Hora de consecuencias
«El estilo es el hombre mismo»
Conde de Buffon
Sólo una democracia pervertida en su esencia puede tolerar expresiones de canibalismo moral como las expresadas por quien detenta, para nuestra infinita desgracia, la presidencia de la república. Si las graves acusaciones formuladas por uno de los prelados más importantes del mundo ex gobernador de El Vaticano, papable y dignatario de la más alta alcurnia del purpurado católico necesitaban ser demostradas, la prueba no pudo ser más contundente. Bastó con que el teniente coronel abriera la boca para que se evidenciara la cloaca intelectual y moral que impera en Miraflores y el barbarismo fascista que somete hoy toda vida civilizada a la voluntad omnímoda, caprichosa y mendaz del peor presidente de la república que haya tenido la república en toda su historia.
Ha sido pues el propio acusado quien ha asistido al cardenal Castillo Lara aportando con su insólita destemplanza las pruebas de la seriedad, la gravedad y la oportunidad de sus acusaciones. Los salesianos del mundo entero, que cuentan en Castillo Lara con su más preclaro y distinguido exponente, habrán tomado nota. Como Su Santidad, amigo personal y compañero del carabobeño. Y la Curia toda, que lo sabe uno de sus mejores hombres.
Nada de todo ello debiera afectarnos, dada la grandeza de Su Eminencia, su gran inteligencia, su humildad cristiana, su comprobada modestia y pureza de propósitos. Pero afecta en lo más profundo ver a la nacionalidad aherrojada en las mazmorras morales de la matonería caudillesca de un teniente coronel como el que usurpa el sillón que ocupara Simón Bolívar, prisionera de propósitos y anhelos indignos de la modernidad, hundida en el fango de sus peores criaturas. Entre la prostibularia declaración presidencial y el asesinato de tres jóvenes universitarios, entre la grosería del primer magistrado y los abusos y tropelías de sus secuaces, no hay diferencia sino instrumental. Lo peor de cuanto sucede hoy en Venezuela ˆ12 mil homicidios anuales, invasión de tierras y ocupación de apartamentos, quiebra de empresas y desempleo, miseria galopante, suciedad, corrupción desatada y fraudes electorales – tiene un solo nombre y un solo apellido: Hugo Chávez.
De allí el asombro que causa ver a los partidos políticos postergando la resolución de nuestra tragedia en nombre de un electoralismo criminal. Prepararse a participar en el fraude cantado del próximo 7 de agosto no es posible sin acallar la indignación de los ataques presidenciales contra el cardenal Castillo Lara. En esta trágica coyuntura, acompañan a monseñor Castillo Lara sólo aquellos venezolanos que asumen la verdad de sus acusaciones y se niegan a convalidar la pantomima. No se puede estar de acuerdo con el cardenal y correr solícitos al patíbulo electoral del 7 de agosto.
Tanto COPEI como Primero Justicia y Proyecto Venezuela, partidos de raigambre socialcristiana, debieran reflexionar sobre esta grave crisis de valor. No se puede ser cómplices del mal sin traicionar las propias raíces. Es hora de asumir las responsabilidades.