Por qué voy a votar
«Yo soy yo y mi circunstancia, y si no la salvo a ella no me salvo yo.»
José Ortega y Gasset
Voy a votar el 7 de agosto a pesar de no creer en la transparencia del sistema electoral vigente en Venezuela y estar convencido de la existencia de numerosos vicios en el (%=Link(«http://cne.gov.ve/ce.php»,»registro electoral permanente»)%). Tampoco dudo que el gobierno podría manipular los datos si le conviene a sus intereses.
Ortega y Gasset afirma que si no salvamos a nuestras circunstancias no nos salvamos nosotros, así que votaré porque no pienso aceptar que las circunstancias me anulen como ciudadano. Iré por la certeza de que la lucha democrática se libra en todos los terrenos, aunque algunas conductas apunten a que no todos están dispuestos a respetar los valores fundamentales del sistema.
Votaré porque no creo en que el no hacerlo deslegitime a este régimen, que tiene suficientes votos, legítimos o no, para asegurar un nivel de participación adecuado para unas elecciones municipales. Tampoco estoy convencido que el castigo a los partidos sea la mejor manera de organizarnos para la larga lucha que no espera.
La resistencia a los nazis en Francia, Italia, Yugoslavia y Grecia pudo existir y perdurar por la existencia de organizaciones políticas disciplinadas. Sin partidos u organizaciones políticas el esfuerzo valioso de multitudes de individuos se diluye.
La política, decía (%=Link(«http://analitica.com/bitblioteca/rbetancourt/default.asp»,»Rómulo Betancourt»)%), es algo muy simple, pero requiere que se le dedique las 24 horas del día. Las acciones de los ciudadanos son fundamentales, mas los combates, por lo general, no los ganan los aficionados. Se requieren organizaciones disciplinadas, con ideas para el cambio y con disposición al sacrificio personal para alcanzar las metas fijadas.
Que la realidad indique que algunos de los dirigentes actuales no han dado la talla no significa que se deba considerar que la situación mejorará con la destrucción de los partidos. Al contrario hay que auspiciar que, a los niveles mas bajos, se formen, en la lucha, los futuros dirigentes. Abandonarlos a su suerte, con nuestra ausencia, no es a mi juicio la mejor manera de entablar el largo camino hacia la recuperación de nuestro destino democrático.
Que nos van a poner obstáculos lo sabemos, que van a intentar falsear los resultados tampoco nos sorprenderá, pero si por alguna razón, que hoy no se vislumbra, la mayoría de los que hoy prefieren abstenerse decidiera ir a marcar con su presencia y su voto el rechazo a la intimidación y al desprecio, no nos cuesta imaginar la angustia en los círculos oficiales, que ya daban por descontada la victoria, al ver que en vez del vacío opositor se enfrenten a una presencia masiva de votantes. Sería entonces la hora de la gata subirse a la batea, como afirma el refrán, y ver qué inventan para justificar el escamoteo de los resultados.