¿Qué está pasando en Venezuela?
Venezuela era sin duda el país de mayor tradición democrática en el continente americano que peor elegía a sus presidentes. Eso ocurrió en la era democrática y se repite ahora con el voto cautivo del chavismo frente a la abstención del grueso de la población, que ahora si parece que aprendió a valorar su voto. Claro que los recientes ejemplos de Bolivia y Perú donde sumados los porcentajes de las encuestas que favorecen el populismo antihistórico, el voto razonado dejó de ser una realidad en esas tierras, de manera que estos hechos dejan a nuestro país por detrás de estos nuevos “líderes”.
El problema cuando los puebles eligen candidatos populistas es que nadie sabe a ciencia cierta hacia donde se va a orientar el futuro gobierno: la intelectualidad del país espera que se ubique en el centro izquierda, los factores económicos en el centro (ya que es mucho pedirle a un populista que se coloque al centro derecha) y los sectores populares esperan que cumplan su palabra de reivindicarlos mediante radicales medidas de carácter izquierdista. Hasta hace pocos años los fenómenos populistas fueron neutralizados al acceder al poder, pero como tampoco fueron eficientes gobernantes como para reducir la pobreza y crear riqueza, fracasaron y dejaron mayor decepción a su paso. Este no es el caso de Lula que además de no ser un líder populista, desde el poder diseñó un plan económico ortodoxo con una efectiva política social.
En Venezuela como sabemos triunfó una opción populista, con el apoyo en buena medida de la clase media, hay que decirlo, que se ha consolidado en el tiempo con un cariz autoritario y militarista y sin nada que se parezca a un plan de desarrollo sensato, más que con extraños panfletos de desarrollo endógeno y otros menjurjes sociales. Este régimen prevalido de una montaña fortuita de dólares no ha hecho ningún esfuerzo por sacar adelante al país, más que repartir dádivas o migajas entre los pobres, robarse el lomito y apropiarse impunemente de las grandes comisiones.
Cuando los pueblos desilusionados por la rapacidad, mediocridad e incapacidad de los gobiernos democráticos, buscan la salida de la rabia y el atajo fácil hacia otros derroteros, se encuentran de pronto entrampados en el infierno populista que a todas luces es peor que lo que pretenden dejar atrás y conste que no justificamos las vagabunderías del puntofijismo. Un régimen populista, autoritario, ineficiente (que ni siquiera puede volar completa una estructura que el viento ya había derribado en parte), corrompido y que no tiene proyecto alguno que no sea perpetuarse en el poder mediante las trampas más abominables, no puede tener ninguna respuesta para el país frente a la inseguridad, el desempleo, la salud, la educación, la preservación de la paz social, etc.
Carlos Mendoza de 32 años con 11 años de antigüedad en la Policía de Chacao, joven venezolano que recién acababa de culminar sus estudios universitarios en Derecho y que se aprestaba a ejercer su nueva profesión, fue muerto de 4 disparos de los doce que le hicieron a la camioneta del Alcalde de Chacao. Filippo Sindoni de 74 años, industrial ítalo venezolano de vieja y amplia data en el país, capitán de múltiples empresas, fue torturado y muerto el mismo día que el escolta del Alcalde de Chacao.
Los hermanitos Faddoul, tres niños estudiantes, que bien pudieran ser nuestros hijos, cuya culpa fue tener un padre inmigrante que logró crear medios de fortuna para levantar dignamente a su familia, fueron cruel y vilmente asesinados de una manera tan atroz que habrá que buscar una nueva manera de definir la maldad. Jorge Aguirre, valioso y valiente periodista venezolano, cayó abatido en nombre de una falsa autoridad. Todo ello ocurre cuando luego de años de limpiar los cuerpos policiales de sujetos indeseables, estos fueron reincorporados por ser simpatizantes del gobierno.