Colcha de retazos
Quien tenga la oportunidad de bajarse del automóvil en los primeros dos kilómetros de la autopista Caracas-La Guaira sin verse atracado o pulverizado por alguna gandola, podrá apreciar que ya han comenzado los trabajos de construcción del empalme que conectará algún punto de la autopista, con la entrada posterior del Viaducto N°1. El Ministerio de Infraestructura ha asegurado dos cosas: que los trabajos estarán concluidos para Febrero de 2006, y que se trata de una obra transitoria, mientras culminan la reparación del viaducto, al cual le pondrán unos patines para que ruede mejor y se acople al movimiento telúrico de las laderas de Gramoven.
No soy ingeniero, ni conozco los detalles del proyecto de recuperación para calibrar la palabra del Ministerio, pero hay algo que salta a simple vista: Que la construcción de ese empalme, consumirá muchas más toneladas de concreto, asfalto y acero de lo que hubiera tomado realizar los trabajos de mantenimiento en el momento que se detectaron las primeras fallas, hace 15 años. Todavía queda quién se pregunta a donde, además de cuentas cifradas en Suiza, han ido a parar los fondos públicos del país potencialmente más rico de la Tierra.
Sobre lo “transitorio” cabe la pregunta de si en este país donde lo transitorio se convierte en permanente y viceversa, no terminará esta solución “temporal” por imponerse como definitiva, como sucedió con Mercal, con la “consolidación” de barrios, con los subsidios de 20 años a “industrias infantes”, con plan tras plan para acabar la pobreza (el último de ellos, plan “Pleibol”): Nuestras políticas públicas son colchas de retazos para atacar emergencias, que terminan por crear el estatus quo de atraso que apreciamos diariamente. La lógica es gastar lo que se pueda, mientras haya qué gastar. Lógico: nuestra planificación de gobierno alcanza lo que dura la luz del día.
Pero no hay bien que por mal no venga. La circulación por el nuevo empalme con la autopista Caracas-La Guaira, a lo largo de la montaña que está frente a donde corre la autopista actual, dará oportunidad a los caraqueños para ver la gigantesca pobreza anidada en las laderas de la montaña, que hasta ahora han permanecido ocultas a la vista. Será una excelente oportunidad para mostrar que el fracaso de la Cuarta y Quinta repúblicas no sólo está en el colapso del Viaducto N°1.