Rolando Salazar: “Algún presidente tiene la gracia y otro la desgracia”
No hay cosa más seria que el humor. Muchos se la dan de graciosos, pero muy pocos logran serlo. Paradójicamente, el mejor humor se nutre de lo peor de las tragedias.
Para ello el humorista debe tener una visión amplia de las cosas, de tal manera que pueda ser jocoso tomando como con pinzas las cosas de la vida real, como alegaban antaño las promociones radiales de las radionovelas.
Rolando Salazar es un conocido humorista y caracterizador de voces, quien con su amplia sonrisa y gran sentido del humor nunca deja de hablar en serio.
Nos encontramos con él, en una arepera del este de Caracas, en el momento que esperaba unas cachapas calientes.
Viendo como le hacían cachapas, conversamos con Rolando. Nosotros buscando el lado humorístico de los temas; mientras él no se dejaba sacar de la seriedad y del buen hablar. Lo que no significa que haya perdido ese gran sentido del humor que siempre lo acompaña.
Durante toda la entrevista, Rolando fue caracterizando su voz cada vez que nos referíamos a algún personaje, ya fuera Hugo Chávez, Oscar Yanes; Rafael Caldera, entre otros.
Por ello, para leer la entrevista y disfrutarla, hay que recordar las voces de todos esos personajes de la política y de la prensa, que cita en sus respuestas.
—¿Cómo ves la situación del país?
—La situación del país está humorística seria, porque los hechos de que de alguna manera el humor exhibía como una jocosidad, la sátira ha superado y se ha hecho cotidiana. Ha superado el propio significado dual, para convertirse en una sola tragedia. Podemos decir que vamos mal, pero vamos bien. Porque en la medida que vamos mal, la gente podrá reaccionar hacia ese bien que se espera.
—¿Cuáles son los personajes chistosos de este momento?
—La verdad que el venezolano toda su vida ha tenido una gama de personajes chistosos. De hecho, esta es una cuna insigne de personajes de esa índole, al punto que han llegado a ser presidentes de la República. Sostenían Alberto Cortés y Facundo Cabral, ambos en la misma canción, que había que tener cuidado de los pendejos. Y que eran tantos, que elegían presidentes. En este caso, el chistoso en Venezuela ha superado esta condición de ser pendejos para convertirse cómplicemente en hacer presidentes chistosos.
—¿Qué le falta a esos presidentes chistosos?
—Que tengan más seriedad a la hora de hacer un chiste.
—¿Cómo está el medio del humor en Venezuela?
—El circuito del humor está vibrando exhaustivamente, porque el humor debe prevalecer en medio de las situaciones. Además, que el humor parte del drama y eso nos ayuda a sobrevivir, a vencer, a reflexionar, a no evadir como mal algunas personas pueden pensar. El humor está allí para alertar, para recordar, para decirnos que tenemos un país difícil, pero por encima de todo estamos en una condición que nos fortalece el espíritu y nos reconcilia y nos invita a la tolerancia, como este sentido del humor.
—¿Cuál es el chiste del momento?
—El chiste del momento es que los desayunos los están preparando ahora con queso guyanés.
—¿Cómo les va con el teatro?
—El humor ha tenido una posibilidad con el teatro. Después del cierre de Radio Caracas Televisión, el teatro ha sido una opción estupenda. Sin embargo, en cuanto a las contrataciones corporativas que muchas empresas tenía a bien celebrar, ahora no tienen mucho que promover. Por supuesto ha mermado ese tipo de contrataciones. Pero en medio de la propuesta propiamente artística, prevalece y debe sobrevivir en medio de estas dificultades.
—¿Hay muchos jóvenes incursionando en el stand up comedy?
—Sí, el humor se va renovando en medio de todo. Es una condición natural que tiene nuestro carácter. Es una manera de ser, de ver, la realidad. Desde que luego que seguirá a través de generaciones fomentándose.
—¿Qué tienes este fin de semana?
—Estamos los viernes, sábados y domingos en el teatro Premiun de Los Naranjos, a las 7 de la noche, “Por Humor a Venezuela”. Una especie de narración de estos años, en que éramos felices y no lo sabíamos, a estos tiempos que ya conocemos y en que hemos desembocado.
—¿Qué les recomiendas a la gente que no consigue pañales?
—No sólo usted no consigue pañales. No consigue en usted mismo esa decisión que debemos tener todos como colectivo de tomar más en serio ser ciudadano, esa voz y voto que tenemos cada uno de nosotros para finalmente encontrar, no solamente el papel sanitario, sino (iba a decir el contenido) sino el futuro. Lo que estamos buscando es libertad y democracia.
—¿Si no hay papel toilet, y tampoco maíz, dónde se consigue la tusa?
—Recuerdo que “la tusa” era una gran cantante. Pero no se consigue ni la tusa. Parece que la van a importar de Uruguay.
—Oscar Yanes fue un periodista muy serio, pero ¿tenía un gran sentido del humor?
—Ciertamente. Para tener un sentido del humor no se requiere ser rochelero. Se requiere más bien tener una visión fría, cruel, amplia. Digo cruel por la crudeza con que hay que ver el lado difícil de la vida, en el modo inquisidor en que el humor enfrenta. Por eso es que Oscar era una persona muy seria, pero con un gran sentido del humor.
—¿Era mamadorcito de gallo?
—Ese es el término. Era mamadorcito de gallo. Pero era una persona seria. Pero cuidado –dijo con voz de Yanes– relajo con orden. Cara seria… bueno, así lo conocen en su casa.
—Hablando de aquellos que hablan serio, pero que provoca reírse, ¿qué te viene a la mente?
—A mí para reír me gusta ver Los Tres Chiflados. Me encanta ver programas antiguos para divertirme y reírme, porque el hecho de que haga humor no crean que me vivo riendo permanentemente. Trato de cultivar, como decía Oscar Yanes, esa visión seria de las cosas. Ese drama que hace que uno tenga esa posibilidad de traducirlo en humor. Pero realmente Rolando Salazar, el ciudadano, ríe de la comicidad de otro. Me encantan los programas de humor.
—¿Qué recuerdas de lo más gracioso de los ex presidentes?
—Carlos Andrés Pérez fue un personaje que aportó mucha gracia, mucho chiste. El caso de Jaime Lusinchi, ya te podrás imaginar, era como tú. De modo que más venezolano, con los rasgos más particulares de la venezolanidad de la cuarta, lo representaba Lusinchi. Luis Herrera Campíns, con ese sentido del humor tan provincial, también. Era un gran cultivador del género. Y después imagínense ustedes, de Sabaneta de Barinas llegó –dijo entre risas– para comentar un sentido del humor exacerbado, que ninguno tiene la gracia al día de hoy en la presidencia de la República. Alguna vez uno tiene la gracia y otro la desgracia.
—¿Vas a dejar por fuera al presidente Rafael Caldera?
—Lo deje afuera porque tampoco tenía esa capacidad de tener un sentido del humor preponderante. Más bien era una persona de un análisis digamos más paternal que rochelero.
—¿Y del presidente Rómulo Betancourt?
—Era un gran personaje. Desde luego tengo referencias directas del maravilloso sentido del humor de Rómulo Betancourt. Él era un poquito de cada uno de todos los que nombré. Además que conocía muy bien la venezolanidad. La llevaba como un estandarte. Y el humor es una de las condiciones naturales de nuestro ser venezolano.
—¿Para poder expresar ese humor hay que madurar?
—Habría que envolverse en papel periódico la cabeza para que eso sea así, para quienes no tengan la condición de hacerlo. Pero como no hay papel periódico, entonces no madurará. Árbol torcido no se endereza.
—¿Entonces no es maduro?
—No, no. Hay que tener la ingenuidad de un niño y la experiencia de un abuelo para encontrar que ese sentido del humor tenga sentido.
—Dicen que no hay mejor cosa que morirse de la risa. ¿Pero se puede envejecer sin reír?
—Sí. Teniendo sentido del humor, ese te ayuda sin necesidad que rías. Recuerda que no sólo te propone que te rías, sino que también analices, que consideres las situaciones, que te revises. Entonces es un ejercicio importante, no solamente de risa, sino de libertad. Podemos dejar de reír, pero no dejar de tener sentido del humor.
—Te encontramos frente a las cachapas, ¿eso en qué te inspira para un chiste?
—Bueno, que la señora que hace las cachapas, la deben de querer mucho por su casa. Debe vivir con un mujerero horrible.
—Finalmente, en este estado de cosas del país ¿qué le recomiendas a la gente para que levante ese ánimo?
—Como padre, tenemos que incentivar a nuestros jóvenes. Me angustia mucho que ellos hoy por hoy no tengan ese amor y ese arraigo tan bonito que tenemos nosotros por este país tan bello que se llama Venezuela. Los jóvenes hoy están abatidos, decepcionados sin mirar un futuro cierto. Mirando la barbarie y el horror del hampa, en una ciudad que nos les permite que se enamoren de ella. Entonces, es una misión de cada uno de nosotros, tratar de enseñarles que este país está allí, que prevalece. Que vendrán momentos en que esta juventud, junto con toda la ciudadanía venezolana, esté en una misión de construir con un objetivo y propósito de vida diario de volver a construir este país maravilloso.
Gracias, Rolando, sigue sin parar tu, humor del bueno, mesmo.