Los Reporteros de Belén
Noventa y ocho niños están perdidos desde la tragedia del estado Vargas, mientras la crisis del país toma senderos cada vez más inciertos. Un excelente, como útil y conmovedor trabajo académico, coordinado por la profesora Cecilia Pachano, radiografía las circunstancias que impidieron el rápido hallazgo de quienes alimentaron una base de datos, cuyo empleo y destino tampoco se conocen. Por lo demás, se evidencia la indolencia de un Estado que responsabilizó a apenas cuatro funcionarios policiales de una búsqueda nacional, ayunos de recursos, mientras que el festival mundial dizque de jóvenes y estudiantes, quemó 18 mil millones de bolívares, por citar un ejemplo, dibujando fielmente el encaje moral de un régimen que padece una aguda y constante laberintitis, huérfano de las realidades que dice desequilibrar, desequilibrándose a sí mismo, irremediablemente.
Es necesario emprender una búsqueda de los niños, través de los partidos políticos de convincente implantación nacional, como de las organizaciones de la llamada sociedad civil, a sabiendas de no disponer de las generosas herramientas del gobierno nacional, utilizadas para su mera supervivencia en detrimento de una población que lo sufre. Significa un compromiso para hallar al propio Jesús en cada uno de los rincones del país, fluyendo todas las voces que alerten su presencia por más de noventa y ocho veces. Ha de ser la Buena Noticia que, como los reporteros que fueron a Belén, se haga realidad en 2006: el recorrido paciente, pero decidido, marcado por los tres Reyes Magos que anunciaron a todos la Natividad e, incluso, supieron rectificar el camino de regreso por la densa sombra herodiana, un Estado en sí mismo, vertida sobre cada uno de los pasos de propios y extraños en el largo desierto sacudido por el sol, rehén de los vientos fugados del polvo de la noche.
La Navidad ha de ser motivo más de una profunda reflexión que de festejo, sobre los rumbos inciertos que marcan al país: casi cien muchachos pueden esperar el abrazo de sus padres naturales, pero –igualmente- el de un pueblo que está rectificando para encontrarse consigo mismo, guiado –ojalá- por el amor, la esperanza y la fe. Nunca más el extravío ha de ser el signo de un destino que no es tal, sino fuerza, azar e intrascendencia de los abalorios de un imaginario resueltamente de supervivencia.
Pelear el buen combate con la fuerza que da la fe y la buena conciencia, palabras más, palabras menos, dijo San Pablo. Se ofrece como una consigna que más de noventa y ocho veces habrá de realizar para imponer las realidades que, infatigables, se hacen de nuestras propias e irrenunciables realidades personales.
Hagámonos reporteros de Belén para que juntos, unidos y dispuestos, anunciemos la Buena Noticia por más de noventa y ocho veces, prestos a la humilde rectificación, hasta llegar a protagonizarla con un testimonio de suprema humanidad. Y sobre todo, para que el intento de motivar, hacer y pensar la política, la que concierne a cada uno de los ciudadanos realizados en comunidad, sea portadora de los valores y principios que explican la vida misma con un plenario sentido de trascendencia.
II.- Densidad de sombras
Las instituciones no explican la vida del país, sino el culto a la personalidad presidencial. No hay un incidente, por modesto que sea, vedado a la interpretación de quien disfruta de una altísima concentración del poder, fulanizado el Estado a extremos no conocidos décadas atrás. Y, ahora, intentando explicar a sus propios seguidores nada más y nada menos que el fracaso en el plebiscito parlamentario del 4-D, débil la irradiación del imaginario complot, reconoce la pérdida de siete millones y medio de votos, pero –inmediatamente- se eleva como el único capaz de recapturarlos por encima de sus cautelosos, silentes y cercanos colaboradores, en una densidad de sombras.
Lo cierto es que la composición del 75% de los abstencionistas, si damos por buena esa cifra, no es pura, férrea y decididamente opositora. Alegar lo contrario significa renunciar a la realidad, enfebreciendo a quienes creen acabar con todo en 24 horas, quizá para sustituir un culto por otro.
Un porcentaje importante de esos “votos” dominicales, pertenece al propio campo de los seguidores y simpatizantes del gobierno que padecen el desencanto, la decepción y las amarguras de todos los venezolanos, pues, al fin y al cabo, comparten el mismo deterioro galopante de las condiciones de vida, el descenso del salario real, el desempleo, la inseguridad personal, la clara amenaza a las libertades públicas. Por lo demás, las actuaciones de un poder dependiente, encarnado en el Consejo Nacional Electoral, estuvieron y están volcadas a la vida y a la vista públicas, acumuladas y divulgadas las evidencias que ningún dedo sacerdotal puede ocultar, así tilde los informes preliminares de la observación internacional con toda suerte de epítetos y se invente un espantapájaros imperialista: la punta de un iceberg sinistro, por cierto.
La ciudadanía tampoco es estúpida y con la simplicidad de las ocurrentes consignas, no se puede disfrazar lo que realmente acontece, pues, como es palpable en todo país totalitario, mantener la política de la fe sugiere el empleo desenfadado de la pólvora. Posiblemente, estamos abriendo las puertas a la política del sano escepticismo, urgidos de hacer más política para mostrar la verdad del presente y la verdad que todos podemos construir en el futuro, resistiendo las versiones y represiones que están pendientes.
Dos notas adicionales: por una parte, ojalá, el asiduo visitante de Caracas y La Habana, Evo Morales, rectificara, pues, el problema está en un modelo que no traerá la paz, la libertad, la prosperidad económica y la equidad social a su pueblo y los bolivianos muy bien pueden verse en el espejo de los venezolanos. Por otra, escuché de cerca al prefecto de Caracas, en el centro de Caracas, megáfono en mano, mitineando sobre el problema de la basura: discurso proselitista y sectario, como si el mundo fuese enteramente rojo, disertó sobre la necesidad de crear conciencia entre los ciudadanos, como si éstos – discapacitados cívicamente- hubiesen renunciado a ella, negado a mencionar las muchas responsabilidades que tienen las autoridades municipales en el desastre de una embasurada ciudad.
III.- Enunciados
La tinta útil de Ramón Guillermo Aveledo versa sobre una institución indispensable para la democracia y, al grano, para Venezuela. “Parlamento y democracia” (Fundación para la Cultura Urbana, Caracas, 2005), constituye un excelente estudio, aventajado por la propia experiencia del autor como diputado por largos años y presidente de la corporación por dos. Una cuidadosa lectura ayudará a contrastar la situación, fines y realidades de la actual y venidera Asamblea Nacional, cuyo itinerario por estos cinco últimos años reivindican al otrora denostado Congreso de la República. Y también contribuirá a idear una alternativa válida y convincente para los tiempos futuros… No asombra la escasez de los ensayos marxistas en ésta época de revolución, infiriendo que no es tal en consecuencia. Por ello, resaltamos lo poco que se publica desde la perspectiva, ilustrado por “Trotsky. Cien años después” de Alfonso Ramírez Díaz (Vadell Hermanos, Valencia-Caracas, 2005). Más que una reseña de la vida y pensamiento del bolchevique, es una interpelación de las posibilidades de un análisis y de una escuela que supo de un auge ya olvidado por los años, descuartizado por los dichos y actuaciones de los improvisados revolucionarios de la hora. Lectura y estilo interesantes que depositan su esperanza en un movimiento californiano que es trotskysta, sin decirlo. Hubiese deseado que el autor profundizara en la concepción de clase, otra de las claves del marxismo, ya que –por ejemplo- la que hoy sustenta socialmente al gobierno venezolano es el lumpenproletariado, con todo lo que significa en la tradición marxista, a pesar del celebrado Fanon…Tres títulos atraparon la atención del liceista: gusté mucho de la compilación merideña intitulada “Pensamiento comunitario”, la “Venezuela, política y petróleo” de Rómulo Betancourt y el “Gómez, el amo del poder” de Domingo Alberto Rangel. Este, por más distante que luzca de nuestras convicciones ideológicas, es una referencia importante del país pensante. José Francisco Jiménez Castillo, con justicia lo ha exaltado a través de un largo título: “Domingo Alberto Rangel en la Venezuela del siglo XX. Aporte teórico-político. El metadiscurso en la historia de vida” (Mérida Editores, ¿Caracas?, 2005). Cuenta con un marco teórico muy bien ensamblado y blindado, útil además para hurgar en las vivencias actuantes y pensantes de otros protagonistas, destacando los aportes de una académica como Ana María Rusque, de quien tengo primera noticia y el país debe conocer. El “biógrafo”, tan metodológicamente riguroso, desarma la trayectoria de un venezolano cuyo verbo siempre fue candente, analítico y –se me antoja- dogmático, a pesar de sus protestas heterodoxas… La Universidad Central de Venezuela publicará la tesis de ascenso de Nelson Chitty La Roche adentrada, entendemos, en la perspectiva constitucional de la economía. Siempre inquieto, el estudio permanente lo ha caracterizado. Sin exagerar, en el fondo ha sido un intelectual prestado a la política…Las realidades del mercado se impusieron y he disfrutado del obsequio de dos discos “quemados” de Eugenia Méndez: “Afinidades” (2000) y “Embrase-Moi” (2004), contentivo de tres o cuatro canciones venezolanistas interpretadas en francés…