La oposición: confrontarse entre sí
Recientes encuestas señalan con análoga consistencia que los partidos adversos al «jefazo» y a su rumba patriotera suman todos juntos un 11% de simpatías, teniendo la oposición reunida en esas sectas, un repudio general de una imperceptible conchita de ajo en el orden del 83%.»
Desde luego, que los únicos que no se han enterado en estas cuentas que percibimos muy cerca de la realidad, es la oposición- partidista misma.
El espectáculo que han dado para elegir candidatos unitarios a la elecciones de agosto venidero ha sido «maravilloso», en vez de producirse acuerdos lo que ha generado es la profundización de más desacuerdos. Sin embargo, no debe existir ya sorpresa por esto, la oposición que conocemos hasta ahora y su incapacidad para mirar con largo aliento es una realidad que se repite una y otra vez.
Estos dirigentes opositores se parecen más a Chávez de lo que se imaginan. Por supuesto, en la capacidad de éste para trasmitir confianza y emociones en su partidarios, allí no; pero su semejanzas están en la dicotómica cualidad impostora en el caso del presidente de hablar como un cruzado de la necesaria búsqueda de solidaridad y unidad continentales, mientras divide y hace pedazos la convivencia interior en su propio país; por su lado, los partidos opositores se centran en lo urgente que es acabar con un régimen autoritario que nos conduce sin pausas a una dictadura militar y personalista y a la confiscación de las libertades, predominando en sus discursos la oferta restituir la independencia de los poderes públicos , el respecto al pensamiento plural y al ejercicio pleno de los derechos humanos ,mientras obvian el clamor de sus reducidas bases partidarias por poner en vigencia la democracia interna y lo más importante, preocupados sólo por su debilidad insisten en acomodarse en los estiércoles y residuos de lo que le vaya dejando el comandante.
Nosotros, no abogamos por un decreto de expropiación de estas tierras ociosas en que se han convertido los partidos históricos y los emergentes en la Venezuela «bolivariana» y sin hacernos ninguna ilusión de la recepción de nuestras propuestas, ni siquiera ante el horizonte del nuevo e inevitable fracaso en agosto venidero, creemos que lejos de tratar de impulsar una unidad que jamas se consumará pero que aún lográndose siempre será artificiosa y frágil por ese mismo motivo, los factores opositores deben buscar lo contrario, vale decir, competir abiertamente entre sí, por medio de una convocatoria de debates en escenarios públicos y también por radio y TV en set pagados y con la presencia de ciudadanos que actúen y pueda debatir, e incluso la producción de un programa radial del tipo de Aló, presidente, semanal y constante cuyo tema central es la oferta de su liderazgo.
Ojalá se animaran algunos ha auspiciar este experimento, al cabo creer o persistir en el camino de una unidad imposible y ficticia, es una tomadera de pelo, llegó la hora de cerrar la farsa .