El Papa en América Latina
Yo pecador, debo confesar, y no es que me complazca, que no me siento ni representado ni satisfecho con el mensaje eminentemente político y politizado, que no de guía espiritual como esperaba, dejado por su Santidad el Papa Francisco en su más reciente tournée por Suramérica. El norte es el sur.
A lo mejor es que al escucharlo desde Venezuela lo considere y entienda, a pesar del tono apacible de Bergoglio el humano, excesivamente proselitista, populista y hasta emparentado con las peroratas del Socialismo del siglo XXI que, tanto en el fondo como en la forma, lo que ha producido no es más que división, pobreza, sumisión, resentimiento, desamparo y atraso. Jamás conciencia ni riqueza. Sub desarrollo en pleno. ¿No se habrán dado cuenta de ello en el Vaticano o es que es su propio caldo de cultivo?
Intuyo que antes que auxilio espiritual en la fe, la esperanza y la caridad, esta visita Papal ha provocado desconcierto entre la feligresía, no digamos en la chilena con aquello de la salida al mar, más bien ansiosa toda y por doquier de estímulos y orientación religiosa para el amor compañero y solidario, en un mundo cada día más convulso, egoísta, violento, lamentablemente caótico y con la Pachamama en peligro.
Y no es que me caiga mal el Papa que de eso no se trata, lejos de mi para con él una acción que no sea noble, al contrario, pero es que me parece extremadamente propenso y confeso a la familiaridad y cuchicheo con el marxismo y con estos gobiernos izquierdosos de por aquí, creando así antes que claridad y especificidad en la imagen de la iglesia de Cristo, disonancia espiritual en la feligresía a la cual pertenezco, sin que casi se note. Al callar les otorga ¿Qué pensará la oposición ecuatoriana de esta visita? ¿Serán Chávez o Fidel candidatos próximos a la santidad o a la beatificación a cuenta de dictadores populares? Raúl nos dice, guachamarón, que está por convertirse. «Con este Papa sí» Es que uno ya ni sabe qué pensar o en quién creer o confiar.
A propósito, «Quítense la sotana, funden un partido político», espetaba aquí el por ahora ya fallecido Comandante Supremo y Eterno, cuando nuestros curas se atrevían a plantársele enfrente ante tanto abuso o despropósito, que no ha sido el caso o ejemplo de Francisco quien no ha osado oponerles ni un reparo siquiera a estos gobernantes llamados izquierdistas, ni ellos a él, que son, adhieren o se aprovechan de lo que se auto define como el Socialismo del siglo XXI, nomenclatura expresada en latín y cobrada en petróleo o en cielo, a pesar de sus escuálidos precios actuales.
Parece más bien venido a hacerles compañía, fiesta o carantoña, y no me extraña, pues como decía mi abuela: maña vieja no es resabio ¿En esto habrá caído también el gobierno de Obama? Santos, el Presidente de Colombia, el que acuñó aquello de «Mi nuevo mejor amigo», lleva años en eso a cuenta del manguareo con la paz que no llega por fin. Y eso que tiene a la mesa del diálogo allá en La Habana. Viéndolo bien Grecia debería hacer sus maletas y mudarse al Caribe que aquí la vida es más sabrosa.
Lo cierto es que el padre Jorge Mario Bergoglio, argentino él, jesuita y representante de la Teología de la Liberación en su versión gaucha, la Teología del Pueblo, ha venido a ventilar y vendernos lo que es su ideología y de buena parte de la Iglesia a la que representa, que no es otra que la de una declaración de guerra santa a los valores del capitalismo salvaje, diríamos por aquí, la riqueza y el individualismo de los que, contradictoriamente, vive y se enriquece. Dejemos lo del Islam y lo de la guerra entre civilizaciones tranquilo y mientras tanto. Por igual, la perdida de seguidores cristianos en el mundo, producto de la «mundanidad», el crecimiento en paralelo de la indiferencia y de la competencia religiosa y por ende la imperiosa necesidad de demagogia discursiva para mantener el rebaño y hacerlo crecer. ¡Qué verdad tan inmensa aquella: su reino no era de este mundo!
Ese imaginario que él ofrece, ese producto, no es más que una síntesis simbólica llena de significados y supuestas gratificaciones político-espirituales, que entretejen al marxismo con el cristianismo, donde Jesús y Marx, dicen, se reencuentran a través de una visión y lectura del Evangelio comprometidas, hasta más no poder, con la pobreza y con los pobres, con el pueblo, hasta en las propias armas alzadas.
Por todo esto es que viéndolo bien, no debe resultarnos sorpresivo, fuera de sitio, incongruente o rapaz, el gesto de Evo Morales, Presidente de Bolivia, quien aprovechando la oportunidad, no aprovechándose de ella, faltaba más, que no hacía falta, le pareció de lo más natural y fraterno obsequiarle al Papa el símbolo más representativo de esta unión: un Cristo acunado en la hoz y el martillo, tallado además por otro mártir de la Congregación de Jesús, el padre español Luis (Lucho) Espinal Camp, vilmente asesinado el 22 de marzo de 1980 por miserables y cobardes paramilitares en Bolivia durante la dictadura de Luis García Meza Tejada . ¿La Cancillería del Vaticano no sabía de antemano de esa talla? Lo dudo luego existo.
En esas militancias anda suelta y comprometida la Iglesia por lo menos desde aquellos tan viejos y tan próximos años 60, digamos que desde el Concilio II para no retornar a la Edad Media, en los que cobra fuerza en su seno la lectura del Evangelio con y desde una narrativa preferencialmente por los pobres, los hambrientos y desheredados de la tierra que crecen como arroz por el mundo y no se diga aquí. ¿Y quién puede estar en desacuerdo con lo evidente?
Discípulos recientes de esa corriente de pensamiento y acción en nuestro vecindario, y para muestra un botón, lo han sido por ejemplo Camilo Torres, el cura colombiano guerrillero, miembro del Ejército de Liberación Nacional, ELN, muerto en combate en 1966; Ernesto Cardenal, cura, poeta y revolucionario sandinista, miembro del gobierno de Daniel Ortega y ahora, vivo aún, su archienemigo confeso; el Siervo de Dios, el salvadoreño Obispo y Mártir Oscar Arnulfo Romero asesinado por un francotirador mientras oficiaba una misa, el 24 de marzo de 1980, cantado y contado por el panameño Rubén Blades en su producción «Buscando América»; Fernando Lugo, Obispo y Presidente de Paraguay asediado por las pruebas de ADN, y ahora Jorge Mario Bergoglio, hoy Pontífice de la Iglesia Católica y Romana. ¿Obsesionados y todos en común por el poder o contra el poder? Congregación compleja, ambiciosa, perseguida y voluntariosa, ésta la de los discípulos de San Ignacio de Loyola: los Jesuitas.
Viéndolo bien, si me dan a escoger prefiero a aquel curita que después de oficiar la santa misa nos decía «sean justos» y le hacíamos caso.
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