Devaluación: el camino expreso al empobrecimiento y la miseria
Luego de 32 años que empezara un sostenido proceso de devaluación (1983), el venezolano tiene una correcta percepción de lo que significa.
Recordemos, que la devaluación es la depreciación de la tasa de cambio del signo monetario. Es decir, en nuestro caso, cuantos bolívares nos cuesta comprar un dólar.
Puede ser que no conozca los detalles teóricos, sin embargo entiende los males que una devaluación arrastra para sus finanzas familiares y personales.
Como todo en la vida, al final tiende al equilibrio, la devaluación gradual va seguida por una escalada (no muy justa) de los precios, tarifas, salarios y remuneraciones.
El venezolano sabe que luego de una devaluación del signo monetario, en este caso el bolívar, viene un brinco de los precios. Esto a pesar que el gobierno trate de regularlos.
Luego, también sabe que vendrá un lento proceso de ajustes de los salarios y remuneraciones. Así el desequilibrio será muy marcado, y mientras mayor sea la devaluación, mayor será el tiempo que pasará antes que a los trabajadores les aumenten sus salarios, y pueda de nuevo adquirir lo que antes compraba con su salario previo, a esa devaluación.
Aunque hay que alertar, que la experiencia también señala, que nunca se llegará a tener el suficiente dinero para comprar, lo que antes se compraba.
Eso, que antes podía comprar y ahora no puede porque no le alcanza el dinero, es lo que se llama la disminución del poder adquisitivo del salario.
Cuando la devaluación ocurre en forma moderada y paulatina, seguida por el incremento también moderado de las remuneraciones, va apretando el cuello de los trabajadores, pero no los mata.
Cuando la devaluación se genera en saltos abruptos, no da tiempo para nada. El trabajador de un día para otro, siente que alguien le metió la mano en su bolsillo, y se lo llevó casi todo.
Generalmente, las devaluaciones van generándose por acciones de los gobiernos, cuando sus gastos exceden sus ingresos y se sienten con el agua al cuello. No necesariamente piensan en el bienestar de los trabajadores.
Sin embargo, existe otra manera que se produzca una devaluación; y es cuando el gobierno pierde el control delas variables económicas, por la aplicación de inadecuadas políticas monetarias.
En este caso, el origen más clásico, es cuando el banco central imprime dinero para financiar el déficit fiscal. En esta modalidad, el dinero que circula no proviene de un crecimiento de la producción de bienes y servicios por parte del aparato productivo nacional. Sino que para los mismos niveles de producción, se pone en circulación una mayor cantidad de dinero (circulante).
Sin embargo, la experiencia ha demostrado que generalmente esa impresión de dinero (llamada inorgánica) logra que aumente la demanda de bienes y servicios, y además, también a veces disminuya la oferta de esos bienes y servicios.
Cuando hay más dinero para comprar, y menos productos para ser comprados, la tendencia inmediata es que aumente el precio de los bienes y servicios. Lo que induce de manera inmediata, lo que conocemos como “inflación”.
Es así como la inflación puede ser generada por dos vías: pro devaluación y por impresión de dinero inorgánico. El peor de los mundos se presenta, cuando los precios se elevan por acción simultánea de estas dos modalidades, como se está viviendo en estos momentos en Venezuela.
La evidencia de esta doble circunstancia la tienen los venezolanos en sus bolsillos. Basta con meterse la mano en el bolsillo y sacar las cuentas.
Una operación matemática sencilla
Cuando el venezolano se para frente a los estantes de los supermercados, o las vidrieras de los negocios, toma nota de los precios, para luego meterse la mano en el bolsillo, pueden ocurrir dos situaciones.
La primera que día a día tenga más posibilidades de comprar, porque siempre los precios de los bienes que desea o necesita le son accesibles. En este caso, sería más “rico”.
La segunda, que día a día vea como los precios cada vez son más altos, y o que tiene en el bolsillo no le alcanza para comprarlos. Con el agravante que cada vea también, vea más lejos la posibilidad de tener dinero para comprar. En este caso, sería más pobre.
El norte de la devaluación
En la actual circunstancia, de incrementos de precios y estancamientos de los salarios (sin que vea que se toman medidas para evitarla) el venezolano se siente más pobre. Vive un proceso de empobrecimiento.
El estado o situación al que en esta circunstancia el venezolano se ve empujado, no tiene otro calificativo que hacia la “miseria”.
Lo que no es otra cosa, como apropiadamente se lee en el diccionario: “Estrechez, falta de los necesario para el sustento o para otra cosa, pobreza extremada”.
Si continúan los empujones hacia la miseria, el trabajador se ve conducido a la indigencia, cuando ya tiene una falta casi absoluta “para alimentarse, vestirse, etc”.
Así se puede llegar, como también hemos visto en las experiencias de otros países, a un estado de pedir limosna, en el cual las personas, ya desprovistas de lo mínimo de vivir en dignidad, se forzadas a la pedir limosnas.