La estupidez de las gallinetas
En mis columnas, he reiterado que la oposición está dividida básicamente alrededor de tres ejes: abstencionistas-participacionistas; antipolíticos-políticos y “novólatras” (satanizadores del pasado y adoradores de lo “nuevo”) e “históricos”, que reconocen los avances “civilizatorios” de los 40 años.
En general, los abstencionistas, antipolíticos y ”novólatras” tienden a coincidir y reforzarse mutuamente. Sin embargo, hay políticos que se dicen antipolíticos y políticos participacionistas afectos de “novolatría”. Los abstencionistas tienden a ser políticamente “autistas”, creen sinceramente que la oposición ganó el referéndum, no importa lo que digan todas las encuestas y la comunidad internacional.
Creen que somos mayoría y que vamos a deslegitimar al caudillo militarista, si no vamos a votar. No acaban de aceptar que fuimos mayoría en el 2001 y 2002, pero dejamos de serlo a partir del 2003 y que lo fundamental es cambiar de nuevo la “correlación de fuerzas”, recuperando el favor de la “tercera Venezuela”, la que no es chavista ni antichavista dura. Si el árbitro está comprado, se debe ganar por K.O, como en el Zulia. Los abstencionistas, antipolíticos y “novólatras” son generalmente “cortoplacistas” buscan la salida rápida de Chávez, su desesperación les hace perder el sentido de la realidad.
No entienden que un caudillo populista carismático, con petróleo a precios altos, es un hueso muy duro de roer e implica una estrategia política de largo alcance. Una crisis o un grave error del gobierno pueden acelerar el proceso, pero no son previsibles. Los antipolíticos y novólatras sufren generalmente de analfabetismo político. Creen que, con las asambleas de la clase media y los grupúsculos de la “sociedad civil”, vamos a derrotar al fenómeno chavista. Sin partidos políticos fuertes y multiclasistas, no hay salida. La prédica antipartido es una idiotez, que le hace el juego al caudillo. Eso no quiere decir que los partidos existentes no deben renovarse y sobretodo reagruparse.
La actual fragmentación es una irresponsabilidad histórica y una demostración de una inmensa inmadurez política, que refuerza la antipolítica, fomentada por el chavismo y sus aliados objetivos, conscientes o inconscientes. El canciller demócrata cristiano alemán Konrad Adenauer dijo que: “Si algo injusto hizo Dios es que habiendo limitado la inteligencia humana dejó totalmente ilimitada la estupidez”. Hay que enfrentar a la estupidez de las gallinetas de vuelo rasante.