La amenaza plebiscitaria
En un reciente foro uno de los importantes expositores nos mostró sus estudios analíticos que se inferían de las últimas encuestas realizadas en el país. De la intervención de Alfredo Keller nos llamo la atención la opinión de lo falso que es la conseja sobre lo monolítico del chavismo. Expuso que existe un veinte por ciento de los seguidores del Socialismo del Siglo XXI que se subdivide en dos grupos más o menos cuantitativamente equiparables repartidos entre los que acompañan ese proceso por convencimiento ideológico y los que lo hacen por disfrutar del burocratismo dispendioso. El ochenta por ciento restante, denominado por el analista como chavismo transaccional, lo integran los tarifados por las misiones, rehenes de la dadiva populista. Todos sabemos que un rehén cuando percibe la posibilidad de escapar lo hace.
La amenaza plebiscitaria del régimen, en plena expresión de un bonapartismo totalitario, pretende legitimar la autocracia. Solo una candidatura nacida de la voluntad del pueblo democrático puede participar electoralmente con altas posibilidades de éxito para derrotar las aspiraciones continuistas.
Cuando Moisés, a los ochenta años, guió al pueblo judío esclavizado por el poder faraónico no tuvo mucho trabajo en convencer a su pueblo del carácter tiránico omnipresente del rey egipcio. Tuvo que recurrir a una oferta » tierra buena y amplia, una tierra que fluye leche y miel» para atravesar los desiertos y llegar a la tierra prometida.
No creo que exista la necesidad de convencer a nadie de que vivimos un populismo militarista en un Estado centralizador que sobrevive del despilfarro de la riqueza nacional, de sus referencias al pasado y de la creación a ultranza de un enemigo externo. Estamos viviendo con el azote de las siete plagas. Estamos en presencia y vivencia de atropellos contra los derechos fundamentales del ser humano y de la ciudadanía. Lo que si presenta alguna dificultad es una oferta creíble que supere de manera realista las demandas populares de trabajo estable y bien remunerado, seguridad personal vivienda digna y vida feliz sin sobresaltos. Una oferta de bienestar en libertad.
Por ello defendemos la puesta en practica de unas elecciones primarias que designe, en ejercicio democrático, al liderazgo nacional y de una pacto político que nos permita sobrellevar con éxito un lapso de recuperación nacional sin pugnas estériles pues luego de los resultados de esa consulta ejecutada por el pueblo democrático los que intervengan en ella deberán comprometerse a integrar un Consejo General de Asesores con el Líder Unitario de la Oposición, sin que ello implique que no pueda ejercer alguna función específica en el poder ejecutivo, incluidas la vicepresidencia o una pertenencia al tren ejecutivo ministerial.
Claro está que debemos luchar por un Consejo Nacional Electoral imparcial y unas elecciones absolutamente ceñidas a la ley, con un Registro Electoral idóneo y conteo manual absoluto de los votos.
Ambos trabajos a la vez. Decidir el liderazgo del pueblo democrático y pelear por unas elecciones limpias.