Ilegítimo y minoritario
La política no se aprende en un estudio de televisión ni en una cátedra de derecho constitucional. Tampoco en un jardín de infantes. Y es una falacia sostener que las alternativas deban ser “generacionales”. Ningún país del mundo ha resuelto sus más graves crisis históricas recurriendo a políticos imberbes e inexpertos. La política se aprende en la lucha, en los enfrentamientos cotidianos, en la acumulación de experiencias. A través de errores y aciertos, pérdidas y ganancias, derrotas y victorias. Y lo siento en el alma por quienes creen que para dar respuestas políticas correctas hay que tener entre veinte y treinta años: la verdad es exactamente la contraria. Los grandes estadistas han resuelto las crisis estructurales de sus pueblos cuando contaban con la madurez, la sabiduría y el temple como para hacerlo. Churchill, en Inglaterra, Adenauer en Alemania, De Gaulle en Francia. Para no irnos tan lejos: Patricio Aylwin en Chile, Raúl Alfonsín en Argentina, Fernando Henrique Cardoso en Brasil. La lista es interminable. Sexagenarios que tuvieron la visión, la reciedumbre y el coraje para decir NO a la ignominia y mostrar el camino correcto. Ricardo Lagos no es, por cierto, un adolescente. Ha realizado el más brillante de los gobiernos chilenos del último siglo. Nació el 2 de marzo de 1938.
Escribo este preámbulo sorprendido por dos hechos que me parecen extraordinariamente graves y que reflejan la inmensa ignorancia e impericia en el manejo político de los líderes de Primero Justicia. El primero se refiere a la incapacidad mostrada este domingo por su liderazgo para comprender y evaluar en su justo significado el cataclismo que estaba teniendo lugar en nuestro país: en lugar de alegrarse por la porfiada muestra de resistencia de la inmensa mayoría nacional que se negó a convalidar la farsa, empujando al régimen a la más grave crisis de su corta y atribulada historia, Julio Borges mostró consternación “por este momento tan triste de la historia venezolana” ¿Triste? ¡Qué molleja!
El segundo es mucho más grave, pues constituye la médula de los gravísimos errores que ha cometido PJ al definir su nuevo y extraviado rumbo político. Insiste la dirección de PJ desde el 16 de agosto de 2004 en considerar que “somos minoría”. Y porque lo ha creído a pie juntillas, apostando a que Hugo Chávez ganó el RR en buena lid, decidió abandonar a su suerte a los sectores sociales opositores, especialmente a la clase media, su feudo natural, “pateando cerro” y saliendo a la conquista del voto en el seno del chavismo.
Este 4 de diciembre la cantaleta minorista de PJ ha sufrido un mentís inapelable. Más de un 80% de la ciudadanía se negó a convalidar la farsa. Y esa cifra comienza a quedarse corta. Serios y muy confiables informes hablan de cientos de miles de votos nulos. Pueda que el rechazo al régimen, vivido en este plebiscito del domingo pasado, supere de largo el 90% de la población electoral.
Este hecho provoca un terremoto político cuyas gravísimas consecuencias apenas visualizamos. El escándalo de las capta huellas, el retiro de las candidaturas opositoras y el gigantesco deslave abstencionista constituyen apenas la punta de un iceberg de proporciones desconocidas. Han dejado hasta ahora al descubierto dos hechos importantísimos: Hugo Chávez detenta un poder tan ilegítimo como el de su personal y monocolor Asamblea del pueblo. Y perdió la clamorosa mayoría que tuvo un día que ya se pierde en el olvido.
Un régimen minoritario e ilegitimo tiene sus días contados. Es insostenible. Ni siquiera puede basarse en la fuerza de las bayonetas, con las que, como bien dice la experiencia, se puede hacer cualquier cosa menos sentarse en ellas.
La ciudadanía opositora venezolana es la nueva mayoría. ¿Quién será capaz de expresarla? Sólo es cuestión de tiempo y perseverancia por la senda correcta que nuestros más lúcidos políticos y comunicadores han marcado – los que indicaron el camino de la abstención antes, mucho antes del 7 de agosto – para que la pesadilla llegue a su fin. Hagamos realidad el sueño de una Venezuela justa, solidaria, libre y democrática. Démosles nuestro respaldo.