Opinión Nacional

La revolución perfecta

Fue Mario Vargas Llosa el que, refiriéndose al México del PRI, acuñó la frase: “La dictadura perfecta”, ya que renovaba democráticamente al presidente, cada seis años, manteniendo siempre la hegemonía del partido. Un observador imparcial del proceso de nuestro país podría parafrasear a Don Vargas señalando que lo que vivimos en Venezuela es “Una revolución perfecta”.

Las revoluciones han sido siempre dictatoriales, basta mirar a Cuba o a la URSS, de modo que hacer una revolución en democracia ya tiene un gran mérito y nuestro proceso ha sido refrendado por el pueblo en sopotocientas ocasiones, de modo que ¿Quién puede decir que no es democrática? Si alguien señala que la gente le ha perdido la confianza a los mecanismos electorales y campea la abstención, allá él, en las revoluciones se canta a una sola voz y el que no afine mejor que se calle.

En las revoluciones se ha acabado la prensa independiente y toda libertad de expresión, pero en la nuestra no. Quien haya mirado la televisión el domingo habrá visto como nuestros canales privados reportaban disciplinadamente, como ovejitas, la legitimación de la revolución en las urnas, a pesar de que nuestros líderes advertían una y otra vez que están al servicio de Bush. Prensa más independiente imposible.

Pero hay mucho más, toda revolución socialista que se respete tiene que entregarle al pueblo, sabiamente representado por los líderes revolucionarios, la propiedad de los medios de producción. Pero la nuestra no. La nuestra defiende la propiedad privada, pero de los extranjeros, especialmente con alianzas con transnacionales que exploten nuestros recursos energéticos y ahora, en la nueva modalidad, con empresas privadas de nuestros países aliados: Brasil, Argentina, Irán, China y España, que asumirán grandes contratos en nuestro país. Al fin y al cabo, si a Cuba le tomó 30 años darse cuenta de que necesitaba la gerencia y el capital extranjero, por qué no vamos nosotros a recoger esa experiencia y a hacer la revolución desde el principio con tan importante aporte.

Con estas características se puede afirmar que en Venezuela se ha instaurado la revolución perfecta. Con todos los elementos para perpetuarse en la historia. A los comentarios sobre la abstención del domingo, que todo el mundo observa, yo añadiría los comentarios que merece la votación. Puedo dar fe de muchos empleados públicos que fueron a votar sin convicción. Porque si la gente tiene dudas sobre el secreto del voto, no tienen ninguna sobre el no secreto del no voto. De modo que votaron por no salir en una nueva lista de Tascón que pondría en peligro sus churupitos.

De modo que, si nadie puede afirmar que todos los abstencionistas son contrarios al gobierno, tampoco se puede afirmar que los votantes son partidarios. ¿Y entonces que queda? El mejor caldo de cultivo para que la revolución se haga perfecta y eterna: un país formado por apáticos y atemorizados ¿Alguien ha visto mejor ambiente para que triunfe la revolución?

El propio “hombre nuevo”, igualito que en la revolución cubana, donde la gente tiene miedo de hablar con su hermano y el que disiente es humillado y execrado. La propia revolución perfecta.

El único problema es qué vamos a hacer si bajan los precios petroleros y no podemos financiar todas nuestras brillantes ideas destructoras de riqueza. Tal vez entonces le aflore la arrechera a nuestro bravo pueblo ante tantas promesas incumplidas y habrá que recurrir a una represión brutal que acabe con la revolución perfecta y la convierta en otra normalita.

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