en la última el dinero debe repercutir en un aumento de la calidad de vida de la sociedad, en especial de los más desfavorecidos.
La mal llamada ideología bolivariana se ha caracterizado por su sentido oportunista, temperamental y utilitario. Los mensajes en contra del capitalismo están hechos para las concentraciones, ganar simpatías con miembros de la izquierda y la búsqueda de votos, pero a la hora de negociar, los principios capitalistas y neoliberales no se olvidan. Existe la sensación, quizás exista algún grado de exageración, de que Venezuela está cada día asumiendo compromisos que serán difíciles de cumplir en el tiempo, porque dependen del estado de ánimo de quienes gobiernan nuestro país, no de una estrategia de desarrollo nacional. Ojalá no estemos hipotecando el futuro.