Opinión Nacional

Anomia

Venezuela es el país latinoamericano donde se registran más protestas, según el Observatorio de conflictividad social del Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales (CLACSO)

1 No deja de ser sorprendente la curiosa situación institucional que está viviendo nuestro país. Hay un presidente que no puede serlo y otro que no se atreve a serlo.

Con el fin de que sus actos presidenciales no sean írritos, el que está en Miraflores sin título, hace nombramientos para los que no está constitucionalmente facultado. Se vale de un procedimiento extraño: trae órdenes y actos de gobierno atribuidos al presidente enfermo, que le dan piso a un gobierno que no lo es. Nadie ha verificado si figura en ellos la firma del presidente reelecto o si se trata de manipulaciones de la persona que gobierna en su nombre, refugiándose, eso sí, en el pretexto minado de que sólo cumple órdenes.

Ese galimatías institucional está montado sobre bases errátiles. El PSUV está unido con lazos emocionales alrededor de su líder enfermo como ninguna otra organización en la historia del personalismo venezolano. Guzmán Blanco fue un «caudillo», el taita Crespo también, y no obstante el Partido Liberal Amarillo no murió con ellos.

Stalin, dueño de vidas y padrecito de todas las Rusias, se desvaneció en la bruma pero el país decoló hacia Jruschov sin que desapareciera el partido de Lenin. Después de Mao vino Den Xiaoping y aunque el partido comunista no es ni la sombra del organizado por los líderes de la Gran Marcha, allí está. ¿Y qué decir del hermético dictador Franco? Entubado tres meses, fallece para que el secretario del Movimiento Nacional, Adolfo Suárez, tuviera un desempeño extraordinario. Cuando en 1935 el general Gómez se retiró del escenario de la vida, López Contreras, elegido del dictador, inició la reforma del sistema que durante 26 años sembró el terror en Venezuela.

La incógnita es si el PSUV podrá sobrevivir a la falta absoluta de su líder y demiurgo.

2 En los últimos cinco años, Venezuela ha sido el país de los conflictos, en comparación con el resto de las Américas. Esa opinión no es mía ¡líbreme Dios! En el epígrafe he denunciado a su autor, el reputado CLACSO de cuya seriedad sólo los necios podrían dudar.

¿Cómo es que pese a tan estremecida situación social, el presidente Chávez sigue manteniendo altos niveles depopularidad? La respuesta que se me viene es la naturaleza especial de su liderazgo. Valiéndose de artes que sus sumisos consideran mágicas, de un uso sin tasa de los colosales ingresos fiscales y de divisas por el sostenido mercado al alza del petróleo, y del control absoluto del Poder Público, Chávez ha cortado la deriva política de las tormentas sociales. Puede lograrlo con un discurso santificado en el que su buena fe contrasta con la ineficacia de sus ministros. Estos han cargado con el peso muerto de su gobierno para que el líder quede libre de pecados. Y ahora resulta que Chávez se ausenta quien sabe si definitivamente y son los vituperados ministros los que deben asumir la carga del poder.

Chávez era el árbitro, la palabra última, el cemento de la unidad, el salvador de la causa en la barahúnda de los abanderados a las gobernaciones. La olla estaba a punto de reventar, pasiones desatadas, grupos internos en luchas desgarradoras. ¿Qué podían hacer, bendito Señor? Nadie les hace caso, no hay consensos regionales y ni soñar con unas demenciales primarias.

El dedo de la Providencia impidió el desastre. Los agitados militantes se vieron forzados muy a su pesar a renunciar a su humano derecho de elegir y ser elegido. El caudillo resolvió por todos. Y encima tuvieron que darle las gracias.

3 Pregunto con bíblica mansedumbre: en un panorama de conflictos recrecidos y sin la intervención del demiurgo ¿quién evitará que se proyecten a la política las quejas de un sindicato, una universidad o un puñado de pobladores alzados contra la inseguridad, el desabastecimiento y el crimen callejero? Sin ánimo de fastidiarles la paciencia permítanme insistir: ¿Quién? Créanme, los comprendo. No cometen pecado si corren la arruga. Nada pueden hacer por sí solos. Unan sus debilidades mientras el cuerpo aguante. Vislumbran en el horizonte la posible pérdida del poder si se les deshace el frágil entendimiento o sus protocolos ocultos. Y señores, por la vida: ¡Miraflores bien vale una misa! Han logrado un entendimiento de última hora cuyas interioridades se desconocen aunque se intuyan. Raúl Castro fue el facilitador, la Isla el escenario donde el gobierno venezolano va a resolver su drama. Eso nos dice que están dispuestos a asumir las conductas más humillantes, más indecorosas, con tal de que alguien los ayude a entenderse. Así deban desfilar contritos rumbo a La Habana.

El misterio acerca del destino del caudillo no puede prolongarse más sin que revienten las costuras. No se sabe cómo concluirá el sudoroso juego de sombras chinescas entre Maduro y Diosdado. Hay un rumor de gatos pardos desplazándose embozados en la oscuridad. Algunos temen una noche de puñales. Y para peor, el sabio líder ya no está aquí. En un momento tan inconveniente el desamparo atormenta sus noches.

Ulpiano decía que la justicia consiste en darle a cada quien lo que le corresponde. ¿Pero cómo queda la justicia si dos rivales entreveran lo que les corresponde? Lo único que les queda, señores, es el atrabiliario acuerdo cubano. Un pacto de palitos mantequilleros y una infinita sed de fantasías.

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