Señal de esperanza
En Venezuela estamos viviendo una “crisis epocal”, un período en el cual el “ritmo histórico” se acelera y se producen profundos cambios en el sistema político, económico y social. En estos tiempos, la política asume también características “epocales”. La oposición no lo ha entendido todavía. El caudillo populista radical y militarista, con petróleo a precios altos, es algo demasiado serio para ser enfrentado con la irresponsable fragmentación de la oposición, que podría transformarse en pulverización, si no hay un cambio de rumbo. La oposición está dividida alrededor de tres ejes: abstencionistas-participacionistas; antipolíticos-políticos; “novólatras” (satanizadores del pasado y adoradores de lo nuevo)-históricos (que reivindican los avances “civilizatorios” de los 40 años). Los tres ejes son aprovechados y fomentados por el caudillo, con la ayuda inconsciente de algunos medios y “opinadores” de la oposición. Los grupúsculos virtuales, las asambleas y las marchas de la clase media son de una enternecedora, pero estéril, ingenuidad. Se necesitan partidos políticos multiclasistas fuertes, con implantación nacional y presencia en los barrios. Algunos esperan al líder. Los líderes surgen, no se inventan. Mientras tanto, hay que reorganizar y reagrupar a los partidos. Los dirigentes de los partidos del centro democrático, COPEI, PJ, PV y Convergencia, deben elevar la vista por encima de las diferencias, locales, personales y tácticas. La fundición en un gran partido del centro tendría un efecto multiplicador mucho más allá de la suma de sus partes, porque al crearse un punto de referencia creíble y coherente se daría una potente señal de esperanza a una oposición desmoralizada y confundida. La comunidad democrática internacional nos lo está exigiendo a gritos. Después, la estrategia debería estar clara, siguiendo la exitosa experiencia de la oposición chilena frente a su caudillo militarista, el nuevo gran partido de centro, AD y la Izquierda Democrática, cada uno con su identidad y su electorado, deberán integrar una “concertación” democrática. En las crisis epocales no hay espacio para la mezquindad, las pequeñeces y la estupidez. Los dirigentes de los partidos del centro deben dar el primer paso. Su responsabilidad histórica es inmensa. Si no están a la altura del tiempo histórico serán devorados por el “depredador rastrero”, como las ”gallinetas” de vuelo rasante.