El feto
Nacerá muerto el feto de la unidad. Ninguno de sus progenitores tiene el más mínimo interés en que la criatura luzca sana, lozana, rozagante. Tampoco tienen la virilidad o la potencia como para procrearlo. Ni a AD ni a PJ, tampoco a COPEI o a Proyecto Venezuela le interesa su nacimiento. Cada uno de ellos va a los suyo: intereses mezquinos y bastardos que no tienen nada que ver con la abandonada, desprotegida y despreciada de la partida: la patria.
Causa espanto y profunda tristeza constatar la ceguera, la mezquindad y la miseria de esos partidos políticos a la deriva. Henry Ramos sin otro objetivo que atornillarse en la secretaría de un partido agonizante, su curul en el Parlatino, contratos para él o sus más próximos allegados. Julio Borges proponiendo la repartija de una piñata que no le pertenece para ganar votos, repudiando nuestro propio pasado y el de su partido a ver si haciéndole carantoñas a José Vicente Rangel agarra manque sea fallo. No hablemos de Pérez Vivas o Eduardo Fernández, ni de los Salas. Venezuela es, para todos ellos, el cadáver insepulto al que hay que arrebatarle los dientes de oro, la sortija o los anteojos usados. Como la Bobulina, la prostituta de Zorba el griego, a cuyo cadáver le caen a saco los desarrapados del vecindario. Del ahogado aunque sea el sombrero.
Carroñeros, graznan alrededor del escuálido botín que les tira Jorge Rodríguez, el administrador de unas elecciones tramposas, fraudulentas y amañadas, arrancándose la piel incluso para figurar en nóminas y listas sin destino. Aceptan no sólo su propia muerte, impuesta por el déspota con una sonrisa de desprecio, sino cargar incluso con el sarcófago que llevará sus restos. Caso nunca visto en Venezuela: el de un liderazgo que asiste a su entierro, repica las campanas y tira flores a su propio cortejo.
Si Borges cree que portándose como el pupilo respetuoso, obediente y avisado del operador del régimen logrará algún día alcanzar la presidencia de la república, está profundamente equivocado. Si Ramos aspira a pasar agachado en el Parlatino hasta el 2013, para volver con AD en gloria y majestad como Rómulo luego de calarse a Pérez Jiménez, también se equivoca. Si Eduardo Fernández cree que alineándose entre los obedientes recibirá alguna recompensa menor, tampoco está bien encaminado.
Pues Chávez es muchísimo peor que Pérez Jiménez, incluso que Gómez: llegó para quedarse, está montando su parafernalia dictatorial bajo el guión y la batuta de Fidel Castro y pretende el Poder bajo la tesitura castrista: vitalicio y hereditario. Ya reclama incluso su hacienda El Trompillo. A su lado, Borges, Ramos Allup, Fernández y los Salas Römer son pulgas, hormigas, mosquitos. A los que espantará de un manotazo. Y a quienes por medio de las gestiones de José Vicente Rangel, pone a interpretar el balbuceante contrapunto de una partitura que debe tocar, por ahora y para la galería de las Naciones Unidas, mientras termina de atornillar su tinglado fascista.
El 5 de diciembre se verán en el espejo de esa feria de vanidades que culmina el día de las elecciones y se admirarán del tamaño al que han sido reducidos: jíbaros cesanteados de un circo que ya no les pertenece. O colaboran o desaparecen.
No hay peor ciego que el que no quiere ver.