Opinión Nacional

Proceso, Revolución y Socialismo

Es necesario desarrollar tres conceptos básicos que permitan darle sustento
teórico a nuestra práctica revolucionaria. Me refiero a proceso
revolucionario, revolución y socialismo del siglo XXI. Son conceptos
elaborados por las relaciones de datos y juicios que produce nuestro
pensamiento, los cuales manifestamos con palabras una vez que han sido
procesados e internalizados. Son fundamentales porque al clarificar su
esencia, nos lleva a asumir la vía correcta para avanzar en la
profundización del socialismo. Considero, por lo tanto, que debemos
detenernos a procesar su significado pues andamos en la escena política
actuando sin saber qué y por qué se hace lo que se hace, concibiendo la
revolución como un juego de libre y errado albedrío que nos lleva a cometer,
consciente o inconscientemente, barbaridades, atropellos, ilícitos y
prácticas clientelares antagónicas con la revolución.

Entendamos, pues, que el proceso revolucionario comprende fases y etapas
sucesivas que se desarrollan en la estructura de la sociedad venezolana
(base de la dimensión social donde se dan las relaciones que explican los
fenómenos y hechos observables), las cuales en un tiempo determinado por las
variables socio-políticas (identificadas como coyunturas) se alcanza la
meta de consolidar la revolución. Ahora, ligado estrechamente a este
concepto, debemos complementarlo con el de revolución. Lo construimos de
manera amplia para que abarque la dimensión social plena (realidad social)
en la cual se cumplen los postulados revolucionarios. Considero entonces,
que revolución es la acción consciente del pueblo organizado para dirigir la
República, con base en una concepción socialista del mundo y la vida, a fin
de generar cambios de estructura de la sociedad a nivel de las relaciones de
producción, sociales y de poder. Estos cambios de estructura permitirán
crear una nueva cultura social y nuevos paradigmas de solidaridad y amor
entre los seres humanos. Esto es lo que explica la denominada energía
morfo-genética, que es la que activa en el ser la disposición y voluntad
para acceder a nuevos estadios de la civilización humana. Es la que nos va a
identificar con el bien común del colectivo. Y éste se logra cuando se asume
por convencimiento esa energía morfo-genética (fuerza integral de nuestro
ser) que de manera simbiótica genera el raciocinio (intelecto) y los
sentimientos (alma y corazón), para estar en capacidad de manifestar el amor
por los demás y la buena voluntad en nuestras acciones. Esta energía es el
motor que se convierte en palanca para luchar por los cambios de estructura.

La energía morfo-genética nos conduce a internalizar sentimientos humanos de
desprendimiento y entrega para satisfacer el bien colectivo. Eso es
revolución. Cuando sepamos querer a los demás habremos entrado en la esencia
revolucionaria. Estamos en la justa ruta del avance revolucionario cuando
expresemos afecto y solidaridad por los ciudadanos, habitantes, pueblos de
nuestro país y del mundo.

En esta dirección conceptual, nos faltaría para los efectos de este artículo
de opinión, y concatenarlos con los dos conceptos anteriores, finalizar con
las ideas procesadas hasta ahora de lo que es el socialismo del siglo XXI.

Lo ubico como un sistema, ya que de manera armónica todos los elementos que
lo componen tienen que mantenerse en equilibrio. Si falla uno de ellos, no
se alcanza la meta. Es decir, deben operar integralmente en correspondencia
y en interacción evitando las disfunciones ocasionales y cíclicas a que son
propensos los sistemas. El Socialismo del Siglo XXI es un sistema político,
económico y social de fundamentación humanista (espiritualidad), basado en
tres elementos que lo componen: (i) el Bien Común (amor por el prójimo y
buena voluntad), (ii) la producción social (riqueza y prosperidad colectiva
en lugar de la acumulación y el beneficio que impera en la reforma) y, (iii)
la participación directa (por ejemplo, los consejos comunales que es la
expresión del ejercicio de la democracia directa del pueblo sin
intermediación), todo ello en relación a las decisiones que involucre al
colectivo nacional en lo que respecta al destino y prosperidad de la Nación.

Es pues la tesis de la revolución.

Con la síntesis de estos tres conceptos intentamos contribuir en la
elevación de la conciencia del revolucionario. Más de éstos y muchos otros
más lo estamos estudiando y difundiendo en los Centros de Formación
Ideológica (CFI), a los cuales invitamos a su incorporación.

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