Opinión Nacional

Mi posición ante el país

Comienzo por lamentar que en un momento cuando Venezuela vive la mayor de las amenazas a su libertad y su progreso, cuando justamente esta amenaza debería ser el centro de la preocupación de los venezolanos, nos veamos sumergidos en un debate infecundo y subalterno a propósito del método para escoger un candidato unitario y no del fin mismo de ese propósito.

A riesgo de nadar contra la corriente, como tantas otras veces en mi vida, quiero anunciar mi rechazo categórico al ultimátum, que Súmate se atrevió a plantear ante los candidatos presidenciales. No estoy de acuerdo con este tipo de procedimientos autoritarios, mediante los cuales una organización civil se arroga ante sí y por sí el derecho a dictar a los sectores políticos y a los candidatos presidenciales la conducta que deben asumir, ceñida esta estrechamente a los propios códigos de esa organización y sin ninguna consulta a los principales interesados, que son los propios candidatos. De modo que ni me inscribiré en ese proceso ni participaré de él.

Continuaré, eso si, en el compromiso de buscar una candidatura unitaria. Ratifico mi decisión de contribuir al logro de ese objetivo, que no excluía, por cierto, la celebración de primarias, sino las suponía como una última instancia, dados los riesgos obvios que ellas comportan. Pero los otros mecanismos no se han agotado y aunque el ultimátum de Súmate niega que ellos puedan continuar siendo explorados, confío en que ni Rosales ni Borges acepten semejante pretensión.

Me veo obligado a recordar cómo comenzó todo esto, porque desde el principio los procedimientos de Súmate fueron muy discutibles. Primero la forma unilateral e inconsulta como propusieron las primarias, resumida por uno de sus dirigentes, en acto público, con la frase “ahora los candidatos corren o se encaraman”, obvia demostración de la concepción autoritaria e impositiva como Súmate asumía el proceso.

En conversación en nuestro Comando admitieron que esto había sido una “falta” y se mostraron dispuestos a repararla, integrándose a una instancia plural, conjuntamente con otras dos organizaciones civiles, el Grupo La Colina y Queremos Elegir y con representantes de los candidatos, para que fuera este organismo quien tomara a su cargo la conducción del proceso, como era lo correcto, dada la pluralidad de factores incursos en él, comenzando por los propios candidatos, quienes manifestamos que la conducción política del proceso correspondía a los factores políticos y no a los técnicos. Sin embargo, posteriormente, ignorando totalmente a esa instancia de la cual formaban parte y sin anunciarlo previamente a los candidatos, hicieron nuevamente de modo unilateral e inconsulto el anuncio de que no podían organizar las primarias, porque según y que “las fechas no daban”. En un esfuerzo por mantener abierta la opción de las primarias, Borges, Rosales y yo les propusimos posponer la fecha de su realización. Súmate, luego de aceptar, presentó un pliego de condiciones inaceptables. Esta ha sido una manera brutal de patear el tablero, puesto que tales condiciones constituyen una mezcla de frivolidad, superficialidad y desinterés por la trágica situación que vive el país. Estas condiciones parecieran surgidas del mismo espíritu que animó el decreto de Carmona del 12 de abril de 2002 y que llevaron a otros costosos errores en este largo lapso. Esos errores contribuyeron significativamente a reforzar el poder de Chávez en lugar de debilitarlo.

Mis reservas frente a estas primarias obedecen a razones conceptuales muy de fondo. Súmate ha llegado en su ultimátum a prohibir a los candidatos que utilicemos cualquier otro mecanismo de búsqueda de una candidatura unitaria que no sea el de las primarias. Es bien conocido el hecho de que Borges, Rosales y yo, suscribimos un acuerdo para agotar todas las vías posibles a fin de alcanzar ese objetivo, sin descartar, como última instancia el de las primarias. De acuerdo con Súmate, no sólo debemos suspender las conversaciones que a tal efecto estamos desarrollando sino paralizar la encuesta que contratamos y cuyos resultados nos servirán de referencia para las decisiones que debemos tomar.

A pesar de que tanto Borges como Rosales se inscribieron en las inefables primarias, mi compromiso de trabajar por una candidatura unitaria, surgida de nuestro empeño sigue en pie. La opinión pública no debe ser manipulada: el hecho de que yo no participe en el proceso de primarias, no debe ser presentado como causal de su fracaso o no realización.

La organización de primarias en el presente contexto político venezolano también debe ser evaluada con mucho cuidado. Porque no son tan obvias sus ventajas. Al contrario, podrían producir daños políticos irreparables para la lucha democrática. No se puede descartar el riesgo de una concurrencia mínima, cosa nada improbable en el país de la Lista de Tascón y de todos los mecanismos de intimidación y chantaje que el gobierno adelanta. Esta es una Venezuela con miedo, el reconocimiento de esta realidad fue la que nos ha llevado a presentar al país nuestra propuesta de lucha por una Venezuela sin miedo. Las primarias excluirían a toda persona que tenga cualquier tipo de relación con el gobierno, desde empleados públicos hasta contratistas e incluso buhoneros. Todavía no hemos tenido tiempo de convencer a muchos venezolanos que hoy no se muestran dispuestos a votar en diciembre: ¿estarían estos compatriotas dispuestos a votar en agosto en unas primarias?
Una concurrencia de unos pocos centenares de miles de electores sería una catástrofe política, que añadiría más frustración y desencanto al ya existente.

Lo importante es un candidato unitario y no el método mediante el cual este se escoja. La candidatura unitaria es, a mi juicio, fundamental para alcanzar los consensos necesarios para resolver nuestros verdaderos problemas: el hambre, el desempleo, la inseguridad. Además, adquiere hoy una especial relevancia dado el desenvolvimiento de la coyuntura política, en la cual son ya claramente visibles los signos de avance de una amenaza de control estatal de toda la vida venezolana. La sombra del totalitarismo comienza a arropar el país. La transformación de la FAN en una institución de partido y su utilización política y electoral; la extensión del estatismo a ámbitos de la vida social donde su presencia fue siempre discreta, como el deportivo y el cultural, hoy copados por el Estado; el control sobre las ONG; la amenaza contra la autonomía universitaria y contra los medios; la intención de utilizar el sistema educativo como un instrumento de adoctrinamiento de nuestros niños en una visión no democrática, son datos que deben llenar de preocupación a los venezolanos, incluyendo a los partidarios del gobierno, que seguramente no votaron por una perspectiva tan sombría.

Mientras todo esto ocurre, corremos el riesgo de empantanarnos en unas primaras que lucen muy riesgosas, y de las cuales me desligo desde este momento, pero continuaré, como ya lo dije. empeñado en satisfacer la aspiración nacional de una candidatura unitaria y en ese propósito seguiré adelante con mi campaña electoral. Invito a los venezolanos a levantarse contra la progresiva perdida de nuestras libertades democráticas. No es el momento de ahondar diferencias en el campo democrático, por el contrario, es el momento de luchar unidos para derrotar la amenaza totalitaria y construir una Venezuela sin miedo.

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